April. Sé que en cualquier momento Mónica va a llamar a mi puerta y lo único que puedo hacer es prepararme para darle la mejor versión de mí; la versión fuerte e indiferente que todo el mundo conoce; una versión que necesita maquillaje para cubrir las bolsas bajo sus ojos y que se lleva su dosis de hierro diario a la boca para compensar la anemia que le provoca su vómito; una versión que odia a su hijo simplemente por existir y no por ser el único que la hace sentir libre de ser ella misma. Mónica toca la puerta de mi casa, así que tomo una respiración y la hora de la actuación llegó. — ¡Sorpresa! —grita cuando abro la puerta. —Mónica ¿Qué haces aquí? —pregunto, fingiendo sorpresa total. Permito que me abrace rápidamente y la hago entrar—. Vaya, no esperaba verte. ¿Cuándo llegaste?