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3013 Words
12 de Octubre de 2012 — ¡Mamá! ¡Mamá! — lloré. — ¡Vamos a casa! — Esta es nuestra casa ahora, mi pequeña Zoey — me dijo, con la dulce sonrisa que siempre tenía para mí. — ¡No quiero! — me crucé de brazos y la miré, de manera que dejara claro cuán enfadada estaba, pero la sonrisa de su rostro no desapareció, es más, se hizo más grande cuando vio a aquel enorme tipo con la cabeza rapada y con sus enormes brazos llenos de tatuajes. Recuerdo haberme encogido de miedo, al ver a mi nuevo padrastro. — Hey, cielo ven aquí — me tomó en sus enormes brazos y sonrió. Dan tenía un diente quebrado, aunque supongo que no se miraba mal pero aún así, lloré más. — ¿Por qué lloras? — preguntó preocupado y dirigió su mirada hacia mi mamá — ¿Helen? ¿Por qué llora? — No lo sé, supongo que sólo le gustaba bastante nuestra anterior casa, amor — entonces me revolví en sus brazos hasta que me bajó, pero volvió a cargarme. — ¡Mamá! ¡Quiero ir a casa! — Cielo, te prometo que aquí te vas a divertir más que en tu antigua casa — dijo Dan. Debía admitirlo, a veces pensaba que sólo eran músculos y tatuajes, pero era como un oso de felpa por dentro. — Vamos al club, las presentaré con los chicos, así nadie se mete con mis nenas — una carcajada ronca y varonil brotó de su garganta. En ese momento, me revolví en sus brazos para que me bajara, perdí un zapato en mi lucha, pero no me importó. Fuimos caminando, ya que estaba a sólo dos casas de lo que él llamaba club, un sitio enorme y con muchas luces, ruidos y por supuesto, rodeado de motocicletas de todos los tamaños y colores. Cuando entramos, me sorprendí. Habían muchos hombres como Dan; enormes y llenos de tatuajes, sentados en muebles negros de cuero. Las paredes estaban decoradas con pósters de mujeres medio desnudas, montando increíbles motocicletas de calaveras, de algo parecido a demonios. ¡Quizás me encontraba en una secta secreta o algo así! Todo era demasiado y por instinto, me escondí detrás de las piernas de mamá, mis ojos estaban aguados, pero no podía llorar, no quería demostrarles que me daban miedo. Quizás eso sería peor, tal vez se burlarían de mí, esos tipos se veían demasiado rudos y yo sólo era una pequeña de 7 años de edad. ¿Por qué a mamá se le había ocurrido meterse con un hombre de club de motociclistas? ¡Era una completa locura! Tenía miedo, pero el hombre lleno de tatuajes me miraba orgulloso y no pude evitar sentirme mejor. Parecía un buen tipo, quizás no era mala idea darle una oportunidad. — ¡Chicos! — habló Dan. — Esta es Helen, mi mujer prez, ya la conocen — la había tomado de la cintura. — Y está pequeña cosa — palmeó mi cabeza —, es Zoey, nuestra hija — algunos empezaron a acercarse para saludarnos y yo le iba a interrumpir, lo juro, le iba a decir que yo no era su hija, pero unos increíbles enormes ojos azules, distrajeron mi acto. — Así que… Zoey, ¿eh? — sonrió mostrando sus dientes. — Yo soy Kilian Blackmore — dijo el niño más lindo que había visto en mi corta vida. Tenía mi edad, tal vez un poco más grande, era blanco, increíblemente blanco, parecía que tenía piel de porcelana. Su cabello era rubio y tenía una sonrisa arrogante en su cara, además de ese par de ojos como el cielo. — Hola — saludé tímidamente y creo que fue peor. — Creo que perdiste un zapato, Zoey — se burló. Bajé mi mirada y miré mi pequeño pie desnudo, avergonzada. No me había importado antes y ni mamá ni Dan se habían dado cuenta. Estúpido niño lindo. ¿Por qué me veía de esa manera? — Pero no llores por eso, yo te prestaré los míos — tomó mi mano y levanté mi mirada, tenía la sonrisa más hermosa que había visto jamás, entonces pensé que ese era el día más feliz de mi vida. Y así fue como me atrapó.... *** Casi 10 años después. Estaba por cumplir los 18 y me había acostumbrado a ese