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Infierno: una historia de vampiros diferente

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intro-logo
Blurb

Odio mi vida, detesto estar viva, no soy mas que un maldito estorbo, rezo ese mantra una y otra vez en mi mente, desde que mi padre murió repentinamente mi vida a cambiado para mal, incluso puedo considerar que lo he perdido todo.

En ocasiones deseo que esto acabe, morir y ya, pero mi vida cambia cuando conozco a Adam, que a pesar de ser un patán de primera, guarda un secreto detrás de ese par de ojos azules y me incita a descubrirlo.

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Prólogo
        Nueva Orleans, Luisiana, junio de 1755   Era una bella tarde de verano, me encontraba en las caballerizas revisando que los corceles tuvieran la suficiente agua en el bebedero; no soy el dueño de ellos, pero me hago cargo de cuidarlos la mayoría del tiempo. Trabajo haciendo tareas diversas en este lugar, a veces cuidando animales o cosechando los variados cultivos que aquí se siembran, lo importante es poder juntar un poco de dinero para mantener a mi mujer y a nuestro hijo que viene en camino. —Adam, ya deja a los animales y ayúdame con esta cesta —me llama la señora Bonnet, una mujer entrada en sus cuarenta, robusta de piel blanca y cabello rizado pelirrojo, hija de franceses, aunque sabe hablar bastante bien nuestro idioma, no pierde su curioso acento. —Ya voy, Señora Bonnet. Salgo de las caballerizas, me sacudo el polvo de los pantalones y me acerco a toda prisa al ver a la terca mujer cargando la enorme cesta repleta de tomates, se la quito de las manos. —Gracias muchacho, estos tomates están algo gordos. —No debería cargar tanto, señora, si no mal recuerdo se estaba quejando del dolor de la cadera, ¿Dónde está el viejo Klaus? —pregunto curioso por el viejo holgazán de su marido, a decir verdad, es un hombre que no vale ni el aire que respira, la señora Bonnet le resuelve la vida mientras él se pierde en las cantinas bebiendo hasta embrutecer; Ella suelta un suspiro y agacha la mirada. —Se fue, solo dejó una carta diciendo que viajaría lejos por un tiempo. Frunzo el ceño al escuchar eso, no puedo creer que ese bruto deje a su mujer, por lo menos yo no me atrevería a dejar a Isabella, ella es mi vida, nos casamos apenas el verano pasado, y ahora estoy a punto de ser padre, cosa que me entusiasma demasiado. —Tranquila señora, regre... —dejo mi frase inconclusa al escuchar un alarido aterrador, mis ojos se ponen como platos, me giro en mis talones y veo que la fuente del grito es mi mujer; dejo caer la cesta al suelo y corro hasta a ella, noto su vestido hecho girones y sangre, rápidamente la tomo en brazos al notar que está por desvanecerse. —¡Santo padre! Señora Bonnet necesito a un médico —grito desesperado, la señora se acerca a mí, pero mi atención está en Isabella. —A-Adam —dice en voz entrecortada y con lágrimas en los ojos, veo una herida en su vientre, siento un escalofrío recorrer mi columna, es demasiada sangre, probablemente mi hijo peligra y yo no tengo ni la menor idea de qué hacer. —Tranquila, no hables, vas a salir de esta. —Muchacho, debes llevarla al pueblo de inmediato. —¡Pero puede morir! —Toma uno de los caballos y llévala ahora, yo le diré a los señores en caso de que noten tu ausencia. Se retira su delantal y cubre a mi esposa, yo asiento agradecido y camino rápidamente a las caballerizas. —Resiste Isabella, Tormenta, no me falles —suplico acercándome al corcel más rápido del lugar, con cuidado subo a mi mujer que con trabajo logra sostenerse, me acomodo rápidamente y salimos a toda prisa, la noche no tarda en caer y se lleva algo de tiempo llegar al pueblo, las manos de ella están heladas, no lo lograremos, mi desesperación va en aumento. —Adam —escucho apenas un susurro proveniente de ella. —No hables, pronto llegaremos. —No lo haremos, detente. —Isabella —mascullo mientras la miro confuso, hago que el caballo se detenga en las orillas del pantano, el viento comienza a correr haciendo que la temperatura descienda. —Sé que