AMANDA
La niña me miraba de los pies a la cabeza, quizás preguntándose: ¿qué hacía una extraña en su casa?
—Cariño —Liam tomó a la niña entre sus brazos—, la señorita se llama Amanda; se quedará un tiempo con nosotros.
La niña me dedicó una sonrisa tierna y extendió su manito.
—Me llamo Estrella —le di la mano, y su piel, tan suavecita, me causó ternura. Es una niña tan linda que no entiendo cómo pudo salir de Liam.
—Amanda —dibujé una pequeña sonrisa en mi rostro.
—¿Qué te parece si te enseño mi casa? O, bien, ¿mi cuarto? —chilló de alegría. Dirigí mi vista a Liam, quien no tardó en hablar.
—Mi amor, la señorita Amanda seguro quiere descansar; ha tenido un largo día. ¿Qué tal si mejor mañana le das un tour de toda la casa?
Estrella bajó la cabeza en señal de rendición. Yo no quer
