— Oh, qué mujer tan hermosa…
— Parece un sueño…
— Mira su piel y esos labios…
— Me enamoré a primera vista…
Los murmullos de la gente se hacían cada vez más fuertes, al tiempo que la hermosa joven, Megan Smith, entraba en el salón, tomada de la mano de su novio, Gianfranco Rizzo.
La joven siempre había deslumbrado a dónde quiera que iba por su belleza natural, no obstante, ahora que se había arreglado mucho más para la ocasión por petición de su novio, Megan se había convertido en el centro de atención de todos los presentes, mientras que Gianfranco la lucía con orgullo.
A pesar de los nervios que sentía por estar en una fiesta tan importante, rodeada de personas de alta alcurnia, Megan intentaba lucir tranquila, con la frente en alto, avanzando a paso lento, aferrada al brazo de su novio con fuerza, tal como se lo había indicado Gianfranco.
El vestido azul oscuro ajustado, de larga falda con abertura en una pierna y con mangas cortas caídas, brillaba con cada paso que ella daba, haciendo resaltar su blanca piel de porcelana.
El rubio cabello de la joven, iba recogido en un moño medio, con algunos mechones suelto, dándole un aire de elegancia.
Un maquillaje soberbio y oscuro, de los que ella no acostumbraba a usar, resaltaba sus fracciones finas, sus ojos azules y sus pulposos labios, que lucían seductores con un labial rojo.
La joven era una visión espectacular.
La pareja se acomodó en una de las mesas centrales, pues ahora que Gianfranco había conseguido invertir en varias empresas grandes, él se había convertido en un hombre muy importante, digno de estar en este importante evento.
Luego de pedir champán, algunas personas se acercaron a la pareja para saludar, nadie sabía quién era Megan y muchos sentían curiosidad, sobre todos los hombres, quienes no querían perder la oportunidad de ver más de cerca a una mujer tan hermosa.
— Me alegra que me hayas acompañado esta noche… — Soltó Gianfranco lleno de evidente satisfacción, apenas estuvieron solos en la mesa.
— Es un honor que me hayas invitado, aunque siendo sincera, todavía me siento algo incómoda… — Murmuró Megan.
— ¿Por qué? Es evidente que has capturado la atención de todos, eres la mujer más hermosa del lugar…
— Precisamente por eso, Gian, sabes que no me gusta llamar la atención…
— ¡Tonterías! — Replicó Gianfranco. — Este es el lugar al que perteneces y ahora que he logrado invertir en esta empresa, tendrás que acostumbrarte a estos eventos porque seguramente me invitaran a muchos más… Deberías estar feliz. — El hombre levantó su copa con regocijo, al tiempo que Megan bajaba la vista con incomodidad.
Gianfranco notó la intranquilidad de Megan, cosa que le molestó, ¿por qué ella no podía estar feliz? Él le estaba dando mucho más de lo que ella hubiera podido soñar en su vida y, sin embargo, no parecía nada satisfecha.
Parecía que él nunca podía complacer a la joven a pesar de todos sus intentos, cosa que ya le estaba comenzando a molestar, pero ella era la más hermosa y eso era lo que él siempre se había imaginado para su vida.
Su sueño era convertirse en una de las figuras más ricas y poderosas del país, luciendo a la mujer más impresionante de todas, ser el centro de las miradas, causar envidia, taparle la boca a todos los que lo subestimaron y Megan era la candidata perfecta para el papel.
Por ese motivo, él se había esforzado tanto con ella, a pesar de ser una chica cualquiera que conoció en una de sus empresas, en la que ella trabajaba como asistente, Gianfranco quedó tan impactado con su belleza que no dudó en conquistarla de inmediato.
Pero resultó que Megan no era una chica fácil de impresionar, aparentemente no le importaba los lujos, el dinero, ni el poder, porque a pesar de todos los regalos extravagantes que le dio Gianfranco, ella no aceptaba salir con él.
Hasta que, luego de varios meses de insistencia, después de que Gianfranco la salvara de unos hombres que la atacaban en la calle, Megan aceptó tener una cita en la que Gianfranco se comportó como todo un caballero, atento y amable, hasta romántico y desde entonces han pasado tres meses.
Tres largos meses en los que solo han estado saliendo, no tan seguido como Gianfranco quisiera, pues Megan parecía ser muy reservada, pero por lo menos había avanzado en algo con ella, eran novios y esta fiesta, era el momento perfecto para dar el siguiente paso, o por lo menos eso planeaba Gianfranco.
Megan seguía tomando lentamente de su copa de champán, con la mirada algo perdida, ella intentaba sonreír, pero seguía viéndose incómoda entre tanta gente mirándola, así que Gianfranco intentó animarla.
— Tranquila, mi amor… — Murmuró él con suavidad, acercando su rostro.
Megan apretó los labios, no se sentía muy cómoda cuando Gianfranco se ponía muy meloso en público, frente a tanta gente, pero ella no decía nada, pues se suponía que era algo natural en una relación.
— Luego de que llegue el heredero de la familia Collins/Sinclair, quien será el nuevo CEO de la empresa, me presentaré como se debe con él y nos iremos… He preparado una celebración especial solo para nosotros dos, algo más íntimo. — Dijo Gianfranco, bajando el rostro hasta el oído de Megan, en un movimiento que intentó ser seductor.
Megan sintió un escalofrío recorrerle la columna, ¿algo más íntimo?, ¿en qué estaba pensando Gianfranco?
