Jemma
Dos años después
Era la noche antes de mi cumpleaños número dieciocho y decidí pasarla con Jeremy. Estaba segura de que él sería mi pareja destinada; aunque en el fondo no me importaba. Quería a Jeremy sin importar qué. Él iba a ser mi primero.
Los últimos dos años habíamos salido y lo más lejos que habíamos llegado fue al sexo oral, pero esta noche íbamos a llegar hasta el final.
Unos minutos antes de la medianoche hubo un ligero golpe en mi puerta y se la abrí a Jeremy. Se veía tan guapo vestido con jeans y una camisa de botones.
—Ey, hermosa. Feliz cumpleaños —dijo y me entregó un ramo de flores. Eran principalmente orquídeas moradas oscuras y algunas rosas moradas.
—Son hermosas —dije y lo llevé a mi habitación. Miré el reloj. Diez minutos antes de la medianoche. Mi corazón latía fuerte mientras él cerraba la puerta y me acercaba a él. Me besó suavemente—. ¿Qué pasa si no resultamos ser parejas destinadas?
Me miró a los ojos, apartó un mechón de cabello y lo colocó detrás de mi oreja.
—Al diablo con las parejas destinadas, te quiero sin importar qué—. Me abrazó más fuerte. Nos besamos de nuevo, esta vez más profundo y sensual.
Él iba a ser mío, ya sea que la diosa lo hubiera decretado o no. Mientras nos besábamos, me empujó hacia la cama y nos separamos. Nos sentamos y el reloj marcaba cinco para las doce.
—Esto va a ser la espera más larga —murmuré.
Él tomó mi mano mientras esperábamos. Mi mente pasó por un millón de escenarios diferentes.
Luego, llegó el momento de la verdad. Dio la medianoche y el olor de Jeremy era el mismo que antes. Lo miré a los ojos y mi lobo no dijo nada. Mis hombros cayeron y las lágrimas brotaron en mis ojos.
—Así que no somos parejas destinadas. Al diablo con eso. Te quiero sin importar qué—. Limpió una lágrima suelta de mi mejilla y luego me besó suavemente. Me abrazó y el beso se profundizó. De repente, todos mis miedos desaparecieron y estuve de acuerdo. Lo quería sin importar qué.
—Hagámoslo. Parejas destinadas o no. Te quiero —le dije y nuestro beso se volvió más apasionado mientras el fuego se encendía entre nosotros.
“Jemma. No deberíamos hacer esto. Él no es nuestra pareja destinada” advirtió Leonora en mi cabeza.
“Oh, cállate. Estoy haciendo esto”
Gemí mientras Jeremy cubría mi cuerpo con besos. Se detuvo en mis pechos y con un movimiento rápido, arrancó mi sostén. Su lengua rodeó mis pezones. Gemí cuando sentí que mi deseo por él crecía.
Mis dedos arañaron su espalda dura. Gruñó de placer mientras sentía su mano trazando más abajo por mi cuerpo.
Chillé cuando llegó a la parte superior de mis shorts. Lo miré a los ojos y asentí. Su mano se deslizó dentro de mi ropa interior. Casi grité cuando me tocó allí abajo. Mis ojos rodaron mientras sus labios volvían a los míos.
—¿Estás segura de esto? —preguntó.
Lo miré fijamente.
—¿Te callarás y me lo harás?—gruñí.
Me sonrió.
—Bueno, cumpleañera, si insistes.
“Jemma” Mi lobo gruñó en mi cabeza.
“Leonora” gruñí de vuelta.
Ella gruñó.
“Deberíamos guardar nuestra virginidad para nuestra pareja destinada”.
“No quiero una pareja”. Le discutí.
La idea de ser propiedad de un solo hombre por el resto de mi vida no me atraía, a menos que ese hombre fuera el que estuviera encima de mí, haciéndome girar la cabeza.
“Bien. Pero te arrepentirás de esto” gruñó y luego se retiró hacia el fondo de mi mente.
Volví mi atención a Jeremy, ya que había deslizado mis pantalones cortos y mi ropa interior hacia abajo y ahora estaba frotando mi monte. Gemí fuerte cuando metió un dedo en mí. Arqueé la espalda cuando sentí su pene duro contra mi estómago. Bajé sus pantalones y agarré su gran y dura polla.
—Guau —Jadeé.
Se rió contra mi cuello.
—Seré suave.
Corrí mi mano arriba y abajo del eje. La piel suave se sintió bien en mi mano. Jeremy gimió mientras me besaba el cuello y los labios. Nuestros ojos se miraban fijamente.
Él me quitó las bragas por completo y se posicionó entre mis piernas. Se inclinó y me besó.
—¿Estás segura de esto?
—Deja de hacer preguntas tontas —gruñí.
Frotó mi clítoris unas veces con su gran pene antes de entrar lentamente en mí. Grité de dolor. Él se detuvo mientras me acostumbraba. Luego, comenzó a empujar suavemente dentro de mí. Mis gritos de dolor pronto se convirtieron en placer. Gemí mientras aumentaba su velocidad.
—Oh, mi diosa, Jeremy —grité.
Plantó sus labios en los míos. Mis piernas se envolvieron alrededor de sus caderas mientras empujaba. Mis manos arañaron su espalda. Comencé a arquear la espalda mientras levantaba las caderas para encontrarse con sus embestidas.
Se levantó ligeramente de encima de mí. Reposicionó mis piernas para envolverlas alrededor de su cuello. Jadeé cuando entró más profundamente.
—¡Santo cielo! —grité.
Mis gemidos de placer se hicieron más fuertes mientras me mojaba y él empujaba con más fuerza. Podía sentir mis paredes apretándose alrededor de él mientras me acercaba al orgasmo.
No podía creer que estaba haciendo esto. Pero se sentía tan bien.
—¡Mierda! —grité cuando tuve un orgasmo.
—Esa es mi chica —gimió. Con algunas embestidas finales y duras, liberó su orgasmo en mí. No me importaba que no estuviéramos usando protección. No había forma de que pudiera quedar embarazada la primera vez, pensé.
Él se recuesta contra mí, jadeando por unos momentos.
—¡Santo cielo! Eso fue… —Me detuve sin palabras.
—Feliz cumpleaños —susurró junto a mi oído.
Envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo y nos acostamos en nuestra felicidad post-s****l. Comenzó a besarme el cuello y bajó hasta mis pechos. Sentí que mi deseo volvía a aumentar.
Continuamos haciendo el amor hasta la luz de la mañana, sin importarnos las consecuencias.