moriré pronto, nuestro hijo se irá conmigo, no estés triste por mi ausencia, Lui. Las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas al saber lo que esas palabras significan, se despide para siempre, perderé a la mujer que amo. —No, no lo hagas, no me dejes, dijiste siempre, ¿Lo entiendes? ¡Siempre! —grito molesto y triste a la vez, los sentimientos que se arremolinan dentro de mí son confusos, no estoy preparado para este golpe. —Adam. —¿Quién lo hizo? Dime, ¿Quién te hirió de esa manera? ¿Quién se atrevió a herir a nuestro hijo? Estoy furioso, no está pasando lo que yo quisiera que pasara, estoy por ver morir a mi esposa en mis brazos. —Fue Anthony Blanc, ha abusado de mí, me ha golpeado, mató a nuestro bebé y, y... Al escuchar sus palabras saliendo con dificultad, la furia corre por mis venas, Anthony Blanc, el sobrino de los señores Dubois, los dueños de la granja, ese maldito infeliz tiene que pagar; la voz de Isabela se apaga y con ella sus lágrimas se sueltan aún más, la estrecho contra mi pecho llorando, el sufrimiento es demasiado, yo trabajando y ella en peligro de muerte, eso es irónico, trabajo para vivir y ella tiene que morir. —Ya mi amor, no hables, juro que te vengaré, juro que acabaré con él en nombre de nuestro hijo, pagará el haberte dañado. —Te amo —musita aún más apagada, la hora se acerca. —Y yo a ti —respondo, cierro los ojos sollozando y de pronto no hay nada, su latido y respiración se acaban para siempre, miro al horizonte, el sol se oculta lentamente burlándose de mi desgracia. —¡Isabella! —grito fuertemente en un sollozo desgarrador, la sujeto con más fuerza y con una mano tiro de las riendas de vuelta a toda prisa a la granja, mataré a ese maldito, pero primero, llevaré a mi esposa a nuestro hogar, quiero una sepultura digna y se la merece. Llego a nuestra pequeña choza, está algo alejada de la granja, bajo del caballo y cargo a mi mujer adentro, la chimenea aún tiene brazas y una olla descansa en ella con lo que sería nuestra cena, trago en seco y camino a nuestra cama, deposito suavemente el cuerpo de ella y me tiro de rodillas. —Señor, ¿Por qué te la has llevado? no soy quién para cuestionarte, pero, ¿Acaso a esto se le llama justicia? Suelto una pesada respiración y me incorporo, camino hasta el baúl frente a la cama y lo abro, al fondo la pequeña caja de madera que creí que jamás necesitaría, tomo la daga de su interior, la guardo en una de mis botas y antes de salir de la choza prometo. —Vendré por ti, juro vengarte y darte una sepultura digna Salgo y subo al caballo. —¡Arre! Tormenta comienza su marcha hasta el lugar de los Dubois, nunca creí ir tan rápido, casi en un instante estoy bajando del animal justo en la puerta principal, la señora Bonnet me mira. —Muchacho, ¿Dónde está? —evado su pregunta y sin importar nada, abro la puerta y camino por el largo pasillo a toda prisa cruzando el salón y llego al comedor de la mansión. —¡Muchacho no interrumpas! —dice angustiada tras de mí la señora Bonnet, no sabe que interrumpir es lo que menos me importa, voy tras el asesino de mi esposa y esa es mi prioridad justo ahora; abro las puertas del comedor y entro de golpe, los presentes se sorprenden al verme, no sé si por la ropa sucia, por la sangre o por mi expresión de furia, el señor Dubois sentado de frente en el lugar principal, su esposa a su lado izquierdo, Anthony al derecho y a su lado la prometida, tres pequeños toman sus lugares consecutivos a la señora de la casa. —Adam, ¿Por qué interrumpes de esa manera? —cuestiona el señor Dubois levantándose de su asiento, yo me encamino hasta donde Anthony y lo tomo por su camisa sacándolo de su lugar. —¡Maldito! ¿Por qué lo hiciste? la violaste y la mataste El cínico hombre frente a mí solo sonríe, confuso el señor Dubois dirige su atención a mí. —¿Que sucede? Explícate muchacho, ¿Por qué estás cubierto de sangre? ¿Por qué acusas a Anthony de esa manera? —¡Mató a mi esposa!, el maldito abusó de ella y la asesinó esta tarde. —¡Esa es una acusación muy grave, Adam! Suelta la señora, el tipo solo ríe, mi paciencia se agota y le doy