La lluvia cada vez está mucho más intensa, mientras que Eduardo solo quisiera acabar con el dolor tan inmenso que está sintiendo. Eduardo camina y se acomoda justamente donde está la ventana de la recámara de la mujer de su vida, con la esperanza de que Leticia salga y solo lo bese para confirmarle que sí existe todavía amor.
—¿Por qué esperaste enamorarme? —pregunta con una voz muy alta Eduardo—. Hubiera sido más sencillo jamás haber tenido una oportunidad de ti, es que ni todo el alcohol del mundo me haría olvidarte, simplemente porque te amo Leticia.
Eduardo solo agarra su cabeza y la levanta inclinada hacia la casa, exigiendo que alguien le dé una explicación, lo menos que quiere es apartarse de la vida de Leticia, aun cuando los rechazos son los que vienen, no la quiere perder por nada y mucho menos por lo que su mente trata de decirle y es que Eduardo siente que Leticia puede estar confundida por la tentación que siente hacia otro hombre.
—Constantemente caída ante tus pies, rindiéndome como si yo fuera un cobarde que no pudiera tener autoridad; sabes perfectamente que para mí eso jamás tuvo importancia. Solo pedí que me amarás, que te costaba hacerlo toda la vida. —Eduardo llora con unos gritos desgarradores.
Mientras tanto, Leticia está observando hacia la calle, sintiendo que le duele su corazón por no poder salir y gritarle a Eduardo que todo es una mentira, que es una farsa y que ella solo se prestó para hacerla por amor a su papá.
Leticia se da cuenta que empieza a haber silencio, sin embargo, Eduardo continúa allí, lo menos que ella desea es que él termine por rendirse, no obstante, sabe que será egoísmo no querer que Eduardo aproveche el tiempo siendo feliz con otra mujer, simplemente porque necesita siempre tenerlo ahí asegurado para el momento en el que su libertad llegue.
Precisamente cuando Leticia nota que su papá llegó hasta donde Eduardo se siente traicionada, sabe exactamente que su familia jamás sería amable con Eduardo, ellos harán lo posible por hacer que el viento sople en contra de Eduardo.
Entretanto, Eduardo queda intacto, esperando saber la respuesta que solo lo desgarrará que le trae Rodrigo.
—Definitivamente me tocó salir porque me dio lástima la situación que estaba viendo, no es nada agradable ver que un hombre se humilla tanto, aun sabiendo que ya lo descartaron —Rodrigo lo dice lleno de ironía.
—¿Quisiera saber qué clase de fantasías metió en la cabeza de su hija? porque no es coherente que ella cambie de un momento a otro, ella daba su vida por mí —Eduardo solo está exigiendo una respuesta.
—No me creas tan idiota para darte explicaciones de cuáles son las conversaciones que tengo con mi hija, yo simplemente hablo con ella y trato de ubicarla, porque en realidad a veces lo necesita, comete tantos errores y se va por los caminos equivocados, pero ahora me está demostrando que si es una mujer con valores y por supuesto que merece llevar mi apellido. —Rodrigo sonríe.
—Jamás imaginé que Leticia le haría caso en todo a usted, ella lo puede querer mucho, pero precisamente nuestro amor tiene mucho más valor —habla desanimado Eduardo.
—Eres tan convencido para continuar creyendo eso, sabes qué creo que por pura nobleza pediré que alguna luz te ilumine para que te haga cambiar de lugar, no quiero que mi hija sienta lástima no es agradable. —Rodrigo mantiene su rostro tenso, como sea tiene que lograr que Eduardo desprecie a Leticia.
—Ella siente las mismas cosas que yo —habla fuerte Eduardo.
—Te refieres al fastidio. —Rodrigo se ríe.
—Sé muy bien que no es así. —Eduardo pasa saliva, él solo piensa en todas las veces que ha dejado sola a Leticia y no quiere imaginar que ella hubiera buscado consuelo en otro lugar que no fuera en él.
