Doy un paso adelante, demasiado desconcertada y veo cómo la baronesa se acerca a mi ahora esposo. Le acaricia el rostro dejando salir un resoplido con adoración.
―¿Él está en…?
―En coma, lleva un año así luego de un accidente. Su auto cayó del puente al lago y estuvo al borde de la muerte en más de una ocasión ―interfiere fríamente.
―¿Cómo es que nuestro matrimonio es legal? Él ni ha firmado los papeles ―espeto sintiendo que he caído en alguna trampa.
Carmelia Goldenblatt se gira clavándome su mirada.
―Zaiden me dejó el poder legalizado por el tribunal y un testamento donde podré realizar su matrimonio en caso de quedar indispuesto, además, con un solo propósito; un heredero. Por eso también dejó congelado su esperma en el laboratorio, mismo donde te harán la inseminación en unos días. Estás sana, necesitas procrear pronto un heredero para los Goldenblatt y que la fortuna de Zaiden siga su flujo ―habla y pestañeo.
―Han perdido la cabeza ―farfullo ante la demencia. «Vieja loca»―. Me voy, quiero el divorcio, olvídense de esto porque no seré parte de este circo ―añado girándome para hacer ademán de salir, pero un sujeto con traje se interpone en la puerta impidiendo que salga.
―¿Estás segura de ello? Porque tu familia perderá todo si llegas a proceder a un divorcio contra los Goldenblatt, apenas volverán a resurgir y tú…arruinarás todo ―dice llamando mi atención, le veo y ella camina con parsimonia―. Marlena Belmonte, ahora estás casada con Zaiden y serás la madre de sus herederos, porque dudo que quieras ver a tu padre arrastrado por perder toda la dinastía ¿Cierto? ―Añade amenazante acercándose a mí, sujeta mi rostro con su mano obligándome a mirarle. Me tenso por completo y me aguanto las ganas de abofetearle.
―Responde, Marlena ¿Estoy en lo correcto? ―exige.
Tomo una bocanada profunda de aire batiendo mi rostro para que deje de tocarme.
―Sí, baronesa ―respondo tragándome la rabia y la impotencia mientras que el nudo en mi garganta se forma más fuerte.
Ella sonríe sin gracia para clavarme su mirada fría.
―Bien, te quedarás a partir de hoy en castillo, traerán tus cosas y lo que necesites podrás pedírselo a Fabricio; el mayordomo ―dice―. Una cosa más, mi nieto está siendo monitoreado las veinticuatro horas del día por más de diez cámaras en todos los ángulos. No intentes hacer algo estúpido ―agrega como si tuviera la intención de ser la asesina de un comatoso.
Me siento frustrada, enojada y sin poder hacer nada ni defenderme. Cruza las puertas saliendo para dejarme a solas con mi esposo cerrando las puertas en mi rostro. Mi cuerpo vibra al sentir la soledad del lugar con el sonido de las máquinas. Giro mi rostro sobre mi hombro para verle y las lágrimas se brotan sin más.
**
Al siguiente día…
Camino de un lado a otro dentro de la habitación que me han proporcionado, misma donde no he podido dormir por la ansiedad y es que no duré ni media hora encerrada con Zaiden. El sonido de las máquinas se grabó en mi mente provocándome pesadillas. No parece un monstruo o ser la persona de los rumores, pero…¿Cómo será cuando despierte? Hay tantas dudas en mis pensamientos y siento que me convertiré en una loca más de los Goldenblatt si sigo así.
Decido salir de la habitación y camino directamente al salón donde se encuentra mi esposo.
―Señora Goldenblatt, ¿desea comer en…?
―Llévenme la comida al salón, comeré con mi esposo, por favor ―intervengo y empujo las puertas dobles mirándole en el mismo lugar que ayer. Observo las cámaras y dejo salir un resoplido para acercarme a él y verle mejor.
Cuando lo hago; noto que es más guapo de lo que pensé, su nariz respingada, labios finos y pincelados, pómulos prominentes con mandíbula marcada, sus cejas del grosor perfecto y su cabello…un poco desordenado. Alzo mi mano acercándola lentamente a su cabello para peinarlo y mi cuerpo se estremece de forma extraña. ¿De qué color serán sus ojos? Me los imagino claros y profundos.
―Me llamo Marlena, soy tu esposa, por si no lo sabías ―murmuro―. No me juzgues, ambos estamos atrapados en esto, pero créeme, trataré de que sea divertido o ameno, si tan solo supiera qué cosas te gustan o me pudieras responder, no parecería una tonta en este momento ―añado resoplando.
**
Otro día…
―Comeré con mi esposo ―intervengo de nuevo al mayordomo dirigiéndome al salón. He pedido algunas cosas para ser más recreativa, esperando que por lo menos me esté escuchando. Recibí una llamada de mi padre ayer y puse al tanto de todo a mi familia.
