—¿Perdón? —me miró confundido, pero yo sabía que se estaba haciendo el tonto. Tanto él como yo sabíamos perfectamente por qué yo tenía esa actitud. Los dos sabíamos que en ese momento, aunque lo amara con todo mi corazón, él no era mi persona favorita. —Entiendo que por el contrato no puedas estar conmigo y estés en una situación delicada con tu familia en la cual necesitas dinero, eso lo entiendo perfectamente. Pero, ¿por qué no tuviste el valor de decírmelo? —lo miré fijamente a los ojos—. En vez de irte de esa manera de mi casa y dejar que yo me enterara mediante mi padre que me habías dejado por un estúpido puesto de aprendiz de ingeniero de la empresa... No es justo, Leonardo. No lo merecía —las emociones afloraron en mí. Me sentía abrumada, agotada, molesta, dolida. Todo lo que
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books