Gruñí al abrir los ojos. Confundida, miré a mi alrededor. Ya no estaba en el campo de entrenamiento. Estaba en una cama en el hospital de la manada.
"¿Cómo llegué aquí?"
"Te desmayaste" me respondió mi lobo.
Poco a poco me senté en la cama. Estaba sola en la habitación, pero vi a mis padres parados afuera de la puerta con el médico.
—¿QUÉ?! —Escuché a mi padre rugir, haciendo temblar la habitación.
Salté ante su rugido. Luego lo escuché salir del hospital con mi madre gritándole detrás. Un momento después, el Dr. Mitchell entró en la habitación.
—Veo que estás despierta, Jemma. —El hombre había cuidado de la manada desde antes de que yo naciera—. ¿Cómo te sientes?
Encogí los hombros. Me sentía adolorida y un poco mareada.
—Bien. ¿Qué pasó?
—Te desmayaste durante el entrenamiento.
Fruncí el ceño. Nunca me había desmayado durante el entrenamiento.
—¿Por qué?
Apresuró sus labios mientras mi madre entraba en la habitación. Se sentó a mi lado en la cama.
—Mamá, ¿qué está pasando?
Ella miró al médico.
—Necesitamos hablar Jemma —dijo con un tono de decepción en su voz—. ¿Está bien para irse?
El médico asintió.
—Sí, Luna. Solo tómalo con calma, Jemma. No más entrenamiento.
Mi corazón saltó.
—¿Qué? ¿Por qué? —Casi grité —¡Mamá!
Mi madre negó con la cabeza mientras tomaba mi mano.
—Necesitamos hablar.
—¿Qué está pasando? —Sentí lágrimas asomándose en mis ojos.
Mi madre se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia la puerta.
Me levanté lentamente, todavía sintiéndome adolorida y mareada. Ella me rodeó con un brazo. Caminamos lentamente fuera del hospital y hacia la casa de la manada. Vi a mi hermano sentado en la sala de estar con Lewis y Jeremy.
—¡Jemma! —Iain saltó y corrió hacia mí—. Nos asustaste mucho.
Miré a Jeremy, quien todavía estaba sentado en el sofá.
“Estoy bien" le dije mentalmente.
"No parecías bien Jemma", respondió tristemente.
—¿Qué pasó? —pregunté a mi hermano.
—Te desmayaste. Eso es lo que pasó —explicó mi hermano.
Mi madre me alejó de mi hermano.
—Tenemos que hablar con tu padre. —Me llevó hacia la oficina de mi padre. Iain estaba justo detrás de nosotros. Mi madre se volvió hacia él. —Iain, vuelve a la sala de estar. Esto es entre tu hermana y nosotros.
Mi hermano empezó a decir algo, pero solo para recibir una mirada de mi madre. Suspiró y luego volvió a la sala de estar.
Mi madre me llevó a la oficina de mi padre. Mi padre estaba sentado detrás de su escritorio. Sus ojos verdes habituales estaban casi negros por la ira. Tenía un vaso de licor en la mano mientras nos observaba entrar. Me senté en una silla frente a su gran escritorio mientras mi madre se acercaba y se paraba detrás de él con una mano en su hombro.
Vi ira y decepción en sus ojos mientras me miraba fijamente. Temblé. Odiaba cuando me miraba así.
—Papá, ¿qué pasa?
Mi madre apretó el hombro de mi padre.
—Jemma, la razón por la que te desmayaste en el entrenamiento hoy es… —Hizo una pausa mientras mi padre gruñía —Estás embarazada.
Mi boca se abrió.
—¿Qué? —Sacudí la cabeza.
No había forma. Solo lo hicimos un par de veces. Y era mi primera vez. Pensé en mi cabeza.
—Pensé que te habíamos enseñado mejor que esto—. La voz de mi padre era baja y fría. Solo lo había escuchado usar ese tono con miembros de la manada que estaban siendo castigados.
—Lo siento, papá. —Miré a mi madre. Ella miró al suelo—. Fue solo una vez. No pensé que quedaría embarazada.
Gruñó.
—¿Te saltaste la parte de educación s****l donde dijeron que el sexo sin protección lleva a cachorros? —Miró a mi madre —¿No lo cubrimos con ella? —Luego me miró de nuevo—. ¿Quién es el culpable?
—¿Qué?
—El padre del bebé. Dime su nombre —me ordenó mi padre.
Tragué saliva. No había forma de decirle que era Jeremy. No había duda de que mi padre mataría a mi novio.
—Y-yo —tartamudeé con las palabras.
—Jemma, no me digas que no sabes su nombre. Eso empeoraría las cosas —me advirtió mi madre.
Suspirando, mantuve mi mirada en el suelo.
—Dinos —gruñó mi padre. —Dilo ahora mismo —ordenó con su tono alfa.
No podía desobedecerlo. Las lágrimas se acumularon en mis ojos.
—J-Jeremy —susurré.
