Parte dos: Capítulo Vll: Muy cerca

1208 Words
Calcula con calma, cada número y todas las disposiciones de los contratos pertenecientes a Le Firenzes, lanza un resoplido y rasca su cabeza frunciendo el ceño, a lo que, Midas, un hombre de tez morena y ojos sarcos ríe con suavidad. —Solo te estabas luciendo… —se levanta y ríe a carcajadas. —No hable antes de tiempo y siéntese, ¿acaso su madre no le enseñó a guardar respeto por los demás cuando están pensando?, malcriado, niño rico. —escupe y lanza una mirada fulminante al hombre que respinga ligeramente, ofendido y sonrojado. —Si quiere escuchar, siéntese. —Se levanta y mirando al techo por un momento muerde su labio sin darse cuenta y luego mira a los presentes. —Todos ustedes son unos inútiles. —dice sin más y suspira. Señala la pantalla. —Todos esos contratos son de un aproximado de seis meses cada uno, su estrategia es que si te dan algo en enero, en julio se acaba y ya te dan otro, es inútil tratar de quedarse con una propiedad que seguramente les dicen, “Oh, bueno, pues mejor antes de los 6 meses véndela te lloverá dinero”, porque al final ustedes se lo venden a un amigo que no conocían de Le Firenzes. —alza sus hombros con obviedad. —¿Ahora me van a decir que no se dieron cuenta de eso? —Es imposible, siempre investigamos a cada uno de nuestros compradores. —La bruja de Inglaterra golpea la mesa anonadada por la noticia, sin poder creerlo. —Pues claramente no lo están haciendo bien. Por eso al jefe le ha funcionado muy bien este tipo de negociación con ustedes, un tipo de negociación interminable por lo que veo. —Maldito Juan Pablo De Santis. —escupe un hombre irlandés de cabello largo y naranjado. —¿Entonces que pretendes que hagamos?, ¿que no compremos sus tierras?, Por Dios, generan millones. —Los pequeños emprendimientos también. —sonríe con orgullo y ojos brillantes a los presentes que cuchichean entre ellos pensativos y asistiendo con aprobación. —Se los dije, ustedes son irresponsables y les encanta despilfarrar dinero. Para negociar no necesitas comprar la mansión más grande o invertir con el jefe de fábricas más millonario de la ciudad. La cafetería a donde vas, el pueblo, el callejón lleno de puestos de comida y los pequeños puestos de ferias generan ganancia que ustedes no se imaginan, y al mismo tiempo ayudan a la ciudadanía de su amado país a progresar. —sonríe con dulzura y ojos suaves al ver los ojos comprensivos de los presentes, “No son tan temerosos como pensé”. —Si ustedes me permiten para mañana mismo, puedo traerles lugares de la ciudad, pequeños negocios y demás en los cuales invertir. Hay mucha gente esperando a personas como ustedes que puedan apoyarlos en sus emprendimientos. —Con emoción comenta aquello, olvidando que se encontraban en la cueva de los demonios más grandes de Belfast. —Verán podemos empezar incluso por una zona que es muy concurrida y donde hace un tiempo hubo bueno, una explosión. —respira con calma. —Ahí hay un sin fin de negocios y desafortunadamente en esta temporada se llegan a perder mucho debido a la falta de recursos. —dice con pesar. —Si ustedes… —Sí, yo me apunto a esto. —Noir, un hombre silenciosos y de pocas palabras después de pensarlo tanto, se lanza a la propuesta del joven. —Yo igual, tengo mucho dinero guardado, si puedo repartirlo y tener varios negocios de manera legal y sin que la maldita policía me moleste me apunto. —asiente y habla con la persona a su lado. —Yo igual. —La bruja de Inglaterra sonríe con un brillo en sus ojos, llena de interés y emoción contenida. —Perfecto señor Hans, nos has convencido, dinos cuando empezamos. —De acuerdo. —Este sin darse cuenta chilla y salta como un pequeño niño con suavidad, agitando sus brazos, olvidándose de los presentes que ríe con suavidad por lo bajo, conmovidos y sintiéndose extrañamente livianos. —Por favor, para pasado mañana mejor les tengo todo, una carpeta por cada uno, y que observándolos, creo saber en qué negocios les guste invertir. —Si sirve de algo me gustan las artesanías. —dice con suavidad Noir, carraspeando su garganta. —Perfecto. —voltea por un momento reluciente y junta sus manos emocionado, mirando al hombre que hacía unos minutos había regañado, se voltea de vuelta para ver la pantalla y suspira leyendo los últimos detalles. —Bien, esto por nada lo acepten, confíen en mi propuesta, harán felices a todas las personas y sus negocios. —sacude su cabello emocionado, un hábito natural en él y observa a lo presentes que lo miran en silencio atrapados por su encanto. —Eso es todo, ya pueden continuar con lo que iban a hablar con el señor Ansgar. —dice con suavidad, juntando sus manos, sintiéndose ligeramente avergonzado. —No, tranquilo, podemos hablarlo en otro momento. —El hombre de cabello largo y naranjado, identificado ahora como Zazas, se levanta con suavidad sin dejar de verlo. —¿Se tiene que ir ya? —Cierto, porque si no podría invitarlo algo, me gustaría invitarlo a tomar algo. —Matt, un irlandés con orígenes turcos, se levanta al fondo. —Vaya que eres imprudente. —sonríe pasivo agresivamente, Zazas al joven. —De hecho me gustaría ofrecerle algo. —La bruja de Inglaterra se levanta. —Anois leomh na mic bitches neamhaird a dhéanamh orm agus iarracht a dhéanamh teagmháil a dhéanamh leis an méid nár chóir dóibh. —Ahora estos hijos de puta se atreven ignorarme y tratar de tocar lo que no deben. —masculla en irlandés, a lo que todos dirigen su atención al hombre sombrío de ojos violetas. —Si nos permiten debemos irnos ya. —Es cierto, mi compañero y yo debemos irnos, tengo muchas cosas por preparar. Será en otra ocasión y podemos tomar té todos juntos. —Todos asiente sonríe con suavidad. —Con permiso. Con suavidad y algo de prisa toma su chaqueta y se despide con la mano de los presentes. Camina directo a la salida, haciendo caso omiso a la advertencia de Ansgar. —Señor Hans, espere, debemos… —No, gracias… compañero. —le mira contundente. —Iré adelantando en mi casa, debo preparar muchas cosas. Con permiso. —Con algo de prisa se retira del recinto y tras él los guardaespaldas le siguen confundidos. —Señor Ansgar, sabemos que es su novio, pero parece que le apena como a un adolescente decirlo. —La bruja de Inglaterra palmea su hombro. —Es encantador, ese chico, si no estuviera con usted, lo convertiría en mi esposo. —ríe socarrona y se retira con sus guardaespaldas. —Le deseo suerte con la reconciliación. —canturrea audible para todos y el ricitos de ojos cierra sus ojos con fuerza, sintiéndose como un imbécil. —¿En serio?¿Compañero?, Tengo mejores nombres para disfrazar, señor Ansgar. —Aldair, burlón palmea su espalda y se retira. —Va a ser una larga noche. —musita el de cabellos dorados para sí mismo.
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