Dave.
Subo por las escaleras de mi edificio y al poco tiempo entro a mi departamento. Al menos ya está completamente arreglado y no tengo que llegar a limpiar nada extra. Me muero de hambre y cuando busco en el refrigerador me doy cuenta de que no soy bueno haciendo compras del súper porque nada de lo que hay dentro me sirve para una gran comida.
Me quito la camisa y me cambio por unos pantalones de dormir y una camiseta que no creo que esté sucia. A los pocos minutos, alguien toca la puerta.
Mat está recargado sobre el umbral y pone las llaves de mi auto frente a mi cara.
—Gracias por el auto, güey —dice en español; dejo que entre al departamento.
— ¿Qué tal New Jersey?
—No tan bien.
— ¿Qué pasó con la disquera? —pregunto, recordando que ese fue el motivo de su viaje.
—Pues, como
