Entraron a una de las habitaciones de la casa. El lugar estaba sumido en la penumbra cuando, de repente, las luces se encendieron, iluminando la estancia. Nora escudriñó minuciosamente el lugar y se percató de dónde se encontraba. —Voy por el botiquín —mencionó Jeremiah, sin darle tiempo a que ella preguntara nada al respecto, y desapareció por una de las puertas que supuso era el baño. Nora examinó detenidamente la habitación y se sintió invasiva al estar husmeando en algo tan personal como aquel espacio que emanaba un aura de poder y sofisticación. Era un espacio amplio y lujoso que reflejaba el estatus y gusto refinado de Jeremiah. Las paredes estaban decoradas con paneles de madera oscura, elegantemente tallados, que agregaban un toque clásico al ambiente. En el centro de la habitac