Costó algo de trabajo para que April pudiera dormirse, pero luego de una larga lucha, Megan lo logró. Sin embargo, no era hora de descansar para Megan, pues Albert Collins, su jefe, seguía esperándola pacientemente, sentado en el viejo sofá de su pequeña sala, y a pesar de las altas horas de la noche, él no tenía la intención de irse sin una explicación. — Señor Collins… — Musitó Megan, apenas cerró la puerta de la habitación de su hija, ella estaba muy nerviosa, pues posiblemente su jefe estaría molesto por mentirle con respecto a April. — ¿Le gustaría tomar un café? — Preguntó Megan abrazándose a sí misma, en un frágil intento de darse seguridad. — Oh, sí, claro… Si no es mucha molestia. — Albert se levantó y camino tras Megan hacia la pequeña barra que estaba junto a la sala, él se s