—No sé qué esperas de mí, Kia. Yo… no tengo ni la más remota idea de lo que se puede hacer al respecto. —Luis… yo-yo esperaba que tú me ayudaras… —¿Ayudarte? ¿Yo? ¿Cómo? ¿Haciendo qué? —No-no se… yo… tú, tú hablas como un experto en la economía del país. Has dado tu opinión sobre cómo podría recuperarse y pensé que, tal vez tuvieras algo, algo que pudiéramos vender, o algún conocido a quien acudir, un pariente lejano que pudiera ayudarnos. —No hay nada, ni nadie que pueda ayudarnos, Kia. ¿Piensas que no le he intentado? —No, por supuesto que no, yo solo… —Recupere algunas cosas de la casa, pensábamos venderlas cuando necesitáramos cosas para Luisito, pero… obviamente no es nada grande o valioso y para sacar a tu padre de la cárcel se necesita mucho dinero. —Si, yo se, pero… estoy