ambiente, con hombres rudos y llenos de tatuajes, bebedores de cerveza y que veían a las mujeres como perras a las que solamente debían follar. Sí, quizás estaba loca por quedarme ahí, pero eran mi familia y sabía que la fidelidad entre la banda era lo principal, aunque no fueran muy monógamos que digamos. Tenían un lenguaje vulgar al que me había acostumbrado y la pasaba bien con ellos. ¿Qué más daba? Los amaba con mi alma, sobre todo al idiota delante de mí, que era como un hermano para mí. — Kilian — me senté en la cama, cruzando los brazos —, ya casi tengo 18 y he tomado una decisión. — ¿Ah, sí? ¿En qué estás pensando, eh? — encendió su cigarrillo, enarcando sus cejas hacia mí. — ¡Ya es tiempo! He decidido que ya no dormiremos juntos — y entonces, se atoró con el humo de su cigarrillo. — ¿Qué mierda? ¿Estás loca? Sabes que no duermo sí no es contigo — Kilian y yo nos habíamos hecho los mejores amigos, desde que llegué aquí con mamá y Dan. Un año después, su mamá se fue con otro hombre de mucho dinero y del alto mundo, acusando a su padre el “Destripador” el presidente del club de motociclistas los Black Devils, de sólo ser una pedazo de mierda de club y que ella merecía más. Desde el día en que su madre lo abandonó, a él y al destripador, Kilian tuvo unas pesadillas de mierda, una vez se metió a mi habitación en medio de la noche y durmió conmigo. Desde ese día, no hay nada que lo saque de mi cama para dormir, por miedo a que las pesadillas vuelvan de nuevo. Así que me fui a vivir al club con él y los chicos, por supuesto, mamá se puso como loca cuando le dije, pero el gran Dan, la convenció de que era lo mejor para Kilian y es que mi madre ama a ese loco. A veces me preocupa que lo ame más que a mí. — Ya lo sé, pero ya no somos unos bebés, Kilian — bufé. — ¿Qué vas a hacer cuando te canses de follar zorras y quieras casarte? ¿Me vas a meter a dormir allí, con tu mujer? — Jódete, Zoey, no me voy a casar — puso cara de asco. Un trauma más para mi querido Kilian. — Pero yo sí me voy a casar y dormiré con mi esposo, no contigo — reí al ver su cara —, y entonces… — ¡Corta el tema! — apretó la mandíbula y me miró mal. — Deja de joder, ¿sí? Vamos a dormir juntos siempre — rodé los ojos, porque sabía que no tenía sentido discutir con él, aunque ambos estábamos conscientes de que ese día llegaría. Suspiré y pensé en cómo romper la tensión que siempre se creaba entre nosotros cuando yo tocaba ese tema. Así que me acerqué a él, gateando por la cama y por un segundo, creí que su mirada se fue a mi escote, pero la desvió rápidamente. — ¿Qué haces? Y entonces, ¡bam! Mordí su brazo. — ¡Pervertido! Estás viendo mis pechos, ¿verdad? — él enarcó una ceja y sonrió de medio lado. — ¡Já! ¡Como si tuvieras algo que ver! — rió, al verme hacer un puchero. — Eres un idiota, Kilian — le tiré una almohada. — Apresúrate, se me hace tarde para ir al instituto. — Nena, yo ya estoy listo, sólo estoy esperando que tu lindo culo se mueva —sonrió con cinismo. — Bueno, entonces vamos — salí de la habitación y bajé. Aún no estaba nadie despierto, como de costumbre, sólo estaba Dan, sirviéndose un trago. — Argg, Dan, es muy de mañana y tú ya estás bebiendo — me quejé. — Nena, es lo único que me hace soportar a tú loca madre — rió. Dan y mamá siempre peleaban por todo, pero era mejor no meterse, porque a los 5 minutos ellos ya estaban follando como conejos, nunca los entendería. — Pero no te preocupes, sé cómo calmar a mi fiera con un poco de... — ¡Asco! ¡No digas más, Dan! — sonrió, mostrando esa increíble sonrisa con un diente quebrado. De verdad quería a Dan, aunque fuera un loco hijo de puta a veces. *** POV Kilian ¡Santa mierda! ¿Por qué esa maldita falda es tan corta? Apenas podía tapar su jodido redondo trasero, pude ver sus malditas bragas negras y mierda, mi pantalón se sintió estrecho en la parte de