Kiara se removió incomoda, apenas y sonrío. Ya estaba ahí, no le quedaba de otra que capotear la tempestad, si lo hubiese sabido de antemano, nunca se habría parado en esa empresa. —Parece que no estas tan feliz de verme como yo de verte a ti y esa mueca en tu rostro no es ni remotamente parecida a la enorme sonrisa de dientes blancos que me dedicaste la última vez que nos vimos en la universidad. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas lo que te dije esa vez? “La vida da muchas vueltas y hoy te toco a ti, pero llegara el día en que, la que esté por encima, sea yo”. —Si, si lo recuerdo, Alejandra. Así que, bueno, aquí estoy… ¿Qué vas a hacer? Supongo que negarme el trabajo ¿cierto? —No, te equivocas, muy por el contrario, voy a contratarte, pero… no en el puesto para el que te recomendaron. Ya qu