Mis ojos se quedan en el auto, desconcertado por lo que acabo de escuchar. Alaric sale del lugar posándose a mi costado viendo lo mismo que yo. ―¿Acaba de insultar a tus nalgas? ―Pregunta mi amigo. ―Eso creo… ―murmuro sorprendido. Alaric posa su mano en mi hombro de golpe. ―Buena suerte, porque esa chica te sacará de casillas más de una vez ―dice riéndose. Suelto un resoplido porque tiene razón. ―Deberías de irte, tendrás una primera noche de bodas muy larga ―acota llamando mi atención. ―De todas maneras, no ocurrirá nada, no puedo ni tomar su mano, mucho menos cumplir como esposo ―espeto. ―Yo no hablé de sexo, fuiste tú el que pensó en eso. Vejestorio griego y pervertido ―suelta de forma burlona negando con la cabeza para volver a la fiesta mientras se carcajea. ―¡No soy