Eran altos, jóvenes, atractivos y elegantes, los tres hombres, desconocidos para Megan, se erguían con ese aire de elegancia y superioridad mirándola con incredulidad. — No puede ser… ¿Tú eres su secretaria? — Preguntó el otro sujeto, elevando una ceja. — Su asistente personal. — Aclaró Megan, inhalando profundamente. Pues parecía que ese era el día en que todos se dedicarían a menospreciarla por su aspecto, hasta los desconocidos. — Pfffff. — El tercer hombre intentó contener una carcajada. El primer hombre que habló y que estaba en medio de los otros dos, les dirigió una mirada seria a sus compañeros, como si los regañara, los otros dos sujetos intentaron recuperar la compostura. — Somos amigos de Albert, venimos a verlo… — Declaró el primer hombre hacia Megan, dando un paso al fre