— Bueno, está bien — le sonreí y él me dio un beso. — Genial. — ¿Cuándo es la fiesta? — Pasado mañana, el sábado — sonrió. — Ya… está bien, ¿debo ir formal? — él asintió y yo mordí mi labio. — Si quieres, podemos ir a comprar algo mañana o quizás hoy, como quieras. — Sí, es que no tengo mucho dinero — Dios, que pena, se rió, ¿Se rió de mí? — Eso no importa, Zoey, yo te lo compraré. — ¿Qué? ¡No! Claro que no. — ¿Qué tiene de malo? — No me gusta pedir cosas, menos a mi novio. — Eso me encanta de ti, no te importa mi dinero — sonrió. — Me importa una mierda tu dinero… — tapé mi boca por mis palabras tan poco educadas. — Lo siento, se me salió — el rió y negó con la cabeza. — Con tal no digas esas cosas en la fiesta, está todo bien, boquita sucia — Qué vergüenza. — Pero como te de