Joe estaba tan ansioso que ni siquiera pensó en pedirle a Barret que lo llevara, y salió corriendo de la casa a toda prisa. Cuando se dio cuenta de que estaba actuando de forma estúpida, y estaba a punto de llamar a Barret, un taxi se detuvo no muy lejos, y entonces un pasajero se bajó del coche. En esta apartada zona señorial, era raro encontrarse con un taxi a altas horas de la noche. Sin decir nada, se apresuró, abrió la puerta trasera y corrió hacia el coche. —Deprisa, deprisa. El conductor era un hombre de mediana edad y pensó que Joe iba a robarle. Parecía asustado y conmocionado. —Joven, no sea impulsivo. Todavía eres muy joven, y no debes cometer delitos, de lo contrario, tu vida se arruinará. Tengo algo de dinero, tómalo. Ten por seguro que nunca llamaré a la policía. Despu