Tras varias horas de trayecto, la cima de la cordillera se alzó frente a sus ojos. Regina estaba cansada de estar sentada, además el camino no era el mejor y las irregularidades la tenían con dolor en la parte baja del vientre, ya era suficiente con la inflamación que le quedaba del embarazo y ahora esto la estaba desesperando, además, a eso había que sumarle el calor que estaba haciendo, pues de forma inusual, el sol alumbraba y calentaba con intensidad. Gastón ya estaba jadeante, al igual que los demás caballos; por más acostumbrados que estaban a andar largos trayectos, el cansancio también azotaba sus grandes cuerpos. —Necesitamos detenernos —dijo William, mientras secaba con un pañuelo el sudor en su frente. —Aproximadamente, a media hora de camino hay un arroyo, además el terre