-Si, por su puesto.
-ahora la recuerdo bien, eres increible hermano, ella es la hermana de…
-Si, ella es.
lo interrumpió.
-Supongo que no usaste buenos metodos, para obligarla a venir.
dijo un joven de una familia rica que tambien estaba alli, al ver la mirada de la chica.
—Mejor callate.
Camelia estaba en silencio, todos sabÃan quién era ella y quien era su hermano.
—Bebe un trago Cami.
Diego le estiró la copa de licor a la chica, quien lo recibió con vacilación.
—Yo, no bebo… Diego lo sabes…
SabÃa perfectamente que perdÃa la cabeza cada vez que bebÃa.
—Bebela.
pronunció cerca a su oÃdo, apretando su mandÃbula.
Blake, se habÃa dado cuenta que Diego, la estaba obligando a beber, asà que antes de que llevara la copa a sus labios, Cameia sintió que alguien se la quitó de las manos.
—Ella dijo que no bebÃa.
Pronunció fuerte y claro dejándolos a todos desconcertados, y en un solo trago lo bebió.
Diego quedó atónito ante el repentino movimiento de Blake, no tenÃa idea de que ellos se conocÃan.
—¡Oh, vamos Blake!
El joven no querÃa ofender a Blake Williams, lo consideraba un nuevo amigo, pero no sabÃa que este último no consideraba a nadie su amigo, en pocas palabras… ¡no confiaba en nadie!
“A la muestra de un botón, la joven y su hermano que estaba en la cárcel, por un amigo”
—Debo irme.
Blake se levantó de la silla y miró a Camelia.
Pero la mujer que estaba a su lado también se levantó, sujetó su brazo y dijo: —¿Puedo irme contigo?
—No.
le contesto cortante.
Camelia, rogaba internamente que no se fuera, no querÃa quedarse allà y aunque odiaba admitirlo, era el único en quien podÃa confiar.
—¡Blake, amigo no te vayas, esto se va a poner mejor!
exclamó otro hombre en la mesa.
—¡Si, vamos señor Williams!
una mujer se levantó y les sirvió a todos una copa de licor.
Mirando a la chica de su lado izquierdo frunció el ceño y se quitó las manos de encima y luego miró a Camelia.
—Me quedaré un rato más.
Tiempo después, la mujer al ver que este no le hablaba y la ignoraba se levantó y se despidió de todos, dándose por vencida, su ideal era seducirlo, pero se fue hecha una furia.
“HabÃa venido por lana y salió trasquilada”
—Vamos a bailar.
una joven muy bella se acercó a Diego, y sujetó su mano, llevándolo a la pista de baile, el hombre miró a Camelia, pero sin poder negarse se levantó y la siguió, mientras bailaba observaba a Cami, y a Blake.
—¿De verdad te vendiste o estás aquà obligada?
Su pregunta dejó a la joven inmovil, frunció el ceño y lentamente lo miró. —No sé, en qué cambiarÃa mi situación si te contesto… pero créeme, no estoy aquà por diversión —se detuvo soportando las ganas de llorar, estaba allà obligada por Diego, bajó su cabeza intentando ocultar sus ojos rojos de él. —Mi… mi hermano está en la cárcel y no puedo conseguir un buen abogado… para… para que lo ayude, porque él tiene a todos de su lado… hasta tú lo estás.
Levantó su cabeza mirándolo y se secó sus mejillas con el dorso de la mano.
—¿Quién dijo eso?
Camelia lo miró con seriedad.
—Nadie me lo dijo, verte aquà me hizo entender.
él sin quitarle los ojos de encima intentó sujetar su mano que estaba encima de la mesa, pero ella la retiró.
—¿Crees que después de lo que hicimos esa noche en mi cama, puedo estar de su lado?
Las mejillas de Camelia, se tornaron rojas al instante, este hombre no tenÃa pelos en la lengua para decir las cosas, tan abiertamente.
—Es lo que veo.
murmuró sin mirarlo a los ojos.
—Bueno, tienes muy poca fe en mÃ.
La joven se levantó y miró hacia otro lado. —Iré al baño.
Diego habÃa visto todo y, al verla salir de la habitación se disculpó con la mujer con la que bailaba y salió detrás de ella.
En el baño Camelia se enjuagó las lágrimas, limpio su nariz y cuando estaba a punto de salir la puerta se abrió de un solo golpe y Diego entró.
Cuando la joven reaccionó estaba presionada contra la pared y la mano de Diego apretaba su cuello.
Camelia por mucho que luchó por soltarse, no era rival para él.
Cuando vio los ojos rojos de ella, él la soltó y ella comenzó a toser; asustada resbaló por la pared sosteniendo su cuello.
¡Maldito!
Observándola allà tirada, Diego se agachó y sin importarle su estado en un tono despectivo dijo: —¿Crees que eres lo suficientemente buena como para coquetear con Blake? ¿Te crees muy lista?
Camelia con dificultad lo miró con sus ojos brillando de odio.
—¿Piensas acostarte con él?
En un movimiento rápido levantó su mano y lo abofeteó, el rostro del hombre se distorsionó por el golpe; pero luego levantó su mano con la intención de devolverle la bofetada, en ese instante el golpe en la puerta lo detuvo.