Según su madre, el único con el que platicaba y que ayudaba a calmarla, era Nico. Quien se había convertido en la paciencia personificada con ella. Cada vez que Kiara intentaba hablarle, la mandaba al diablo, no sin antes insultarla hasta que se cansaba y luego le daba la espalda y la dejaba hablando sola. Bernardo Villareal había llegado al punto de ponerle un ultimátum, o se controlaba o se iba de la casa. Nico intercedió por ella y le dio una última oportunidad. Kiara se encerró con ella en el despacho y no la dejo salir de ahí hasta que escuchara todo lo que tenia que decirle. —Pues habla entonces —se sentó desparramada en el sofá. —Tienes razón, Aura. Te debo una disculpa, pero no me arrepiento de lo que hice y lo haría tantas veces como fuese necesario. —Pues eso no tiene mucha