Capítulo 2.1

2665 Words
Tres meses eran los que faltaban para el día de la boda desde la noche en que Los Shimizu y Los Yamazaki se reunieron para cenar y comunicar a sus familias el cambio de la novia. A la madre de Naoki no le agradaba Suki, pero el ver a su hijo feliz, algo que no aparentaba al lado de Kazumi, hizo que acepte a la nueva novia. Al enterarse las amigas de Suki que esta se casaría pronto llegaron a la casa de Los Shimizu al día siguiente para felicitar a la dichosa prometida. La hija menor de Los Shimizu sonreía conteniendo las ganas de reír socarronamente, ya que quería burlarse de su hermana en todo momento, pero se controlaba porque nunca ella debía quedar como la mala de la película. Sus amigas, pobres niñas sin cerebro ni mayor aspiración que la de conseguir esposo adinerado, la llenaban de halagos y buenos deseos. Esa mañana empezaba el día libre de Kazumi, algo que no se daba muy seguido porque la médica ofrecía sus días de reposo a realizar alguna actividad de ayuda social que manejaba el hospital donde trabajaba, pero ese día quería relajarse, ya que la tensión que sufrió al creer que por su culpa su padre perdería el contrato de su vida la había afectado, pero no contó con que las malcriadas de las amigas de su hermana llegarían para malograrle el día de descanso. Aprovechando que el clima se tornaba más cálido, la médica vistió un bikini azulino que le lucía muy bien y fue a la piscina a nadar un rato, luego tomaría un poco de sol y leería un libro. Su hermana, quien la vio disfrutando sola de ese relajante momento de esparcimiento decidió que debía alegrar su día arruinando el de Kazumi. Suki y sus amigas caminaron hacia la piscina para tomar unas bebidas mientras se relajaban apreciando la belleza del jardín posterior de la casa de Los Shimizu, pero al ver a Kazumi, a quien le quedaba muy bien ese bikini, mejor que a muchas de ellas, cuyos cuerpos parecían de pequeñas púberes sin desarrollar, decidieron empezar a fastidiar a la médica, a quien su educación y buen corazón le impedía ignorar a las arpías amigas de su hermana menor. Kazumi las saludó con un «buenos días» y una ligera reverencia, ya que ellas eran menores, pero estas, con un ego por encima de los límites de normalidad, creían que la médica las saludaba no por ser educada, sino porque ellas eran superiores, cosa que solo en sus pequeños cerebros podría concebirse, ya que ellas, en su mayoría sin estudios, solo esperaban que llegue el día en que se oficializaran sus matrimonios y así ser alguien en la vida, puesto que no tenían talentos ni ambiciones que las hicieran llamativas ante la comunidad. - ¿Y tú qué haces aquí? –soltó una de las amigas de Suki-. Pensé que en tu grandioso trabajo no te daban días libres. - Sí tengo días libres, pero suelo ofrecerlos para el voluntariado, excepto hoy que sí necesitaba descansar un poco –respondió educadamente Kazumi, algo que esas tipas no se merecían. - ¿Es un Roxy? –preguntó otra de las amigas por el bikini que lucía Kazumi, quien asintió con la cabeza-. Demasiado bikini para tan mal lucido cuerpo –dijo y todas empezaron a reír. - Déjenla en paz –dijo Suki y Kazumi por un instante pensó que su hermana la defendería del ataque de sus amigas-, ya bastante tiene con haber sido despreciada por Naoki y su familia –agregó Suki y todas rieron. Sin muchas ganas de seguir sufriendo los ataques de esas mujeres, Kazumi tomó sus cosas y se retiró hacia su habitación. Kazumi no entendía por qué, desde niña, recibía maltratos de Suki. Ella sabía que su hermana era de esa clase de personas que necesitan llamar la atención y acapararlo todo para sentirse bien, pero de ahí a ser rencorosa porque ella pudo aparecer en televisión o en los diarios y revistas por las entrevistas que le solicitaban al ser interesante para el público la difusión de sus logros académicos y los descubrimientos médicos que iba alcanzando, no tenía sentido. A la médica ni siquiera le gustaba ni la pasaba bien cuando era entrevistada o tenía que participar en una sesión de fotos para algún medio escrito, pero eso era algo que su hermana nunca sabría, ya que ellas no eran de hablar ni de compartir momentos juntas. Aunque toda su vida se sintió sola en esa casa, ya que ni sus padres ni su hermana compartían algo de interés con ella, Kazumi no podía abandonar ese lugar en donde creció. Desde que inició la residencia en el Hospital Mayo Clinic -en Jacksonville, Florida, Estados Unidos-, empezó a amasar su propia fortuna, ya que no era de gustos lujosos ni de ostentar ante los demás. No manejaba un deportivo ni vestía prendas de marcas exclusivas, tampoco era de comprarse joyas o accesorios caros, así fue como en su cuenta de ahorros en el banco tenía una suma de seis ceros a la derecha, en dólares americanos, que su familia desconocía. Con todo ese dinero podría comprar su propio espacio e