De pronto, Jeremiah apareció provocando que Sam abriera los ojos desmesuradamente, como si se fueran a salir de sus cuencas. Nora notó la presencia de alguien tras ella, y al darse la vuelta se encontró con nada más y nada menos que el susodicho. Ambos se miraron en silencio, las palabras no dichas flotando en el aire. Nora sabía que no iba a ser fácil salir librada de esa, y maldijo en su interior por haberle seguido el juego a Sam. —Eh, tengo que volver al trabajo —dijo Sam finalmente, rompiendo el silencio y alejándose. Nora la fulminó con la mirada, pero la voz de Jeremiah hizo que desviara la vista de la pelirroja que se había fugado y dejado sola. —¿Por qué razón no querrías involucrarte conmigo? ¿Acaso piensas que soy un mafioso? —quiso saber el director mirándola fijamente.