Dejé mis movimientos de manos y me sostuve, convirtiéndolas en puños, el placer me tenía poseída, lo único que sabía hacer era respirar y gemir. Algo tonto, sí, pero mi cuerpo sólo reaccionaba para hacer eso.
Abrí los ojos y me di cuenta que Leonardo estaba sobre mí, se sostenía con una mano, mientras que la otra… bueno, la otra mano la tenía algo ocupada entre mis bragas.
Levanté la vista y me di cuenta que me miraba fijamente, tenía una ligera sonrisa en sus labios, ¿desde cuándo estaba mirándome de esa manera?
Antes de poder decir algo, volvió a besarme, tan dulce y cariñosamente, que me hizo sonreír. Ya había sacado su mano de mi entrepierna y estaba en el borde de la misma para disponer a sacármela.
No tardó ni 10 segundos en eso y ya mi ropa la habían tirado lejos de nosotros.