Mi padre gruñó lo suficientemente fuerte como para hacer temblar las paredes y luego salió corriendo de su oficina con mi madre detrás de él. Me quedé paralizada por un momento hasta que escuché gruñidos y gritos provenientes de la sala de estar. Salí corriendo de la oficina hacia la sala de estar. Mi padre tenía a Jeremy atrapado contra una pared por el cuello.
El beta Mark entró corriendo en la habitación y fulminó con la mirada a mi padre.
—¡PHIL! ¿Por qué estás estrangulando a mi hijo? —Corrió hacia allí e intentó quitarle la mano al alfa del cuello de Jeremy.
—VOY A ARRANCARLE LOS TESTÍCULOS A ESTE PEQUEÑO HIJO DE P*** Y METERSELAS POR LA GARGANTA —rugió mi padre.
Todos en la sala de estar estaban congelados.
Jeremy empezaba a ponerse morado mientras luchaba por respirar. Me miró con ojos suplicantes.
—¡Papá! —le grité—. Por favor, no lastimes a Jeremy.
—¡PHILLIP! —gritó mi madre—. Déjalo ir.
Mi padre gruñó una vez más antes de soltar a Jeremy. Cayó en un montón a los pies de mi padre, tosiendo.
—¿Qué demonios fue todo eso? —gruñó el beta Mark a mi padre mientras se arrodillaba para ayudar a su hijo a ponerse de pie. Su pareja, Elizabeth, había entrado corriendo en la sala de estar y estaba parada al lado de su hijo y su pareja.
—Ese pequeño hijo de p*** dejó embarazada a mi hija— rugió mi padre.
Los suspiros de shock resonaron en la habitación mientras Jeremy me miraba.
“¿Estás realmente embarazada?” preguntó a través del vínculo mental.
"Supongo que sí", respondí. Los ojos de la manada se movían entre Jeremy y yo.
—Phillip, hablemos de esto como adultos racionales —dijo mi madre parándose frente a él.
Mi padre gruñó y salió de la habitación hacia su oficina. Beta Mark y Elizabeth lo siguieron. Jeremy caminó hacia mí y tomó mis manos.
—Lo siento, Jeremy—. Alcé la mano y toqué su cuello magullado.
Él sonrió y se inclinó para besarme.
—Está bien, Jemma.
Mi madre tocó mi hombro.
—Vamos a la oficina antes de que tu padre se enoje aún más—. Se dirigió por el pasillo.
Caminé de la mano con Jeremy detrás de mi madre. Entramos en la oficina y sentimos la tensión en el aire entre mi padre y su beta. Beta Mark estaba apoyado contra una pared mientras su pareja Elizabeth estaba sentada en uno de los sofás. Jeremy y yo nos sentamos en la silla frente al escritorio de mi padre. Mi madre estaba detrás de mi padre con la mano en su hombro.
—Mark, ¿nunca le enseñaste a tu hijo sobre el sexo seguro? —gruñó mi padre a su beta.
El beta gruñó en respuesta.
—¿Le enseñaste lo mismo a tu hija? Todos sabemos que ella no es completamente inocente.
Un gruñido salió de mi padre mientras intentaba levantarse. Mi madre agarró su hombro y lo mantuvo abajo.
—¡Phillip! —Ladró ella—. Estamos aquí para hablar. No matarnos el uno al otro.
Jeremy se levantó y miró a mi padre a los ojos.
—Alfa, te juro que tengo la intención de asumir toda la responsabilidad de mi cachorro y cuidar de Jemma. —Se volvió y me lanzó una sonrisa brillante—. La amo.
Le devolví la sonrisa, provocando un gruñido de mi padre.
—¿Y qué pasa con tus futuras parejas? ¿Quién va a querer una loba manchada? —me dijo mi padre—. Se supone que debes guardar tu virginidad para él.
Me crucé de brazos.
—¿Por qué está bien que Iain ande por ahí y no guarde su virginidad para su pareja, pero yo tengo que seguir siendo virgen?
—Podemos arreglar esto. Puedo hacer que el Dr. Mitchell consiga la medicina que lo arregle.
Envolví mis brazos alrededor de mi estómago cuando me di cuenta de lo que quería decir.
—No, papá. Voy a tener a mi bebé.
Mi madre le dio un golpe en el brazo a mi padre.
—Phillip, ¿acabas de sugerir abortar a nuestro primer nieto?
—Fue solo una sugerencia —murmuró él.
Jeremy miró fijamente a mi padre.
—Alfa, quiero que Jemma sea mi pareja elegida. Estamos destinados a estar juntos. Lo sé.
—¿Qué pasa si conoces a tu pareja destinada? —preguntó el Beta Mark a su hijo.
Jeremy se levantó y luego se arrodilló frente a mí. Me miró a los ojos.
—La rechazaré porque solo tengo ojos para Jemma. —Me sonrió—. Te amo, Jemma. ¿Quieres ser mi pareja?
Quería abrazarlo y besarlo, pero me contuve mientras nuestros padres nos veían.
