Marcelo da los pasos más tensos que nunca, en su cabeza no cabe otra cosa más que pensar, ya que todo el espacio simplemente lo está ocupando Leticia, aun cuando quisiera derretirse y demostrarle todo a Leticia su ego no lo deja.
—Jamás va ser feliz usted, mientras continúe queriendo comprar todo con su maldito dinero —Leticia se asoma desde la punta de las escaleras, simplemente para decirle eso a Marcelo.
—Sé muy bien que tu no estas enamorada del tipo con el que estabas, ahora si nunca tu corazón ha dudado, ahora si lo empezara hacer, porque yo no seré alguien pasajero jamás en tu vida. —Marcelo sonríe y camina hacia la puerta, un suspiro involuntario sale de él.
—Espere —gritó Leticia y llega corriendo hacia donde Marcelo está, los ojos de Marcelo solo reflejan una ilusión que él quisiera esconder, pero no sabe cómo hacerlo.
—¿Qué quieres? ¿Qué te falta? supongo que salir con una de tus tantas niñerías. —Marcelo se ríe.
—Obviamente alguien tan insensible no podría entender lo que sucede conmigo, sabe que me siento tan miserable al sentir que usted será mi esposo. —Leticia aprieta sus labios, mientras que Marcelo estira su mano y agarra el mentón de ella, simplemente para que lo mire directamente a los ojos.
—Sabes que me estás dando demasiada importancia, sé que dentro de poco estarás sintiendo que no puedes vivir sin mí. —Marcelo voltea su rostro hacia otro lado al sentir como Leticia le empuja su mano.
—Lo menos que deseo es sentir sus heladas manos… No quiero que le haga algo a Eduardo, le digo porque usted obviamente no es una buena persona. —Leticia pasa saliva.
—Esa no debe ser una angustia para ti, me interesas tú, no ese hombre. —Marcelo le acomoda un mechón de cabello a Leticia y se queda por unos segundos completamente hipnotizado. —Sé que te enamoraras de mí— susurra Marcelo.
—Jamás pasará eso. —Leticia carraspeó su garganta.
—Tengo que irme, aunque me cuesta estar separado de ti. —Marcelo se inclina y besa la mejilla de ella—. No sabes el esfuerzo que estoy haciendo para no hacer lo mismo, pero con tus labios tan cerca tengo que obligarme a no devorarte a besos.
—Adiós —dice Leticia, todo al no saber cómo reaccionar a lo que acaba de escuchar, Marcelo se va sintiendo todavía más curiosidad por ella, de repente Rebecca aparece y solo la abraza con toda la intención de ubicar más a su hija hacia lo que a ella le conviene.
—Sé que Marcelo ya te está llamando la atención, por favor no me mientas porque yo soy tu madre —Rebecca dice.
—Jamás mamá sería una completa tonta si cambio la dulzura de Eduardo por la arrogancia de ese hombre —Leticia responde convencida.
—Lamento decirte que estás equivocada, borraras de tu vida a Eduardo evidentemente porque él para ti no es. —Rebecca se coloca demasiado seria cuando ve a Eduardo llegar.
—Leticia —dice Eduardo, sintiendo que ahora sí podrá sacar toda la tristeza de él al recuperar a la mujer que tanto ama.
—Mi hija no quiere hablar, Eduardo ella ya le dijo absolutamente todo, no comprendo porque viene hasta aquí solo para confundirla. —Rebecca está apretando el brazo de Leticia, de alguna manera debe asegurar que no le llevara la contraria.
—Déjanos solos mamá —habla Leticia y Rebecca lo hace, sin embargo, con su mirada solo presiona a Leticia.
—Espero que hayas pensado mi amor, porque claramente estoy que me muero por la decepción que tengo. —Eduardo demuestra su preocupación—. Tu no me puedes negar que has echado de menos todo el amor que yo te doy.
—Si estoy accediendo a hablar contigo es para repetirte que debes alejarte, realmente eso es lo que yo quiero que hagas. —Leticia cierra sus ojos, intentando esconder lo que ella siente.
—No me digas eso mi amor, tu siempre vas a estar disponible para mí —habla Eduardo.
—Lo estaré para el hombre que ame y aún no ha llegado, estar atada a ti es perder la oportunidad de conocer a alguien mejor y eso no me lo puedo negar, ahora no quiero ser egoísta porque también deseo que tú te termines enamorando. —Leticia está apretando los puños de sus manos.
—La mujer a la que te estás refiriendo espero que entiendas que eres tu. No puedo continuar con toda esta incertidumbre que se apodera de mi cabeza ¿Tienes a alguien más? Te juro que intentaré congelar mis sentimientos todo con tal de que tú seas feliz. —Eduardo le agarra las manos a Leticia, quien las mantiene completamente rígidas para él.
—Tu intuición no te dice toda la verdad porque no tengo que tener a otra persona para dejarte a ti, simplemente quiero estar sola, quiero gozar de mi libertad, pero estando contigo no lo puedo hacer tengo que privarme de muchas cosas para no incomodarte, todo porque quieres tener una novia perfecta y créeme que no lo soy yo. —Leticia arrugas su rostro soportando su dolor.
—La perfección es lo que precisamente tienes tú, me duele enterarme que solo yo estaba enamorado, que lo tuyo aparentemente solamente era lástima ¿Acaso no te importa todo el tiempo que nos hemos entregado? yo no soy el hombre más imbécil del mundo, tu pudiste haberme engañado durante mucho tiempo, pero me daré cuenta quien es el infeliz que nos está separando. —Eduardo llora sintiendo que su corazón está empapado de lágrimas.
—Yo no merezco que llores por mí. —Leticia acaricia el hombro de Eduardo.
—Solamente me estás confundiendo, estás demostrando preocupación por mí, pero no me amas; creí que sería yo el primer hombre en todo para ti, pero ahora me doy cuenta que tu pureza debe pertenecer a otro hombre, tal vez a alguien que no lo valore como debe ser y que solo te utilice para luego botarte como un pedazo de basura, en cambio yo te subiría en un pedestal sintiéndome el hombre más afortunado por ser el primero —Eduardo no deja de reclamar, siente que no es suficiente porque ella no cambia de opinión.
—No tengo nada más que hablar contigo. —Leticia camina hacia la puerta y la abre—. Te suplico que no busques más —dice Leticia observando hacia otro lado, cuando se da cuenta está sola, ella solo se lanza de rodillas sobre el suelo para sentirse muerta en vida.