un fuerte golpe en la boca del estómago, me agacho y tomo la daga para después encajarla en su estómago. —¡Muere maldito! —¡Ayuda! —gritan la señora y la prometida, yo saco la daga y huyo. —¡Atrapen al asesino! Escucho al señor Dubois, no sabe que el asesino aguarda en su comedor esperando una muerte lenta. Solo unos pocos metros y llego a nuestra choza, tomaré a Isabela y la llevaré conmigo para sepultarla, de pronto algo golpea mis rodillas y caigo contra el suelo. —Estúpido niño, ¿Creíste que escaparías? —dice un mulato que aparece justo frente a mí, me levanto y doy un paso hacia atrás, pero choco con algo, luego soy tomado de los brazos, estoy atrapado. —¡Suéltenme! —El señor Blanc pagará bien por ti. —¡Suéltenme! —grito de nuevo forcejeando, el mulato le arrebata una antorcha a uno de sus acompañantes. —Creo que dentro de esa choza hay algo importante, deberíamos quemarla. —¡No! ¡No te atrevas! ¡Isabella, lo prometí! —Con que así se llama la muerta, pues ahora será quemada. Abro los ojos como plato y el mulato se acerca a mi hogar para luego acercar la antorcha al techo de paja. —¡No! Las llamas comienzan a consumirlo todo, yo no paro de gritar y forcejear, el mulato y sus hombres solo se burlan, las lágrimas caen, le fallé a ella, luego recibo un golpe en la boca del estómago tan fuerte que me doblo del dolor, estos bastardos me acabarán; caigo contra el suelo recibiendo golpes y patadas, la sangre fluye y con esta el dolor comienza a esparcirse por todo mi cuerpo, escupo sangre. —Vámonos muchachos, este morirá pronto. Sueltan la carcajada y yo caigo inconsciente.    ~~~~~~            ~~~~~~   No sé cuánto tiempo ha pasado, aun es de noche, abro mis ojos y la choza ya no está, todo se consumió por el fuego, intento levantarme, pero no puedo, me arrastro, es imposible llegar a Isabella, todo está destruido. —¡Vaya!, al fin despiertas —dice una voz extraña de hombre extranjero, no puedo girarme, seguro mis huesos se rompieron por completo y lo único que me mantiene respirando es la promesa de venganza. —Eres un terco de lo peor, ella se fue, muchacho. —¡Cállate! —mascullo lleno de dolor, cierro los ojos y al abrirlos un par de botas negras están frente a mí. —Adam, Adam, Así te llamas ¿Cierto? —¿Cómo sabes mi nombre? —Solo digamos que puedo ayudarte en tu venganza. —¿Cómo? El tipo se agacha a mi altura y toma mi muñeca, mi visión es borrosa, pero luego se presenta un ardor inexplicablemente fuerte en ese punto, grito como nunca antes, siento como si me quemase de adentro hacia afuera y aunque antes no podía mover un dedo por la golpiza que me propinaron, ahora no se compara el dolor y me retuerzo. —¿Qué me hiciste? —pregunto con dificultad siendo lo único que puedo articular coherentemente, el tipo me toma por los brazos y me obliga a levantarme, es algo sorprendente que un hombre no tan corpulento tenga la fuerza como para levantar a alguien de mi tamaño, mi visión se esclarece y veo su vestimenta elegante y sombrero de copa, su piel es pálida como la nieve y sus ojos de un verde brillante, recuerdo a mi madre cuando me decía que los ojos de Satanás eran verdes, ¿Acaso estoy frente al mismísimo diablo? Su cabello se recoge en una coleta baja, es de color obscuro y liso, o eso es lo que creo, la obscuridad de la noche no me permite distinguir y sus rasgos finos lo hacen ver aniñado. —Te di la oportunidad de vivir para que te vengues. —Yo ya estaba vivo, ¿Por qué puedo moverme como si nada? —Te renové, solo debes acatar una ley. —¿Cual? —Maldito estarás y de día jamás saldrás, tú último amanecer y atardecer los verás hoy. —¿Cómo? —pregunto sorprendido al oír la oración, ¿No salir de día? ¿Cómo puede ser eso? —A partir de mañana no saldrás a la luz del sol o tendrás una muerte cruel, ya no eres humano, eres un muerto en vida, un vampiro, tu sed y hambre se saciarán con sangre, tu fuerza y velocidad serán inimaginables al igual que tus habilidades y lo más increíble es que jamás envejecerás, serás inmortal. —¡No puedo estar muerto! ¡Eres un maldito demente! Lo empujo alejándome de él, este sonríe desquiciado, yo no bajo la guardia, sé que algo no está bien, mi milagrosa recuperación tiene que ser por obra del diablo, sus ojos no me engañan, esos son los ojos que tanto mencionó mi madre alguna vez. —Pruébalo, ve tras Anthony Blanc, mátalo y acaba con los Dubois. —¿Cómo sabes tras quien v.