—Te quiero, Jeremy. Quiero ser tu pareja—. Miré a mis padres.
—Bueno, ambos tienen mi bendición—. Sonrió mi madre.
—La mía también —intervino Elizabeth. Miró a mi madre. —No sé ustedes, pero estoy emocionada por mi primer nietocachorro—. Eso solo hizo gruñir a mi padre y su pareja.
—Oh, callaos, idiotas.
Mi madre carraspeó.
—Ven, Phil, Mark. Está resuelto. Los chicos se aman. Reconocen su error. Sigamos adelante.
—Tengo trabajo que hacer —indicó mi padre que había terminado la conversación. Miró la pantalla del ordenador—. Todos pueden irse ahora. Excepto Mark.
Jeremy se levantó y salió de la oficina con nuestras madres detrás de nosotros.
Al entrar en la sala de estar, de repente me sentí cohibida con los ojos de la manada sobre nosotros. Mi hermano y mi hermana estaban sentados en uno de los grandes sofás. Se podían escuchar comentarios susurrados de los demás.
Mi madre puso las manos en las caderas.
—¿Nunca han visto a una mujer embarazada antes? —Los miembros de la manada miraron al suelo mientras su Luna les hablaba—. Pensé que no. Ahora vuelvan a sus actividades.
Hubo murmullos mientras la mayoría de los miembros de la manada salían de la sala de estar. Mi madre y Elizabeth también salieron.
Iain se acercó a nosotros y fulminó a Jeremy con la mirada.
—No puedo ni mirarte, jodido —gruñó Iain a Jeremy.
Jeremy rodó los ojos.
—Lo que sea, Iain. No es como si tú fueras tan inocente.
—Pero Jemma...—tartamudeó Iain —¿Cómo pudiste...?
—Iain, no hice nada con Jemma que ella no pidiera —se burló Jeremy mientras mi hermano lanzaba un puñetazo en su cara. Jeremy retrocedió por el impacto y escupió sangre. Se apretó el puño.
—¿Podrían dejar de pelear, imbéciles? —les grité—. Iain, no te quedes ahí actuando como si fueras inocente cuando sabemos lo mucho que eres un mujeriego.
Iain suspiró.
—Es diferente.
Rodé los ojos y gruñí.
—¿Cómo? ¿Solo porque eres un hombre está bien que tengas aventuras, pero yo no?
Mi gemelo levantó las manos.
—Lo que sea, Jemma. Solo pensé mejor de ti. Lo menos que podrías haber hecho es usar protección.
—Ups —gruñí. —Lo hecho, hecho está. Amo a Jeremy y él me ama a mí. Vamos a criar a este cachorro juntos, y tú serás un tío genial, Iain —le grité a mi hermano.
Iain apretó los labios mientras fulminaba con la mirada a Jeremy, luego suavizó su mirada hacia mí.
—Tienes razón, Jemma. —Señaló con el dedo a Jeremy—. Mejor cumple tu promesa de cuidar a mi hermana, o te mataré.
Jeremy sonrió con suficiencia.
—Como digas, alfa. —Puso su brazo alrededor de mí y besó el costado de mi cabeza—. Ahora, si me disculpas. Mi pareja y yo tenemos algunas cosas que discutir.
Iain gruñó mientras Jeremy me sacaba de la sala de estar y me llevaba hacia su habitación.
Una vez adentro, suspiré mientras me sentaba en su cama. Respirando profundamente, inhalé el aroma celestial de Jeremy.
“No estás muy enojado conmigo, ¿verdad?” le pregunté a mi lobo.
“Sabes que siempre protegeré a nuestro cachorro sin importar quién sea el padre' respondió Leonora.
'Siento que Jeremy no sea nuestro compañero destinado. Pero, lo amo'.
La escuché suspirar.
'Entonces yo también aprenderé a amarlo'.
—¿Estás hablando con tu lobo? —Jeremy se sentó a mi lado en la cama.
Me recosté contra su hombro y asentí.
—Ella aceptará que nosotros somos elegidos como pareja en lugar de ser compañeros destinados.
Él puso su mano en mi vientre y besó mi mejilla.
—Siempre estaré aquí para ti, Jemma. Y para nuestro cachorro.
Me torcí para mirarlo. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo acerqué a mí. Presioné mis labios contra los suyos. Mantuvimos el beso por un momento antes de que él comenzara a besarme el cuello y bajar por mi pecho. Sus manos trazaron la piel de mi vientre. Me reí.
—Terminemos lo que empezamos antes —ronroneé mientras me quitaba la camisa.
Él sonrió y luego me empujó sobre la cama. Se quitó la camisa y luego se inclinó sobre mí, devorando mis labios con los suyos.
—Te amo, Jemma —susurró mientras nuestra pasión se encendía.
No podría ser más feliz. No me importaba que solo tuviera dieciocho años y estuviera embarazada. Tenía al hombre que amaba y nada iba a cambiar eso.