Él se molestó y se alteró de más para sentirse mal, tuve que decirle que no me siento incómoda y que estaré bien en un intento de calmarle y no intente arruinar el tratado que ha conseguido con este matrimonio. A Nikolai también le molestó, diciendo que no aceptará diseñarle más a la baronesa, él me pudo sacar una sonrisa con sus elocuencias y sus palabras de aliento, diciéndome que: “Por lo menos no es un viejo verde con el que tendrías que acostarte” tiene razón, pudo haber sido peor.
―¿Estás listo para un día de diversión? Traje varios juegos de mesa, libros del país de donde vengo, sobre minerales y cortes de diamantes junto a muchas películas de romance. Lo siento si no te gustan, pero tendrás que soportarlo ―digo hacia Zaiden, quien por obvias razones no se inmuta―. Esto será más complicado de lo que pensé ―murmuro.
**
Muevo la ficha de ajedrez sobre el tablero.
―¡Jaque mate! ¡De nuevo! Eres muy bueno jugando esto, deberías de dejarme ganar una vez, se supone que soy tu esposa ―Termino carcajeándome porque estoy perdiendo la cordura de algún modo.
**
“El diario de una pasión” se reproduce en el proyector que he pedido colocar para nosotros e hipeo llorando con la escena del final.
―El amor es…doloroso ―digo limpiándome las lágrimas para ver a Zaiden. Por primera vez; decido tomar su mano y me siento electrificada, mis pulsaciones se desconciertan por lo que siento―. Solo te daré la mano, no intentes llegar a tercera base conmigo ―bromeo en medio de la nostalgia.
Siempre he anhelado un amor intenso que te desgarre y te haga sentir mariposas en el estómago, de esos amores de película que te marcan por completo. Pero estoy muy lejos de vivir algo como eso.
**
Me quedo dormida sobre su mano luego de una jornada ilustrativa con él.
―Señora Goldenblatt… ―Llama Fabricio sobresaltándome. Le miro somnolienta―. Ya es de día, ¿durmió aquí toda la noche? ―Pregunta y miro a mi alrededor percatándome de que me he quedado aquí con Zaiden.
―Sí, eso creo.
Él me da una sonrisa.
―Es muy dulce al hacerle compañía al señor, él no trataba con mujeres y no dejaba que se le acercaran…cualquiera en la posición de usted, hubiera estado más que lejos de este salón disfrutando de la fortuna de los Goldenblatt, usted…parece diferente y espero el señor pueda conocerla y se dé cuenta de que no todas las mujeres son belladonas letales ―menciona sorprendiéndome.
―¿Por qué piensa eso? ―Pregunto. Él niega con la cabeza.
―No está en mí decirle ―responde con simpleza―. ¿Desea desayunar aquí? ¿Estoy en lo correcto? ―Inquiere y asiento. Sonríe alejándose de mí.
Miro a Zaiden.
―Para ser un hombre en coma, parece que guardas más misterios de los que imaginé ―menciono suspirando.
**
Un mes después…
Veo la prueba negativa de embarazo; van dos inseminaciones y ambas han fallado por completo. Tiro la prueba en el cesto sintiéndome frustrada, puesto que no estoy cumpliendo con el deseo de la baronesa. Poso mis manos en el lavamanos…tengo más de un mes casada con Zaiden, no pensé que duraría tanto y ha sido más llevadero de lo que imaginé.
Salgo del baño encontrándome con la baronesa.
―¿Estás embarazada? ―Pregunta sin más.
―Podrías preguntarme si estoy bien, tenga un poco de humanidad ―farfullo.
―No me interesa si estás bien o no ¡Necesito un heredero de mi nieto! ―Exclama alterada.
―¡Adopte a un perro! ¡De todas maneras es un heredero! ―Grito un poco cansada de sus tratos.
He estado encerrada en este castillo, conviviendo con su nieto, recibiendo hormonas, tratamientos que están haciendo estragos en mi cuerpo; todo para cumplir con el tratado.
―Insolente ―gruñe levantando la mano para intentar abofetearme, le detengo la mano sosteniendo su muñeca con fuerza―. ¡Suéltame, bastarda! ―Exclama.
―Puedo ser de todo; pero no una bastarda. Recuerde que soy una Belmonte de nacimiento, la única heredera de la dinastía ―Manoteo su brazo alejándola de mí y sus ojos se abren de golpe―. No estoy embarazada, pero lo estaré y no quiero que siga hostigándome con sus preguntas. Cuando esté en cinta, se lo haré saber ¿Quedó claro? Ahora con permiso, iré a hablar con mi esposo ―añado apartándola de mi camino.
