lyla Cuando desperté, ya podía decir que era de mañana. Apenas recordaba el viaje a casa de anoche, demasiado exhausto por el tiempo que pasé dentro de la habitación roja y por estar atado en ese columpio. Lo único que recordaba era a Rashid cargándome escaleras arriba y arropándome mientras se aseguraba de que siguiera viva. Por supuesto, en broma quería decirle que si moría mientras dormía, no me importaría. No después de ese tipo de placer alucinante por el que me había hecho pasar. Podría morir feliz sabiendo que mi última experiencia fue que Rashid se corriera tan fuerte que se olvidó de salir de mí. Acurrucándome de costado, presioné mis muslos ante el recuerdo de su semen goteando por mis piernas temblorosas. Hacía mucho calor. Nunca pensé que sería el tipo de chica que tenía un