Sí, llevaban tres meses saliendo, eran novios, ella lo había acompañado a algunos eventos a pesar de que no les gustaba ese tipo de fiestas y se habían besado varias veces, pero, ¿algo más íntimo? Megan no se sentía lista para eso.
Ella ya se lo había dicho varias veces, que no podía compartir la cama con él hasta no sentirse lista, sin embargo, era cada vez más difícil, pues Gianfranco se había vuelto más insistente.
¿Cómo podría rechazarlo?, él había sido tan bueno con ella, la había salvado de unos hombres que habían intentado abusar de ella, la había tratado bien, le daba obsequios, que aunque ella no los quería o pedía, Gianfranco insistía en hacerlo, porque quería hacerla feliz, además, no solo era su novio, sino también era su jefe y ella no quería ofenderlo.
Megan sentía que le debía mucho luego de su rescate y por eso, aceptó la primera cita luego de meses esquivándolo, desde entonces, Gianfranco se había comportado como todo un caballero, era amable, atento, romántico, ella no tenía de qué quejarse, por lo que las cosas siguieron avanzando entre ellos, hasta que se volvieron novios.
Sin embargo, había algo que no le permitía a Megan dar el siguiente paso en la relación.
— Yo… No estoy segura, Gian, no creo que pueda acompañarte, lo siento… — Musitó Megan, intentando apartarse de la cercanía de Gianfranco.
— ¿Qué? — El hombre se tiró hacia atrás en su asiento, con el entrecejo arrugado. — ¿Por qué?
— Es que… Ya te lo he dicho, todavía no me siento muy cómoda con la idea de algo más íntimo… — Intentó explicar ella.
— ¿Todavía no te sientes cómoda? Megan, llevamos tres meses saliendo, ¿cuánto tiempo más tienes que esperar para sentirte cómoda? Somos novios por todos los cielos, ¿acaso no te he demostrado que esto es en serio y cuánto te quiero? — Preguntó Gianfranco, evidentemente enojado.
— Sí, pero no… No lo sé… No estoy lista, ¿sí? Ya te lo he dicho antes, lo lamento, pero no puedo… — Respondió ella, bajando la vista nerviosa.
Pues Gianfranco solía enojarse cuando tocaban el tema de la intimidad, una que nunca habían tenido, a duras penas, se habían dado un par de besos.
— Bien… — Gianfranco se levantó de golpe de su asiento, provocando que Megan se sobresaltara. — Iré por más champán, necesito estirar las piernas, así aprovecharé para hablar con algunos amigos.
— Está bien. — Contestó la joven, suspirando algo más aliviada, mientras veía como Gianfranco se alejaba.
No es que le desagradara, a ella le parecía un buen hombre, uno que cualquier mujer de seguro desearía tener, él se había ganado no solo su respeto, sino también su afecto, pero algo dentro de Megan le gritaba que todavía no era el momento.
Ella nunca había estado con nadie y quería que su primera vez, fuese una ocasión especial, memorable, una en qué no hubiera dudas, ni recelos, así que ella estaba decidida, solo se entregaría cuando se sintiera lista.
Quizás sería con Gianfranco, ella no lo sabía, después de todo, ya llevaba un tiempo saliendo juntos, él era atractivo, alto, fornido, con rasgos muy masculinos, cabello corto, oscuro al igual que sus ojos, además era un hombre trabajador y respetado, qué había luchado por conseguir sus metas y sueños.
Para cualquiera, Gianfranco sería el candidato perfecto, Megan miró a los lejos como su novio se acercaba a la barra para hablar con un par de amigos, ella se sintió algo mal, cabizbaja, no entendía por qué no podía avanzar en su relación con Gianfranco, ¿qué era ese sentimiento que la detenía?
— ¡Oye, amigo! ¿Ella es la mujer de la que me hablaste? — Preguntó Ryan, un amigo de Gianfranco.
— Sí, ella es… — Gianfranco se infló con orgullo.
— Wow, ahora entiendo tu insistencia, ella está… — Ryan cerró la boca, apenas vio la expresión seria de Gianfranco. — Está muy hermosa… — Rectificó a lo que pensaba decir.
— ¡Franco, amigo! — Adam, un amigo muy cercano, le dio un apretón de mano. — Megan, luce impresionante, te felicito por tan exquisita adquisición, oye… — Le dio un codazo insinuante por la costilla, mientras murmuraba. — Cuando te canses de ella, puedes hacerme el favor… Es que me gustaría…
— Se equivocan… — Interrumpió Gianfranco a sus amigos, con evidente mal humor. — Megan se convertirá en mi mujer, en mi esposa, ya lo he decidido… — Afirmó mirando a la distancia a su novia.
— ¿Qué?, ¿en serio? — Adam y Ryan se miraron impresionados, pues Gianfranco nunca se apegaba a ninguna mujer.
— No lo puedo creer, dime la verdad, ¿es que ya lograste acostaste con ella y te dejó embobado? — Preguntó Adam con interés.
— No, ella sigue con sus reservas, esa estupidez de que hay que esperar hasta que esté lista, como si eso me importara… Porque de cualquier forma, ella será mía.
Contó Gianfranco a sus amigos, al tiempo que sacaba del bolsillo de su chaqueta una diminuta botellita de cristal llena de un líquido translúcido, mientras mostraba una sonrisa maliciosa.