iniciar una vida lejos de ellos, pero Kazumi, por más que viera el rencor en los ojos de Suki, el desprecio en los de su madre y la decepción en los de su padre, no podía sentir lo mismo por ellos. Para ella, ellos eran su familia. El tiempo pasó entre las vociferaciones de la madre Shimizu y Suki sobre los preparativos de la boda. La ilusión que mostraba su progenitora no la había visto cuando ella era la novia, algo que la entristeció. Su padre cada día lucía menos cansado al haber contratado a dos profesionales para que se hicieran cargo de una parte del trabajo que él realizaba en la importadora. En algún momento se tuvo que ver cara a cara con Naoki, quien la miraba con una sonrisita de burla en el rostro y cada vez que podía besar a Suki lo hacía mirándola a ella. Kazumi sabía que su exnovio nunca entendió que ella no estaba enamorada de él, pero no haría nada para romper con esa idea, ya que, si él se sentía mejor pensando que había alguien sufriendo por su causa, pues que así lo creyera, a ella no le haría daño. O eso pensó. A una semana de la boda, Kenzo les da la noticia de que Naoki se mudaría a vivir con ellos en vez de ser Suki quien lo haga hacia la Mansión Yamazaki. Todo hubiera estado bien si días previos Naoki no hubiera llegado al hospital donde trabajaba Kazumi para hacerle una propuesta nada agradable. - ¿Puedes repetir lo que acabas de decir? –pidió Kazumi pensando que había escuchado mal. - Que si quieres podemos ser amantes –ella no salía de su asombro al escucharlo nuevamente proponerle algo tremendamente irracional. - ¿Por qué yo querría ser tu amante? –preguntó Kazumi sin aún entender la lógica en la que se había basado Naoki para proponerle tremenda estupidez. - Por cómo me miras cada vez que me ves con Suki –definitivamente el ego inflado de un hombre puede hacer que no vea de manera correcta la realidad. Ella nunca coqueteó ni mostró interés por él, ¿acaso era incapaz de ver que ella estaba feliz de no ser la mujer que estuviera comprometida en matrimonio con él? - Naoki, creo que te estás confundiendo. Tú a mí no me gustas. Por eso estoy contenta de que te cases con mi hermana, así no estoy obligada a compartir mi vida con alguien solo por ayudar a mi padre –Kazumi estaba siendo muy sincera en ese momento que explicaba sus sentimientos a Naoki, pero este, egoísta y vanidoso, no entendería. - Comprendo que te tienes que hacer la difícil porque no se te ha hecho fácil aceptar que te dejé por tu hermana, pero ella me convenía más al ser bella y estar dispuesta a dedicarse a mí. - Naoki, escúchate. Ella es bella, yo no lo soy. Me lo has dicho miles de veces, que no soy una mujer femenina ni llamativa, ¿por qué querrías que fuera tu amante? - Porque creo que tienes potencial y yo lo quiero descubrir –Naoki empezaba a encapricharse con Kazumi tras el comentario que hiciera un amigo extranjero de Yuki. La Familia Tanaka celebraba los cincuenta años de la amada esposa y habían participado de la reunión a todas las familias de su círculo social, entre ellas a Los Shimizu, pero más por Kazumi, quien era la médica que salvó la vida del menor de los nietos que padecía de leucemia, enfermedad que habían mantenido en secreto. En esa oportunidad, Kazumi asistió acompañada de otros médicos que eran parte del grupo que ella lideraba en la investigación sobre células madres, cuyos avances ayudaron enormemente al nieto Tanaka. Esa noche, la médica sonreía y lucía un brillo singular al estar rodeada de personas con quienes se sentía a gusto. Un atractivo suizo, amigo de Yuki, no dejaba de mirarla embobado, algo que todos notaron cuando preguntó por ella. A Naoki le sorprendió que un hombre como él se sintiera atraído por Kazumi, ya que el extranjero era de buena apariencia y llamaba la atención de todas las mujeres presentes en la reunión. Cuando Yuki le dijo que no valía la pena estar detrás de ella porque solo tenía tiempo para su profesión, el suizo se lamentó que así fuera, y empezó a describir la belleza que encontraba en sus facciones, en sus dulces e inocentes expresiones, en su femenino movimiento, con ese bonito cuerpo que ocultaba tras un vestido nada favorecedor porque es obvio que no quería llamar la atención. Naoki escuchaba lo que el extranjero decía mientras miraba a Kazumi, y al haber estado tan cerca de tener una joya que se mantenía oculta, quiso que sea suya otra vez. - Lo siento, pero no estoy dispuesta a ser la amante de nadie –dijo con un tono muy serio y directo Kazumi, con una postura autoritaria que nunca le había visto usar. - Piénsalo. Sé que nos la vamos a pasar muy bien. Tu hermana ni cuenta se dará al entretenerla con una tarjeta de crédito ilimitada. Yo puedo venir al hospital y después de pasar un buen rato en este espacio podríamos irnos a otro lado. Tengo un apartamento de soltero que haríamos nuestro nido de amor y sé que te encantará sentir