mi entrepierna. Odiaba pensar que eso le pasaría a cada jodido chico en su instituto. — ¡Zoey! ¿Por qué esa falda es tan malditamente corta? ¡Te vi todo mientras bajabas, saltando como un jodido conejo! — ¡Oye, no es tan corta! — hizo un puchero. Mierda, ¿por qué era tan linda? — He visto a algunas chicas usando faldas mucho más cortas. — Sí, bueno, es porque son putas y tú no eres una puta. — Tal vez yo sea toda una puta a escondidas — Dan se atoró con su cerveza al reírse. Maldito. No se supone que eso le cause gracia. Pensar en como una puta, mierda… eso me enfureció, porque parezco un maldito perro en celo cuando hablo de Zoey, pero es sólo porque estoy loco por ella, jodidamente loco. Me encanta, yo… yo la amo, pero ella es la única estúpida que no se da cuenta, cuando es muy evidente. Según lo que me han dicho, supongo que ella piensa que sólo soy como un hermano sobreprotector y ninguna chica me ha dicho no, ninguna se me resiste. Sé cómo hacer que caigan ellas y sus bragas, conozco todas las movidas, pero con Zoey… con ella todo es más difícil, porque no quiero arruinarlo, me da miedo que se quiera alejar de mí si le digo lo que siento, así que mejor dejo la mierda como está. — Deja de decir estupideces y vámonos. — Uhh, qué amargado bebé — ella salió del club y antes de hacer lo mismo, Dan tomó mi brazo. — Chico, sólo déjalo salir, esa nena se pone cada día más hermosa — mierda, Dan se estaba poniendo romántico—, y la escuché hablando sobre un tipo con Helen — Zoey nunca me decía nada sobre chicos, sabía que les amenazaría. — Cuida ese culo respingado — si hubiese sido cualquier otro tipo, hubiese enterrado su cara en la pared, pero Dan no lo dice en esa forma, porque quiere a Zoey como si fuese su hija. Tampoco quiere a nadie alrededor de ella, sólo a mí y eso es genial. — Lo sé, Dan. — ¡KILIAN! —y entonces, dejé la mierda romántica y salí, sólo para ver a Zoey sobre mi motocicleta, en una maldita pose de puta de calendario, recostada sobre ella en su maldito uniforme de colegiala, pidiendo a gritos “fóllame” y mierda, creo que me corrí un poco en mi pantalón. — Siéntate bien, mujer — caminé hacia ella, con una maldita erección dolorosa que iba a empeorar cuando me subiera y se envolviera en mí, como siempre hace. — ¡Pareces una tortuga, idiota! ¡Rápido! — Jódete, Zoey — me subí y como les dije, todo empeoró cuando ella envolvió sus brazos en mi cintura y apretó sus pechos en mi espalda. Mierda, esto era doloroso, tenía 19 años y parecía un maldito adolecente de 15, esto sólo me pasaba con Zoey. Arranqué, con la esperanza de que el aire fresco arrancara esos pensamientos de mí, pero eso fue imposible, ya que mi Zoey metió su mano en mi camisa y con su pulgar, acarició mi abdomen. Me tensé al instante. — ¿Qué pasa? Estás tenso — dijo a mi oído, elevando la voz para que la escuchase. — Me estás distrayendo con esa caricia, Zoey, saca tu mano — la verdad, era que quería que su mano bajara y se hiciera cargo de mi dolorosa erección. — Eres un asco, ¿cómo piensas así de mí? — ¡Auch! Dolió y ella rió. Ignoré el “asco” que pronunció y seguí conduciendo hasta llegar a su instituto. Ella se bajó y le sonrió a su grupo de amigas, que la esperaban en la entrada. Yo también les sonreí, lo que sólo sirvió para elevar mi ego, ya que estoy seguro que con sólo esa sonrisa, las perras mojaron sus bragas. Lástima que no tenía el mismo efecto en Zoey. — ¡KILIAN! ¡Deja de hacer eso! — Bah, yo no tengo la culpa de que todas tus amigas sean como jodidas perras en celo — sonrió arrogante. — Eres un idiota, Kilian — frunció el ceño, enojada. — Eso dicen — me dio la espalda y antes de que se alejara, la tomé de la cintura y la estampé contra mi pecho. — Vamos, Zoey, no te enojes y despídete como es debido. Cuando Zoey y yo éramos pequeños, teníamos esta costumbre de darnos besos en la boca