El Inicio del Sueño Futbolístico

El campo resonaba con los vítores y la emoción desbordante de los jugadores japoneses. Tsubasa, Genzo, Hyuga, Misaki, Matsuyama, Misugi, Morisaki y los gemelos Tachibana, Izawa, Kisugi, Takasugi y Taki se abrazaban, saltaban y se felicitaban mutuamente por su victoria en el partido. En las gradas, los amigos y familiares del equipo japonés estaban reunidos, agitando banderas y coreando los nombres de sus seres queridos con orgullo. Sanae, entre ellos, observaba con admiración a Tsubasa mientras se acercaba al borde del campo con una sonrisa radiante en el rostro. El corazón de Sanae latía con emoción mientras se acercaba al grupo de jugadores victoriosos. Quería felicitar a Tsubasa por su excelente desempeño en el partido y expresarle su admiración. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de darle un abrazo de felicitación, un impulso inesperado se apoderó de ella. Antes de que pudiera detenerse a pensar, Sanae se inclinó hacia adelante y le dio un beso rápido en la mejilla a Tsubasa. Tsubasa, sorprendido y sonrojado, se quedó sin palabras mientras sentía el calor de las mejillas arder. Sanae, también sonrojada y atónita por su propia audacia, retrocedió nerviosamente, sin atreverse a mirar a Tsubasa a los ojos. Los amigos de Tsubasa estallaron en risas y comentarios juguetones ante la inesperada situación. Genzo, con una sonrisa burlona, le dio una palmada en la espalda a Tsubasa y dijo: "¡Tsubasa, parece que tienes una admiradora secreta!" Tsubasa intentó ocultar su rubor y reír con el grupo, pero en el fondo, su corazón latía descontrolado por la sorpresa y la confusión. Ishizaki, siempre el más directo del grupo, intervino con una risa contagiosa: "¡Sanae, definitivamente sabes cómo sorprender a la gente!" Mientras tanto, en otra parte del campo, Kumi Sugimoto observaba la escena con ojos llorosos y el corazón roto. Su amigo Manabu intentaba consolarla, pero era evidente que Kumi estaba profundamente afectada por lo que acababa de presenciar. El ambiente festivo se mezclaba con la sorpresa y el romance inesperado mientras los amigos de Tsubasa continuaban riendo y bromeando entre ellos, sin darse cuenta del impacto que el gesto impulsivo de Sanae había tenido en los corazones de algunos espectadores. La celebración continuaba en el campo de fútbol, pero mientras la alegría se extendía entre los jugadores y sus seres queridos, Kumi se sentía cada vez peor. Con el corazón pesado y la mente turbia, decidió alejarse del bullicio y la euforia que llenaba el ambiente. Yukari, su amiga cercana, notó su comportamiento inusual y se apresuró a detenerla antes de que se alejara demasiado. "Kumi, ¿qué pasa? Parece que estás pasando un mal momento", preguntó con preocupación. Kumi, frustrada y enojada consigo misma, apenas podía contener las lágrimas mientras le explicaba a Yukari lo que acababa de presenciar con el beso de Sanae a Tsubasa. "¡No puedo soportar verlos así! ¡Es demasiado doloroso!" exclamó Kumi, su voz temblorosa por la emoción. Yukari, con comprensión en sus ojos, trató de consolar a su amiga. "Entiendo que te sientas mal, pero tal vez deberíamos hablar con Sanae y averiguar qué está pasando", sugirió con suavidad. Pero Kumi, incapaz de enfrentar la situación en ese momento, sacudió la cabeza con determinación. "¡No, no quiero verla! Ve tú, Yukari, y descubre qué está pasando", respondió con voz quebrada antes de salir corriendo entre sollozos. Mientras tanto, Kazuo, uno de los gemelos, observaba la escena con curiosidad desde lejos. Intrigado por el repentino comportamiento de Kumi, decidió informar al resto del grupo sobre lo que había presenciado. "Tengo algo que contarles", anunció Kazuo al acercarse al grupo de amigos. "Kumi parece realmente afectada por algo que acaba de suceder. Se fue corriendo del campo llorando". La preocupación se reflejó en los rostros de los jugadores, especialmente en Taro Misaki, quien tenía un vínculo cercano con Kumi. Sin perder un segundo, Taro decidió seguir a Kumi y asegurarse de que estuviera bien. Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Taro se alejó del grupo y se dirigió hacia donde Kumi había desaparecido entre la multitud, determinado a ayudarla en su momento de necesidad.