Con un gruñido, Daisy se sube a los tres cajones empotrados de la cómoda. A su derecha e izquierda hay espacios vacíos con una barra en la parte superior esperando a que cuelgue más trajes. Sobre ella hay tres estantes llenos de cajas con artículos diversos que pertenecen a Michael y Matthew. Todo el vestidor es suyo, pero no tiene suficiente ropa para llenarlo ni a la mitad, así que la otra mitad está vacía o sirve de almacenamiento para cosas al azar.
Quack. Quack. Quack. Quack.
Si Daisy pudiera soltar el estante para darse una palmada en la cara sin caer y morir, lo haría. Maldice en voz baja y apoya la frente contra la madera pintada, —¿Por qué puse eso como tono de mensaje?
Michael y Matthew le habían quitado el teléfono a Daisy después del primer set de mensajes de texto. Su razon
