LIAM No había conocido a una mujer tan terca como lo es Amanda. Le he dado todas las herramientas para que pueda vivir como reina y, aun así, no quiere. Primero le ofrecí millones para que desapareciera con el bebé, y no lo quiso; le pedí la custodia del niño, tampoco quiso. Parece que lo único que quiere es morirse de hambre, lo único que quiere es perecer, y todo por tratar de hacerse la digna. Yo jamás acepto un no por respuesta; es por eso que estoy de nuevo aquí: aparcándome frente a este edificio de porquería. Es de noche, solo espero que no esté dormida. Subí hasta su apartamento y toqué. Amanda abrió la puerta. No parecía sorprendida de verme. Se le veía decaída, ojerosa, como si anduviera enferma. Saber que mi bebé puede estar en riesgo me llena de ansiedad. Solo quiero lo mejor