Leticia continúa mirando de reojo hacia Eduardo, ella apenas noto que Eduardo está renunciando a su amor no duda ni un solo segundo en buscarlo, justamente cuando su mano toca la puerta para empujarla y querer salir corriendo llega Rodrigo, quitándole todo el impulso que ella tiene.
—¿No me digas que desde ya te estás enloqueciendo? Leticia yo como tu papá tengo que hacerte recapacitar de las cosas que haces mal hija —dice Rodrigo.
—¿Cómo puedes ser tan descarado papá? —pregunta Leticia.
—Jamás me habías hablado de esa manera, es más desde ya te estoy empezando a desconocer, me tienes completamente decepcionado ahora eres una mujer rebelde y no la dulce y tierna que yo siempre conocí hija —Rodrigo dice.
—Cómo puedes dañar toda mi felicidad, yo te había dicho que cumpliría con lo que tú me estabas pidiendo; evidentemente porque te quiero demasiado, pero eso no quería decir que tú podías meterte en las cosas que no te incumben sabes qué Eduardo es el hombre más maravilloso que he conocido. —Leticia demuestra la rabia que está sintiendo.
—Tú no lo conoces mi amor, todos los hombres nos comportamos de alguna manera siendo novios, sin embargo, no quiere decir que esa sea nuestra personalidad, como hombre te puedo decir que todas las palabras bonitas que Eduardo te decía eran puras mentiras, sé que no me estoy equivocando —Rodrigo trata con sus palabras de dañar la imagen de Eduardo, no obstante, lo único que gana es que Leticia quiere luchar por su amor.
—Sé que Eduardo no es así. Papá desearía que vieras que él tiene una nobleza inmensa y siempre no es respetado por ti, sin embargo, Eduardo siempre se ha aguantado tus comentarios, todo por el amor que siente por mí, ahora espero que no hayas cambiado la imagen que tiene de mí, porque lo menos que quisiera es que él se aleje de mí —Leticia eleva su voz.
—Solamente existen excusas en ti todo para defender a ese fracasado Leticia. —Rodrigo no quita su mirada del rostro de Leticia.
—Papá tú no eres así. —Leticia camina hacia atrás hasta quedar arrinconada contra la pared.
—Sé muy bien que no soy así y me duele mucho más que a ti Leticia, pero en mis manos está protegerte hija y eso es lo que voy a hacer, tú jamás vas a estar con Eduardo. —Rodrigo dobla sus cejas.
—No sabes cuánto los comentarios que haces me hacen odiarte papá, simplemente te detesto. —Leticia cubre sus ojos, ella se está negando a seguir viendo a su papá.
—Eso qué estás haciendo definitivamente es cobardía hija —habla Rodrigo acercándose a Leticia.
—Si te miro los ojos continuaré defraudándome a ti no te importa mi felicidad —habla con frustración Leticia.
—Eso es lo más importante quiero que te des cuenta de la realidad si yo no tuviera tanto dinero y tu hubieras nacido en una familia humilde, seguramente Eduardo no se hubiera fijado en ti; date cuenta hija ese hombre lo único que es simplemente es un interesado no le interesa tu amor le interesa el dinero que puede ganar con tu compañía. —Rodrigo abraza a su hija—. No sabes el gusto que me da saber que te entregaré en la iglesia, a un hombre que sí te merece porque es Marcelo. —Rodrigo acomoda su ropa y sale de la recámara colocando candado, todo para que Leticia no salga a cometer locuras.
—¡Papá! —Leticia corre hacia la puerta.
—Definitivamente que, si necesitas pensar hija, me vas a agradecer por permitirte que seas certera en todas tus decisiones. —Rodrigo arruga su frente.
—Esto no está bien —grita Leticia.
—Definitivamente qué es lo mejor que puedo hacer, necesito que dejes de ser una tonta —Rodrigo habla ofuscado.
—Tú puedes someterme a todo esto, pero jamás sabrás sí yo te doy el gusto de sacar de mis pensamientos a Eduardo. —Leticia golpea con gran fuerza la puerta.
—Para mí es suficiente que no lo tengas como tu compañía. —Rodrigo levanta su mano y le da unos cuantos golpes a la puerta.
Rodrigo respira al sentir las manos de su esposa, las cuales solo le están pidiendo que pare.
—No quiero que las cosas se salgan de control —dice Rebecca simulando ser una mujer muy comprensiva.
—Eso nunca pasará —responde Rodrigo.
—Amo cuando te colocas gruñón, porque sé muy bien cómo te pasa toda esa presión que te entra. —Rebecca abraza a su esposo de la cintura.
—Y yo definitivamente cuando te vuelves la esposa más cariñosa del mundo, es que desde hace mucho no siento tu cuerpo desnudo y muero de ganas porque eso pase, pero ahora con tantos problemas que tengo con Leticia siento que no me puedo concentrar. —Rodrigo toca su cabeza.
—Que importa Leticia, tal vez ella necesita sufrir un poco para que aprenda a valorar el esfuerzo que hacemos por ella. —Rebecca levanta su cabeza para darle un beso apasionado a Rodrigo.
Mientras tanto, Marcelo está leyendo toda la información de Eduardo, necesita que en el corazón de Leticia ya no exista lugar para Eduardo.
—Señor usted sabe que nosotros cumpliremos cada orden que nos dé —habla uno de los hombres de Marcelo todo al notarlo tan angustiado.
—Es obvio, pero de ese hombre el único que se debe encargar soy yo. No puedo cometer ni un solo error, necesito enloquecer de amor a Leticia. —Marcelo no deja de pensar.
Marcelo respira profundo sabe que las cosas que planea pueden jugarle en su contra, pero también entiende que un hombre enamorado sacrificaría cualquier cosa por ver feliz a la mujer que manda en su corazón y está seguro que por algo Leticia escogió a Eduardo, por eso hará lo posible para que ellos dos se alejen.
Marcelo aceleradamente sale de su empresa, se sube a su auto esperando que el chofer lo lleve directamente hacia el lugar donde vive su principal contrincante. El hombre que más desconfianza le da, de tenerlo cerca de Leticia.