CAPÍTULO TRES Berin sentía el dolor de la nostalgia mientras caminaba por la ruta hacia su hogar en Delos, la única cosa que le hacía continuar, los pensamientos de su familia, de Ceres. El pensamiento de volver a su hija era suficiente para hacerlo continuar, aunque los días de caminata le habían parecido arduos, los caminos bajo sus pies duros con surcos y piedras. Sus huesos ya no iban a rejuvenecer y ya sentía que la rodilla le dolía por el viaje, añadiéndose a los dolores de una vida dando martillazos y calentando metal. Sin embargo, todo valía la pena para ver su casa de nuevo. Para ver a su familia. Era lo único que había deseado todo el tiempo que Berin había estado fuera. Ahora podía imaginarlo. Marita estaría cocinando al fondo de su humilde casa de madera, el olor flotando pas