―¿Por qué hablas con él? Los de seguridad te han visto pasar todo el día con él, hablándole, jugando, viendo películas y hasta durmiendo a su costado ¿Qué pretendes conseguir con eso? Él quizás nunca despierte, solo te estás esforzando en vano cuando deberías de concentrarte en quedar en cinta, niñita ―manifiesta y paso saliva apretando mis manos por sus palabras.
―Él también es un ser humano y yo su esposa ―digo nada más para seguir con mi camino dejándole el rostro de mil colores por el cólera.
Llego al salón viéndole acostado y esbozo una sonrisa.
―Hoy tampoco serás padre ―murmuro con cierto cansancio.
**
Meses después…
Llego de hacer compras con Nikolai, pasamos la tarde juntos con los guardaespaldas de la baronesa muy cerca de nosotros. Me hacía falta salir con él, me subió los ánimos con sus bromas y aconsejándome ante mis sentimientos encontrados que han aparecido y crecido estas últimas semanas de la forma en la que nunca imaginé.
Subo hasta la habitación dejando las bolsas de compras en la cama y camino al baño deteniendo mis pasos al recordar que debo de hacerme una prueba de embarazo, pero…tengo cierto miedo a la decepción de saber que también sea negativa. Decidida; abro el cajón con las pruebas y tomo una para proceder a hacérmela.
Luego de tomar la muestra de orina dejo la prueba en el lavamanos esperando ansiosa.
―No pasará nada si sale negativo, volveré a intentarlo ―murmuro para mí tomando bocanadas profundas de aire por los nervios y el nivel alto de estrés.
Transcurren los minutos y cierro los ojos para mirar la pantallita de la prueba “positivo” se lee cuando abro los ojos y cubro mi boca sintiendo cómo mis ojos se escuecen rápidamente. Sonrío conmocionada para sollozar y sostener mi vientre. «Seré madre» pienso emocionada y que debo de decirle a Zaiden la gran noticia. Últimamente he sentido una conexión fuerte y cada vez me lo imagino despertando y siendo el príncipe azul que siempre soñé luego de que se entere que quien le hablaba era yo.
Limpio mis lágrimas tomando la prueba de embarazo para salir efusiva de la habitación y decirle la gran noticia. Empujo las puertas del salón y la sonrisa se me borra porque no le veo sobre la cama de hospital, las máquinas están apagadas y no está…
―Señora Goldenblatt ―pronuncia Fabricio. Me giro encontrandome con su rostro.
―¿Dónde…está? ―Pregunto desconcertada. Pienso en lo peor, que ha muerto y siento los golpes fuertes en el pecho de mi corazón asustado.
―Despertó finalmente, señora ―anuncia con una sonrisa.
Mis ojos se abren como platos y me coloco sentimental porque por fin podré vivir un matrimonio normal. «Dos buenas noticias» pienso con el nudo en mi garganta, pero la emoción me puede más y ansío conocerle en persona ¿Le gustaré? ¿Estoy bien maquillada? ¿Me cambio de ropa?
―¿Dónde se encuentra? ―Pregunto ya que, no se me comunicó.
―Debe de estar en su despacho, no ha querido estar más en cama y quiso ponerse al tanto de sus acciones y empresas, aunque, señora…no le he visto bien. Es mejor que espere a unos días para… ―dice. Decido no esperar más, lo he hecho lo suficiente todo este tiempo.
Con mi corazón palpitando con fuerza, oculto la prueba en el bolsillo de mi vestido en corte “A” y camino al mencionado despacho de Zaiden. «Espero gustarle» muerdo mi labio con nerviosismo y las sirvientas me miran acercarme, les doy una sonrisa, pero ellas salen corriendo despavoridas. Arrugo mi entrecejo con desconcierto y termino de llegar a la puerta inmensa del despacho. Acerco mi mano al pomo de la puerta y esta se congela en el aire antes de tocarlo.
Unos gemidos detrás de la puerta me confunden por completo y me contaminan de pensamientos enfermizos. «No es él, es imposible» conteniendo la respiración termino de sostener el pomo y lo giro abriendo la puerta. Mis ojos vislumbran la escena de Zaiden entre las piernas de una mujer castaña que creo haberla visto hablando antes con la baronesa. Él sigue vestido de traje, pero sé lo que están haciendo puesto que las cosas están tiradas al suelo y ella semidesnuda sobre el escritorio.
La mujer se sorprende al verme y se cubre rápidamente. Mi corazón se detiene y me asqueo de inmediato posando mi mano en el vientre sin entender lo que está ocurriendo.
Él se gira para verme y sus ojos son de un color verde nunca antes visto, como puñales se atraviesan en mí; es sumamente atractivo, me mira con una sonrisa sardónica que me causa escalofríos de pies a cabeza. Empuja a la mujer acomodándose el pantalón con un poco de tambaleo como si estuviera alcoholizado y se coloca erguido, cuando lo hace, noto su tamaño y es…muy alto. Eso me da miedo, pavor y recuerdo el pánico que eso me produce.
