—¡Tráeme agua! —exclamó Nathan con voz demandante masticando su comida. «Idiota, no tienes que gritar, estoy al frente de ti» pensó Sabrina. Luego, en voz alta, con el rostro muy serio miró a Nathan y le respondió: —Ok, ya le traigo su agua mi señor —caminó hacia la cocina. Nathan tenía pensado en hacer de Sabrina su esclava, era su primer día con él y debía hacerle entender todo lo que ella tenía que sufrir. —No estés tan sería —reclamó —recuerda que debes tener una buena actitud siempre, y ya no eres la chiquilla de tu asqueroso padre. Sabrina estando en el refrigerador sirviéndole el agua, hervía de la rabia cada vez que el rubio decía que su padre era asqueroso. Entonces, caminando hacía él con el vaso en la mano, decidió sonreírle de manera fingida para evitar cualquier tipo de