Estaba en mi habitación, después de un baño renovador había restaurado mis ánimos. Hasta que llegó Melody y revolucionó la calma. Después de negarme, me resistí cuanto pude pero no hubo caso. Era imposible llevarle la contraria a esa mujer. Con tan solo una mirada era capaz de calcinarte el alma. No podías luchar con alguien así. Era descabellado y prácticamente imposible.
Terminé haciendo lo que me pidió o de lo contrario ni ella ni Ely me lo perdonarían. Haría lo que me pidieran sólo por esa ocasión, era el cumpleaños de la reina. Debía, al menos por ése día, hacer lo que ella quisiera. No estaba en posición de negarme mucho menos de estorbar con mi precario gusto por la ropa femenina.
— Estoy orgullosa. Te sientan bien estas ropas, estás muy bella, Irina. — me alagó Melody un tanto em