…? Mi pregunta es interrumpida al ver cómo me lanza una sonrisa siniestra y  desaparece, sacudo mi cabeza, seguro la muerte de Isabella me ha afectado, miro hacia donde se encontraba la choza y camino, las cenizas están frías, ¿Cuánto hace del incendio? me siento confundido, la madera cruje bajo mis pies, todo está deshecho, seguro el cuerpo de mi mujer se calcinó, levanto algunos escombros y las lágrimas corren, encuentro lo que alguna vez fue cama y sobre de esta el cuerpo completamente quemado de mi esposa, cubro mi boca con el puño reteniendo un sollozo, sin importar nada, me acerco tomando los restos con cuidado de que no se deshagan. —Te prometí una sepultura digna y lo haré. La saco de ahí en unos cuantos pasos y la deposito sobre el suelo con cuidado, me acerco de nuevo a las ruinas de lo que fue mi hogar, sé que el mango fue consumido pero la pala al ser de metal no, así que podré excavar; rebusco en el lugar hasta que la encuentro, salgo rápido y justo bajo el árbol, a un lado de nuestro hogar, comienzo a cavar, ella tejía ropa para nuestro bebé justo ahí, le agradaba la suave brisa de la tarde y el olor a flores.   Al terminar de cavar tomo el cuerpo y con delicadeza lo deposito en donde será su descanso eterno. —Los vengaré mi amor, juro que lo haré y luego me quitaré la vida para estar a tu lado. Comienzo a cubrir su cuerpo con la tierra, recuerdo haber hecho esto con mis padres y mi hermana menor cuando murieron por la peste, fue increíble el hecho de que yo sobreviviera, la vida me ha dado golpes duros, pero por algo sigo aquí. Hago una improvisada cruz con las ramas del árbol y la coloco en la tumba, rezo una leve oración y me incorporo, ya amaneció hace unos momentos, necesito quitarme la suciedad y sé que debo tener algo de ropa en las caballerizas, por lo menos quiero estar limpio y listo para mi venganza. Sin ser visto entro y en el viejo gabinete de herramientas aguarda un bolso de cuero con ropa, lo tomo y salgo rápido, pero la señora Bonnet me mira y cuando está a punto de gritar cubro su boca. —No grite por favor, usted debe huir de aquí muy lejos, Anthony Blanc mató a mi esposa y es por eso que estoy aquí. Ella asiente y descubro su boca. —Muchacho solo cuídate, no hagas nada estúpido. —No se preocupe señora. Salgo del lugar y corro hasta el río, me quito las prendas harapientas que llevo encima, entro al agua, sí bien está fría, es soportable, me limpio lo mejor que puedo quitando los restos de sangre, tierra y hollín para enseguida salir del agua, con una camisa me seco, fue buena idea el dejar dos de estas en el bolso, me visto rápidamente y decido imitar al sujeto de anoche atando mi cabello en una coleta con un cordel, la daga no me abandona siendo un arma y fiel compañera, la tomo y la guardo en su lugar, escondida en una de mis botas, me levanto del suelo y decido estar lo más cerca posible de la granja y vigilar hasta que al fin caiga la noche para atacar, solo es cuestión de tiempo para lograr vengar a mí familia.  ~~~~~~            ~~~~~~   Jamás había estado tan ansioso, la noche al fin cayó y yo aguardo escondido en las caballerizas, la señora Bonnet se fue y unos cuantos sirvientes están en el lugar, veo por la ventana al mulato que me atacó y a sus hombres cerca del granero, debo deshacerme de ellos, salgo de mi escondite y sin razonar me paro justo frente a estos. —Te acabaré —suelto en un gruñido, los acompañantes ríen y el mulato se gira quedando frente a mí y suelta una sonora carcajada. —El niño, no sé cómo le habrás hecho para sobrevivir a la golpiza, pero no durarás mucho. Se acerca a mí y me da un golpe en la boca del estómago, me doblo y río al no sentir nada. —Pero ¿Qué diablos? —Ahora me toca a mí. Imito su golpe y me sorprendo al ver como lo saco volando por la fuerza, sus acompañantes