la emoción de vivir algo prohibido conmigo –Naoki se acercó lo suficiente a Kazumi para acariciar la mejilla de la médica, pero esta golpeó la mano de su casi cuñado y lo alejó. - Te quiero fuera de mi consultorio ahora mismo, Naoki Yamazaki –dijo Kazumi molesta. El joven sonrió de lado, dejó el asiento en el que se encontraba enfrente de la médica y se dirigió hacia la puerta. - No creas que no seguiré insistiendo, Kazumi. Han hecho que mi interés por ti despierte y no voy a parar hasta conseguir lo que quiero –después de decir eso, Naoki cerró la puerta y Kazumi quedó a solas en su consultorio. Kazumi protestó ante sus padres y hermana al escuchar que Naoki sería quien se mude a la casa de Los Shimizu. Era la primera vez que la médica no acataba una decisión que avalara su padre, algo que llamó la atención de todos. Y Suki aprovechó para hacer que Kazumi quede mal parada ante sus progenitores. - ¿Qué sucede, hermanita? ¿Acaso quieres que me vaya y, con el tiempo, la casa sea solo para ti? –acusó Suki de esta manera a Kazumi de querer quedarse con la propiedad que sería la herencia de ambas. - No es eso, es que lo normal es que la mujer deje a su familia y se una a la de su esposo. - Pero eso no será así en esta oportunidad. Naoki no quiere que Suki viva en la Mansión Yamazaki porque sus tres hermanos menores estarán ahí, y al tener una esposa joven y bella no quiere malos entendidos ni situaciones comprometedoras –explicó Akane los motivos que tenía el futuro esposo de su hija para no habitar en la casa de la Familia Yamazaki. - ¿Y yo, qué? Ante la lógica de Naoki, ¿que el venga a vivir a esta casa no es una situación incómoda para mí? –soltó Kazumi molesta porque el muy miserable de su casi cuñado estaba armando la situación propicia para tener que verlo todos los días y a cada momento. - ¿Te atreves a insinuar que mi Naoki podría faltarte el respeto? –preguntó burlonamente Suki-. Es más probable que seas tú quien empiece a estar detrás de mi esposo. ¿Acaso crees que no me he dado cuenta de cómo lo miras? –insinuó Suki y la paciencia de Kazumi se agotó. - ¡Bien! Hagan lo que quieran, que venga a vivir quien quiera a esta casa. Yo me voy –dijo la médica y caminó hacia su habitación, sin importarle que su padre le exigía que se detenga y regrese a continuar con la conversación. Encerrada en el espacio en que podía estar libre de su familia empezó a buscar la tarjeta de presentación del corredor de bienes raíces que le había ofrecido sus servicios y un buen trato si alguna vez lo necesitaba tras haber salvado la vida de su madre hace meses atrás. Lo llamó y le pidió que encontrara lo más pronto posible una propiedad en donde una mujer sola pueda vivir cómoda y segura, que esté cerca al hospital donde trabajaba y que el edificio o condominio cuente con una administración que le pueda brindar servicios domésticos de calidad. Tres días después Kazumi estuvo visitando junto al corredor tres propiedades, quedando encantada con el penthouse ubicado en un exclusivo edificio en el barrio de Ginza. Aunque la zona era de alto tráfico y continuo movimiento por ser comercial, la propiedad contaba con aislamiento sonoro, por lo que quien la habitara no sufriría el estrés del ruido de las trajinadas calles. Después de coordinar con el banco la transferencia del importe total del costo del penthouse, firmó el contrato de compra-venta y Kazumi acababa de adquirir su primera propiedad. Un día antes de la boda hizo sus maletas y se trasladó a lo que sería su nuevo hogar. Quiso despedirse de sus padres, pero ninguno le prestó la debida atención porque se sentían ofendidos, como si el no querer compartir el mismo espacio con quien hasta haces unos meses atrás iba a ser su esposo estuviera mal, claro que ellos no sabían de la propuesta indecorosa que le hiciera Naoki a su hija mayor, pero igual no le creerían si se los dijera. Así fue como Kazumi dejó el hogar paterno para ir al suyo propio y comenzar una nueva vida, la cual esperaba que fuera mucho mejor que aquella que había tenido durante sus primeros veintitrés años al lado de su familia. Ya instalada en el penthouse recibió una llamada de Suki. Su hermana menor se escuchaba triste y sentida sobre el no haber podido despedirse de ella antes de que abandonara el hogar en donde crecieron juntas. A Kazumi le sorprendió muchísimo escuchar a Suki con pena porque ya no la vería más por los rincones de la casa Shimizu, pero a la vez se alegró al pensar que quizás su hermana empezaba a extrañarla y que así la relación entre ellas podría mejorar. Ella había decidido no asistir a la boda, pero Suki le pidió que no olvidara acompañarla durante la ceremonia y en la celebración, lo que haría que la médica cambiara de opinión al no dejar de ir al casamiento de su hermana menor, aunque el novio sea Naoki.
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