Entrelazados, entre mimos, y caricias son interrumpido por la puerta.
─Señorita, servicio a la habitación. ─dicen desde el otro lado de la puerta.
─Pase. ─balbuceó entre besos y risas.
Se puede escuchar cómo entran deja todo servido y se van.
Fernando la ve con gracia, es claro que ella no ha cocinado en absoluto.
─¿qué... ─le dedicó una tierna mirada ingenua. ─estoy en un hotel, no es como que pueda bajar y cocinar a mi antojo, no cuando hay personas que pueden hacerlo. ─dice saliendo de la cama envuelta en la sábana.
─Jamás pedí que lo hicieras. ─musitó aún desde la cama.
─Lo sé, pero yo quería hacerlo, pero luego recordé que es un hotel, y cuando esté en mi departamento tal vez lo haga. ─regresó tirando del carrito de la comida, dejándolo pegado a la cama.
─¿Y qué... ─planea preguntar por el menú, pero ella destapa los platos antes de que termine. ─¿comeremos en la cama? ─preguntó sonriente.
─¿Te gusta la idea? ─preguntó regresando a él.
─Se ve delicioso. ─dijo relamiéndose los labios a su vez que arquea las comisuras de sus labios sin quitarle la mirada de encima a ella.
Nadie la había visto así antes, y a ella le fascinaba, la hacía sentir hermosa como nunca antes, había algo en su mirada que le gustaba, tal vez era la manera tan sensual que lo hacía, la manera en la que él le hacía un barrido visual como si no hubiese nada en el mundo más apetecible que ella, era fascinante
Disfrutaron de la comida, sobre todo porque Fernando le daba de comer en la boca a ella, ahora que estaba con ella compartiendo comida, aprovecharía para que comiera tanto como sea posible y luego debía distraerla para que no vomitara. No era para nada una tarea fácil, pero quería hacerlo, no podía dejar de preocuparse por ella.
─¿no tienes dudas sobre mi? ─preguntó él intentando abordar el tema de manera sutil.
─¿A qué te dedicas cuando estás buscando a esa amiga? ─preguntó intentando saber más, sin saber algo que la decepcione.
─te refieres a, ¿en qué trabajo? ─preguntó con gracia.
─Sí. ─confirmó como si hiciera falta.
─Tengo un bar. ─dijo con tranquilidad. ─No es tan conocido, pero disfruto de la música, y ese es mi lugar. ─asiente. ─¿A tí qué es lo que te gusta?, ¿lo que te mueve en el mundo? ─preguntó, ya que por un segundo la subestimó, no se supone que deba tener algún empleo.
─Pues. ─se acurruca en sus brazos. ─en la familia que tengo, no puedes decidir qué hacer, o en qué trabajar. ─musitó. ─así que muy en contra de mi voluntad, estudié administración de empresas, y psicología infantil, pero no lo ejerzo, no me gusta en absoluto. ─masculló aferrándose a él.
─¿cómo se llama el bar?, tal vez podría ir y darle buena fama. ─levantó su mirada a él. ─¿dónde está? ─insiste.
─No es aquí. ─pasó su dedo índice por el perfil de su nariz. ─es literalmente del otro lado del mundo, pero si algún día decides ir a visitarme, me encantará que lo veas. ─dijo besando sus labios.
Tuvieron sexo la noche entera, y en cada descanso habían más preguntas, era bastante entretenido esa especie de trivia s****l, jugaban incluso mientras lo hacía, compitiendo por quien ejercía el dominio. Pero el amanecer llegará, y él no había regresado a su hotel. Quedarse a dormir con ella jamás estuvo en sus planes, pero hablar con ella, y hacer el amor una y otra vez le hizo imposible dejarla.
Al amanecer con ella en sus brazos la hizo sentir aún más culpable, pero encontraría el momento de decirle la verdad, pero nunca había amanecido con alguien, y hacerlo con ella se sintió tan bien, que al soltar su mano mientras deja la cama, le causó una punzada en su pecho.
Soltar su mano, no fue tan horrible como la idea de imaginarla despertar con la cama vacía, eso sí lo convertiría en un canalla.
─Despierta. ─susurró acariciando su hombro mientras aún tenía la bata de baño.
─no... ─balbuceo adormilada buscando a ciegas su mano.
─me tengo que ir. ─volvió a susurrar. ─¿está bien? ─preguntó y ella sonrió aún sin abrir los ojos.
─No te vayas. ─tiro de su mano al voltear, regresando a la cama.
─¿planeas que me quede contigo todo el día en la cama? ─preguntó con gracia mientras ella se aferra a él.
─Sí... ─balbuceó más cómoda que nunca.
Mientras tanto...
─¿todo está en orden?, ─preguntó Edward al bajar de su avión, con Ángel de su mano mientras los niños se adelantan.
─Todo está en orden, señor. ─dice su jefe de seguridad saludando a Ángel con una venia.
─Bien. ─asiente abriendo la puerta para su esposa.
El resto del camino escuchan divertidos a los niños de lo mucho que les gusta la idea de regresar, pues ahora saben que irán a la escuela, ya que han perdido mucho tiempo de clases con el viaje. Pero las vacaciones se acabaron, y Charles le da una dosis de realidad cotidiana al recibirlos con novedades, además de una nueva asistente.
─Todo está listo para esta noche. ─los aborda Charles tan pronto bajan del auto.
─Por lo menos deja que me de una ducha y descanse algo. ─lo regaña ignorando por completo a la mujer elegante y hermosa tras él.
─No tenemos tiempo. ─hace un ademán y la mujer se acerca. ─Ella es Scarlett Grace, la asistente más calificada que me pediste. ─aclara ante Ángel.
─Señor y señora Argento. ─se apresura a tender su mano a Edward y después de dudar un par de segundos también a Ángel.
─¿Ya está al día? ─preguntó al verla fijamente por un par de segundo. ─¿Sabe todo lo que tiene que hacer? ─pregunta volteando a ver a Charles, y él asiente.
─En ese caso. ─volteó a ver a la asistente. ─mi prioridad es el bienestar y la estabilidad de mi esposa y los niños. Cualquier eventualidad puede esperar cuando se trata de ellos.
─Sí señor. ─asiente con recelo.
─Bien. ─toma de la mano a Ángel. ─Nos vemos en una hora en la oficina. ─dice dejándola en la entrada con Charles, quien la aborda enseguida y le da todavía más instrucciones leyéndolas en su móvil, sin notar que Scarlett ve a Edward y Ángel caminar, pero se enfoca más en él, y en sus manos entrelazadas.
─¿está claro? ─preguntó Charles llamando su atención antes de levantar la mirada.
─Si señor, todo está muy claro. ─dice volteando a tiempo para que él no lo note, pero es tarde.
─Ya lo dijo. ─la mira fijamente. ─Su esposa es prioridad, si sucede algo con ella, y se va a la ruina al mismo tiempo, siempre va a querer saber de ella, antes que de su posible futura ruina. ─espetó viéndola titubear sabiéndose descubierta. ─Este puede ser tu mejor trabajo, o tu ruina. Eso depende únicamente de usted. ─dijo y con un ademán le cedió el paso a la oficina.