miran horrorizados, pero antes de que intenten huir, me acerco y los golpeo con tal fuerza que atravieso el torso de estos dándoles muerte segura, vuelvo mi atención al mulato que está sentado en el suelo mirando estupefacto. —¡El diablo! ¡Es el diablo! —grita y sonrío siguiendo el juego. —Claro que lo soy y te llevaré al infierno, maldito. Me acerco e instintivamente muerdo su cuello bebiendo de su sangre, este forcejea, pero el frenesí que me provoca el sabor metálico de la sangre es más fuerte y no lo suelto hasta dejarlo seco y muerto, lo arrojo al suelo y me limpio con la manga de la camisa, camino hasta la entrada principal, una de las sirvientas me mira y huye, yo sonrío y abro la puerta entrando de golpe. —¡Anthony! ¡Sal, maldito cobarde! —grito fuertemente cruzando el salón, miro hacia las escaleras y veo a los Dubois, Anthony justo detrás de ellos, sus miradas reflejan miedo. —Despídanse de sus vidas —susurro y en un santiamén estoy frente a ellos, le rompo el cuello al señor Dubois, los gritos de los pequeños, la señora y la prometida son evidentes, ellos no tuvieron piedad con Isabella, yo no la tendré para con ellos, mato a los niños arrancando sus cabezas, arrojo a la señora y a la prometida al suelo desde la segunda planta, caen muertas por el impacto y al final, solo quedamos él y yo. —¿Creíste que te saldrías con la tuya? —¿Co-Cómo lo hiciste? —Lo importante es que vengo por ti, le serví a tu familia con lealtad y me quitaste a mi esposa e hijo, ¡Los mataste! era lo único que tenía y lo acabaste y no feliz con ello mandaste a tus hombres y la quemaron. —¡Piedad! —No hay piedad para los asesinos. Lo tomo por el cuello y lo alzo a una considerable distancia sobre el suelo, este trata de liberarse, pero mi agarre es más fuerte. —No habrá piedad para ti, Adam, eres un asesino al igual que yo —dice con voz entrecortada. —Jamás seré como tú, yo estaré maldito para siempre, pero habré cumplido mi juramento a Isabella, la he vengado y a nuestro hijo igual. Aprieto más fuerte y este se sacude, sus labios se vuelven azulinos por la falta de aire y al final todo es silencio, su pulso muere bajo mi agarre, al fin cumplí mi juramento, dejo caer su cuerpo y corro a una de las habitaciones, necesitaré dinero, oro, joyas y plata, tengo que huir y aunque después acabe con mi vida debo tener la satisfacción de que les quité todo. Saqueo cada habitación y al ver la chimenea de los aposentos de los Dubois decido hacer lo mismo que hizo el mulato, incendiaré la mansión, tomo un candelabro y enciendo las velas, con el atizador tomo brazas y las arrojo a la cama, esta comienza a quemarse, salgo y me cercioro de quemar cada habitación, bajo rápidamente e incendio las cortinas del comedor y del salón, salgo del lugar y desde una vista ejemplar veo mi obra, escucho gritos de los sirvientes que quedaron dentro, soy un monstruo, pero eso es lo que pasa cuando alguien quiere venganza. Tomo a tormenta de las caballerizas y huyo al cementerio, el tipo dijo que era un vampiro o algo así y que no debo exponerme al sol, no sé por qué obedezco sus locuras, pero no me arriesgaré, llego y forzo el candado de un mausoleo, le quito la silla al caballo y hago que se vaya, me oculto dentro del lugar algo hediondo por los c*******s en putrefacción y solo me queda esperar al anochecer. ~~~~~~            ~~~~~~    Desde que me oculté aquí, escucho como los caballos vienen y van, me están buscando pero no podrán encontrarme jamás, cuando la noche cae salgo de mi escondite en el que curiosamente encontré una soga, hago un nudo para crear una horca, la ato a un árbol y sin miedo busco en que subirme para acabar con mi vida de una vez, encuentro un tronco, lo acomodo y subo, pongo la horca en mi cuello, pateo el tronco y espero, pero mi cuello no se rompe, sigo esperando, pero mi respiración no se acaba, ¿Por qué no muero? Las palabras del tipo vienen a mi mente: Eres un muerto en vida, nunca envejecerás, serás inmortal. —¡No! —grito lamentando mi desgracia, jamás podré ver a Isabella de nuevo.

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