—No te puedo decir que ella está disfrutando y se está riendo a carcajadas porque los dos sabemos perfectamente como es Leticia, pero se siente muy mal; es que Eduardo cuando entenderás que ella tiene otros planes, créeme que lo menos que le importa son las consecuencias porque yo la protegeré de todo incluso de lo posesivo que puedes llegar a ser tu Eduardo, sé muy bien que puedes llegar a ser hasta un monstruo con mi hija si tú te lo propones y ella no va a sentir miedo por absolutamente nadie, mientras que yo esté —Rodrigo amenaza a Eduardo.
—Sería incapaz de lastimarla, la he amado y la amaré durante mi vida entera. —Eduardo levanta sus cejas, absolutamente todo lo termina confundiendo.
—Pero todo lo que le has dado ha sido incompleto Eduardo, lamento ser yo el que te lo tiene que decir, pero sé muy bien que Leticia no será capaz, a ella le cuesta demasiado lastimar a las personas y más cuando las ves tan débiles como eres tú. —Rodrigo le toca el hombro a Eduardo, simulando que le importa lo que él sienta.
—Definitivamente que usted es la persona más hipócrita que he llegado a conocer en la vida, me apuñala la espalda y luego me da unas palabras tontas, las que usted cree que precisamente yo me creeré ¡no me crea tan ridículo! porque por más de que lo sea yo cuando estoy hipnotizado por la belleza de Leticia, con los demás seguiré siendo un hombre fuerte. —Eduardo se queda en silencio por segundos.
—Esto simplemente es solidaridad masculina, Eduardo por más que no veas la salida porque todo lo analizas como si fuera un problema, pero la salida para todo esto se que la deberías tener súper clara y lo digo sinceramente, Eduardo porque, así como mi hija está pasando la página y creyendo en otro hombre, tú puedes creer en otra mujer —Rodrigo opta por contar una parte de todo, suponiendo que la decepción de Eduardo simplemente lo hará tirar la toalla.
—¡Usted definitivamente es un traicionero! —exclama Eduardo.
—Yo no soy el que decido las cosas, pero precisamente a Leticia le conviene cualquier hombre menos tú. Quería quedarme callado, pero tu masoquismo me obliga a no hacerlo, eres un hombre que no vale absolutamente nada y yo no permitiré que lo más bonito que tengo, termine entregándose a un perdedor —Rodrigo expresa, buscando derrotar la mente de Eduardo.
—Supongo que esas son las palabras que le dice a Leticia. Lo que más me decepciona es que ella le empiece a creer, cuando en realidad de mi boca jamás ha salido un grito dirigido hacia ella, siempre me he contenido para no hacerla sufrir. Las lágrimas de Leticia me duelen demasiado, yo le juré que siempre la iba a amar y ella también lo juro para mí, pero ahora por los caprichos que le entran a usted todo no se puede acabar, yo no lo voy a permitir. —Eduardo le da unos cuantos golpes a su pecho.
—¿Tú eres de los que cree que de amor se vive? —pregunta Rodrigo.
—Jamás afirmaría yo eso, pero tengo todo el empeño para trabajar muy fuerte y sacar adelante a la mujer que amo —dice Eduardo convencido de sus palabras.
—Todo esto solo especifica que harás pasar necesidades a mi hija, las cuales nunca ha vivido ella no lo merece, en cambio el nuevo amor que Leticia tiene en su vida es un hombre poderoso, el cual no dejará que mi hija mueva un dedo para algo, en cambio tú eres un pobretón que solo le darás las pocas migajas que pagan por tu trabajo. —Rodrigo mantiene su prepotencia.
—No daré pasos atrás, yo mismo guiaré la cabeza de Leticia, ella debe tener su mente revuelta y solo el amor le hará ser coherente. —Eduardo agacha su cabeza y se va caminando, mientras que Rodrigo respira y sonríe por el placer que siente de que todo está saliendo bien, ahora solo necesita que Marcelo le continúe dando mucho dinero a cambio de su hija.