para despedirnos, pero habíamos dejado esa costumbre desde que ella cumplió 13 y para mi desgracia, comenzó a pensar que no era apropiado. Estúpida Zoey con su estúpida moralidad. — ¿No me vas a dejar ir si no lo hago, ¿verdad? — sonreí en respuesta, ella puso los ojos en blanco. A lo lejos miré a un tipo, de esos típicos idiotas deportistas bien parecidos, niños de mierda que creen tener el mundo a sus pies. El idiota estaba viendonos fijamente, claramente tenía algo por Zoey, ya que estaba estático en su lugar con su mandibula tensa y apretando sus puños. Yo tambien lo estaría, si mirase a otro idiota en mi lugar. Sonreí, nadie estaría en mi lugar nunca, cuando Zoey se acercó para besar mi mejilla, fui más rápido y su beso cayó en mis labios. — ¡Oye! ¿Por qué hiciste eso? — miró hacia atrás, esperanzada en que nadie lo hubiese visto, pero todos lo habían hecho, incluido el idiota deportista y al parecer, eso fue lo que le molesto a Zoey. — ¿Eres idiota? ¡Todos nos vieron, Kilian! — me empujó y ahora el enojado era yo. — ¿Y qué si todos nos vieron? — bufé.— Te pones así por nada, pareces idiota, Zoey. — Tú… Tú… ¡Arg! Ni siquiera tiene sentido tratar de razonar contigo — y entonces se fue enojada, meneando sus jodidas caderas, echándome en cara que ese lindo culo respingado no era mío… perra. ** 9 años atrás — ¡Kilian, Kilian! — exclamó Zoey. — Dan y mamá se han dado un besote, mamá lloraba porque Dan iba a una reunión peligrosa. — ¿Ah, sí? Bueno, papá también ha ido, pero mamá está feliz de que se haya ido, no entiendo por qué, a mí no me gusta que papá se vaya. Si se va, no puede jugar conmigo — hice un puchero y me crucé de brazos, odiaba que papá se fuera, tanto, que sentí las lágrimas venir. — Kilian, no llores — Zoey envolvió sus pequeños brazos a mi alrededor y me apretó tanto como pudo… claro que no iba a llorar, papá dijo: “Kilian, siendo mi hijo, está prohibido llorar, tienes que ser fuerte como papá”. Así que no iba a llorar, se lo prometí a papá, ¿pero entonces...entonces porque estoy llorando? ¡Deja de llorar, Kilian! ¡Avergonzarás a papá! — ¡Zoey! ¡Si me abrazas, harás que lloré más! ¡Aléjate! ¡Le prometí a papá que no lloraría nunca! — ¡Ohh, rayos! Está bien, ya no te abrazaré — entonces me soltó, pero no entendía, las lágrimas aún salían y no paraban. — N-no paran, Zoey, ¿q-que haré? — por más que pasaba mis puños por mis ojos, no paraba. ¡Estúpidos ojos llorones! — ¡Ohh, tengo una idea! Dan siempre le da un beso a mamá cuando llora y ella deja de llorar cuando él lo hace. ¿Qué tal si yo te doy un beso a ti? — ¿C-crees que funcione? —ella asintió, con una gran sonrisa en su rostro. — Bien, en-entonces d-dame el beso. —Mmm… primero tienes que cerrar tus ojos y estirar tus labios así — ella estiró sus labios rosados y la imité, cerrando mis ojos. Entonces sentí sus labios chocando con los míos, abrí mis ojos sorprendido y la miré… ¡Tenía sus ojos cerrados, totalmente concentrada y sus mejillas estaban rojas como caramelos de cereza! Me gustó, se miraba linda así y sus labios sabían a su brillo de princesas sabor a fresa que tanto le gustaba ponerse y que a mí tanto me gustaba comerme, siempre se enojaba cuando lo hacía. Ahora lo podía comer de sus labios, ¡eso era genial! ¡Definitivamente, le daría muchos besos todos los días! — ¿Ves? Dejaste de llorar — sonrió y me di cuenta de que sí, efectivamente ya no estaba llorando. — ¡Ese fue un beso mágico, Kilian! ¡Un hechizo para no llorar! — ¡Sí! Ahora, cuando debamos decir adiós, me darás un beso! ¡Así no estaremos tristes! — ¡Sí! Y cuando tú papá se vaya a reuniones también! ¡Muchos besos! — elevó sus manos y dio vueltas riendo, entonces la abracé. — Gracias por el hechizo, Zoey, ¡eres la mejor! Tus hechizos sólo son míos — ella asintió. — ¡Sí! ¡Sólo tuyos!
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