Marcelo llega directamente a la casa de Eduardo, sabe exactamente cómo debe actuar, en su cuerpo están ingresando unos nervios como nunca los ha tenido, jamás ha sentido miedo de perder alguna persona tal y como le está sucediendo con Leticia.
Marcelo justamente cuando levanta su mano para tocar, abre la puerta Eduardo, los dos se observan fijamente, mientras que Marcelo lo hace descifrando por qué Eduardo termina siendo el hombre ideal para los ojos de Leticia si a simple vista se ve que nada de dinero trae.
—¿Le puedo ayudar en algo? —pregunta Eduardo.
—Realmente sí lo necesito a usted Eduardo —dice Marcelo.
—Supongo que debe estar equivocado, porque su rostro no me parece para nada familiar. —Eduardo arruga su frente.
—En realidad no lo está Eduardo, los dos tenemos bastantes cosas en común, me gustaría que me diera una oportunidad de escucharme unos cuantos minutos, sé perfectamente que el tema que tenemos en común es el más importante para los dos, quizás nuestros intereses son los que terminan por unirnos. —Marcelo mantiene su rostro intacto sin ni siquiera hacer una sola expresión.
—Tal parece que algo importante sí es, siga siéntase cómodo. —Eduardo no puede esconder lo irritado que está, puesto que Marcelo solo observa hacia todo lugar analizando cada imagen que alcanza a ver de Leticia junto a Eduardo.
—Solo vengo hasta aquí porque necesito aclarar unas cosas, sé muy bien que cuando los hombres amamos nos entregamos completamente hasta llegar a ser egoístas, sin embargo, hay una opinión que debería ser la que tiene más valor y esa es la de la mujer que amamos. —Marcelo observa a Eduardo, a quien cada vez tiene más confundido.
—No comprendo muy bien —habla Eduardo.
—Los dos sabemos perfectamente quién es Leticia. —Marcelo levanta su ceja, sabe exactamente que ya está manejando la mente de Eduardo.
—Me confunde ¿Usted quién es? —pregunta Eduardo, permaneciendo intranquilo.
—Sé muy bien lo inevitable que resulta no enamorarse de Leticia. —Marcelo saca una sonrisa sarcástica.
—¡Responda la pregunta que le hice! —exclama Eduardo.
—Soy el novio de Leticia. —Marcelo levanta su cabeza al saber que está dominando la situación.
—Eso termina por ser imposible, porque ella está conmigo —dice Eduardo manteniendo el anhelo de que todo sea una mentira.
—Eso no lo creo, debería colocar los pies sobre la tierra de Eduardo, sé que es duro cuando la vida tiene cambios para uno, sin embargo, absolutamente todo hay que aceptarlo tal y como viene. —Marcelo solo quiere que su imaginación funcione a la perfección para afectar a Eduardo.
—No me esté tratando como un iluso, yo sé exactamente quién es Leticia por algo la amo inmensamente. —Eduardo agacha unos cuántos segundos su cabeza, solo desea repetir que el mundo entero está equivocado al hacerlo sentir que Leticia lo está borrando completamente de su vida.
—Realmente es lo último que estoy siendo Eduardo, mi nombre es Marcelo, tal vez para usted sea un hombre como cualquiera no obstante, sé muy bien que me recordara para siempre, aunque tal vez no, quizás solo tenía que aparecer yo para que usted pudiera superar a Leticia, ya que ella está locamente enamorada de mí. —Marcelo está celebrando por dentro.
—Eso no puede ser —responde Eduardo decepcionado.
—Es cierto que la vida a veces decepciona, en mis manos no debería estar decirle toda la verdad, puesto que solo le debería corresponder a Leticia, sin embargo, para mí jamás será algo entretenido verla a ella sentirse mal todo por la intensidad que sale de usted Eduardo. Supongo que ella le dijo que no lo quiere. —Marcelo dobla sus cejas, es imposible para él no sentir celos.
—Leticia pudo haberme dicho eso, pero yo solo sentí que lo que sus palabras me decían no concordaba para nada con su mirada. —Eduardo mantiene su mirada tensa, aun cuando solo desea llorar.
—No puedo creer que una persona como usted alcance a confundir las cosas, ella simplemente tenia lastima por eso se lo aguanto a usted. —Marcelo camina de lado a lado.
—¡Jamás! —exclama Eduardo, intentando no ser pisoteado más.
—Posiblemente ella también fue un simple capricho para usted, algo que todavía le cuesta aceptar. —Marcelo aprieta los puños de su mano, al sentir rabia de no poder destruir cada cosa de Leticia que aún existe en la casa de Eduardo.
—Usted no puede hablar de las cosas que no sabe… Váyase de mi casa, ahora si vino hasta aquí con la intención de que yo renuncie al amor que le tengo a Leticia le juro que está perdiendo su tiempo, porque precisamente ahora me dieron muchas más ganas de luchar por ella —Eduardo habla muy fuerte.
—Es lo que voy a hacer ya cumplí con mi deber, ahora por más de que intente abrirle los ojos sé que no puedo más, y no sabe la lástima que me da, no me gustaría estar en sus zapatos porque por suerte ella solo estará conmigo. —Marcelo estira su mano esperando un apretón de manos el cual sabe que no llegará, pero también disfrutando cada tormenta que le produce a Eduardo.
—Se nota que usted es un hombre adinerado, pero Leticia no es de las mujeres haría todo por dinero, ella deja que su corazón hable. —Eduardo suelta aire de su boca tratando de encontrar tranquilidad.
—Los dos la conocemos muy bien, es cierto ella solo se deja guiar por su corazón, por eso dará todos los pasos de su vida al lado mío. —Marcelo camina hacia la puerta y sale, una sonrisa cargada de maldad aparece en su rostro.
«Sé exactamente que muy pronto todo lo que digo será una realidad; Leticia no podrá vivir sin mí, seré su máxima adicción esa droga que ella jamás podrá dejar y su cuerpo simplemente estará siempre disponible para mí, porque muero de ganas por hacer la mía» piensa Marcelo, mientras se sube a su auto.
Mientras tanto Eduardo, deja salir su dolor, él empieza a lanzar lejos sus cosas, pero absolutamente nada hace mejorar, aun cuando sus esperanzas no aparecen en él para darle consuelo, es imposible no llegar a creer cada palabra que le dijo Marcelo sabe muy bien que la familia de Leticia la apoyaría con un hombre de dinero haciendo lo posible para que el amor más sincero muera para siempre.