— Mamá, no puedo respirar. — Murmuro mientras una de mis doncellas me ajusta, demasiado fuerte, mi corsé. Escucho como mi madre suelta un risita y entonces aparece en mi campo de visión. — Una reina debe aparentar comodidad y tranquilidad, así su pueblo confía más en sus decisiones. Y aún más, cuando hoy su futura reina se va a casar. Sin querer le ruedo los ojos y ella me advierte con la mirada. — Como tú digas, madre. Pero si me desmayo en plena boda solo será tu culpa. Esta vez es ella quien me rueda los ojos, así que le hace un pequeño gesto a mi doncella para que afloje un poco el corsé. Me siento mejor al instante. — Gracias. Unas dos horas después no me reconozco. Cabello semi recogido, con unas ondas cayendo suavemente por mis hombros; un hermoso vestido blanco, sencil