―Ahí está mi esposa cazafortunas ―suelta él con una voz ronca e imponente junto a su acento marcado como el de la baronesa―. Eres solo una cría que quería mi fortuna ¿No es así? ―agrega fríamente. Niego con la cabeza―. ¡Mentirosa! ¡Todas lo son! ―Exclama sobresaltándome, sus ojos parecen de un depredador y mi respiración se acelera cada vez más.
―Cariño, sigamos disfrutando…de todas maneras, te divorciarás de esta oportunista ―dice la mujer llamando mi atención.
―Zaiden…
―¡No te atrevas a pronunciar mi nombre! ¡Y deja de temblar! ―Ladra.
―¡No puedo! ―Chillo a punto de sufrir un ataque de pánico―. Estamos casados, te encontré con una mujer siéndome infiel ¡¿Cómo crees que me siento?! ―Grito a punto de reventarme a llorar. «Estaba sintiendo cosas por él, ¿por eso siento que mi corazón se desquebraja?»
―Me importa una mierda lo que sientas ―farfulla fríamente. Aprieto la prueba en mi bolsillo sintiéndome peor―. ¡Largo de aquí! O me encargaré de hacerte sufrir de mil maneras. Eres parte del problema, de la oscuridad y de todo lo malo, eres una escoria que pensó haber ganado al casarse conmigo…te equivocaste por completo. Recibirás los papeles del divorcio de inmediato, procura firmarlos o me encargaré de hundir a toda tu familia quitándoles más del dinero que han obtenido de mí ―manifiesta siendo cruel, despiadado y un…monstruo.
No pienso estar más tiempo para seguir siendo humillada por esta familia. Necesito irme. Me doy la vuelta al mismo tiempo en que mis lágrimas se desbordan por mis mejillas, corro de forma despavorida queriendo salir de una vez por todas de este castillo. La baronesa aparece en mi camino deteniéndome.
―¿A dónde crees que vas? No me diste un heredero, fallaste totalmente y mi nieto despertó rechazando tu matrimonio. Entrégame el anillo ―Me pide.
Pero no me esperaba nada menos que eso de ella. Me lo arranco del dedo frunciendo mis labios.
―Púdranse todos los Goldenblatt ―gruño lanzándoselo al suelo para que lo recoja y sigo mi camino a la salida mientras que las lágrimas no dejan de salir. Fabricio me pide un auto y me subo a él pidiendo que me lleven a donde mi padre.
De solo recordar la mirada furiosa de Zaiden mi cuerpo se estremece con el sollozo, ¿cómo pudo ser todo lo contrario? Solo me demostró ser el monstruo del que todos hablaban; uno muy cruel…
**
Llego a la casa y abren la puerta para mí, mi padre sale a verme con su rostro de sorpresa.
―Hija… ―logra pronunciar cuando me le abalanzo echándome llorar. Él no dice nada más, solo me consuela acariciando mi cabello dejando que suelte toda la impotencia y el dolor de mi interior.
Logro dormirme, durante un día completo, sin querer comer ni hablar. La puerta se abre dándole paso a mi padre.
―Tienes que comer algo ―dice suavemente.
―No tengo apetito.
―Mi pequeño zafiro, me duele verte así. Supe que él envió los papeles de divorcio, la baronesa dijo que no repercutirá esto en lo ya negociado, pero desea que firmes…serás libre ―menciona y le miro cuando acaricia mi hombro. «Divorcio» repito en mi mente.
Me reincorporo en la cama y de repente me retuerzo por un dolor intenso en el vientre. Grito doblándome y mi padre se asusta cuando aparto las sábanas y veo rojo mucho rojo.
―¡Te llevaré al hospital! ―Exclama.
No sé qué me ocurre…
**
Horas después…
―Lo lamento, ha sufrido un aborto espontáneo ―anuncia el Doctor. Cubro mi boca por la noticia y no puedo contenerme más, sufrí los tratos de la baronesa, estuve casi un año cuidando a mi esposo quien me trató como una basura al verme y ahora…he perdido a mi bebé, todo por su culpa. Comienzo a gritar desesperada, furiosa y con ganas de que paguen por todo lo que me hicieron.
El Doctor se va dejándome con mi padre.
―Hija, cálmate por favor… ―pide asustado.
―¡No! ¡Ellos pagarán por todo! Me vengaré y los destruiré, sobre todo a él…a Zaiden Goldenblatt, suplicará por perdón…no saben a quién le han hecho daño ―gruño vuelta un mar de lágrimas con el corazón doliéndome por la reciente pérdida mientras que mi padre abraza con fuerza a su pequeña destruida por el cruel monstruo Goldenblatt.