Capítulo 1

2280 Words
Sam sonrió coqueto mientras movía sensualmente sus caderas. Lentamente, sus pequeñas manos hicieron un excitante y lento recorrido por todo su cuello hasta su cintura, cada vez que bajaba soltaba un pequeño y blanco botón de la camisa de seda color crema. El joven muchacho podía sentir la presión de muchos pares de ojos observando fijamente su cuerpo, atentos a cada uno de sus movimientos. Como su público en una profunda inhalación retenían el oxígeno en sus pulmones, expectantes a la ansiosa espera de su próximo movimiento. Su traviesa lengua emergió de una de las esquinas de sus pronunciados labios y terminó en la otra, humedeciéndolos lentamente. Cerrando sus ojos, Sam dejó caer su camisa al suelo, sintiendo las bruscas exhalaciones y lujuria en aquellos ojos de sus espectadores al contemplar su desnudo torso. Con sus pequeñas manos, volvió a recorrer su marcado abdomen mientras seguía bajando hasta llegar al cinturón que rodeaba sus pantalones de cuero n***o y brillante, tan apretados que casi parecían estar pintados en su respingón trasero, marcando sus musculosos muslos y pantorrillas. Sus pies desnudos en el frío suelo del escenario hacia un choque con su elevada temperatura corporal. Mordiendo su labio inferior, se dio media vuelta y sonrió al observar aquel tubo plateado que estaba firmemente en el suelo y terminaba en el alto techo. Con un sensual movimiento de caderas, caminó alrededor del tubo y quedando nuevamente frente a su público, recargo su espalda desnuda en el fierro, enrollando uno de sus pies en este. Podía sentir el abrumador calor que abordaba aquella sala y apreciar las expresiones excitantes y acaloradas de las personas. Guiñando un ojo a nadie en particular, llevó sus manos hacia atrás, afirmándose del tubo. De pronto la música cambió y rápidamente en un perfecto movimiento se lanzó al tubo escalándolo con destreza sensual. Cada persona en aquel lugar contemplaban absortos el pequeño cuerpo balanceándose en el aire, moviéndose solo con la fuerza de sus brazos y piernas. La risa de aquel chico enviaba una punzada de excitación a cada m*****o de los presentes, era un sonido sensual e inocente, malvadamente coqueto. Todos sabían que en ese momento era solo el chico y el tubo, los dos jugando entretenidamente delante de ellos como si no existiera nadie más. En lo más alto del tubo, Sam sonrió olvidando todo y solo disfrutando de su baile. Cerrando sus ojos, elevó sus brazos por encima de su cabeza, sus pequeñas manos rodeando el tubo, soltó sus piernas a los lados sintiendo como todos retenían el aliento, lentamente y solo con la fuerza de sus brazos, se comenzó a deslizar hasta que sus pies tocaron el firme y helado suelo sin problemas justo a tiempo en que la música se detuvo. Solo fueron unos segundos en los que todos apreciaron la figura del pequeño pelirosa pastel abrazando el tubo como si fuera su anhelado amante, atrayendo algo de envidia en algunos. Sam pestañeó varias veces y se separó con un suspiro, revolviendo su cabello hacia atrás posó su mirada confiada y atrayente en su público por unos minutos antes de seguir con su camino. Mientras bajaba del escenario, sonrió ladino a las personas que lanzaban su dinero al escenario tras terminar su presentación. Una vez estuvo fuera el escenario, recargó su espalda en la fría pared y con sus manos temblorosas, trató de ignorar la sensación de su cuerpo al sentir aún la asquerosa excitación de las personas, intentando olvidar la mirada llena de lujuria mientras tocaban sus partes íntimas sin importarles estar en un lugar público. Pasando con algo de dificultad saliva, respiró profundamente y en su rostro volvió a aparecer una pequeña sonrisa anunciando que nada malo pasaba. Cruzando las puertas de su camarín, sus amigos Jinian y Nail le esperaban con una gran sonrisa. —Estuviste genial Sam —felicito Nail, un rubio alto con unos encantadores hoyuelos. —Nail tiene razón, Sam, realmente te estabas divirtiendo allá arriba —añadió Jinian abrazando a su pareja. Para muchos era increíble que esos dos fueran pareja. Jinian siendo el que diseñaba los vestuarios de todos los trabajadores, también el que creaba para algunos los bailes y aplicaba el maquillaje, mientras que Nail era el dueño de todo el local. La reputación de Nail era realmente respetada por todos los que poseyeran o visitaran constantemente el club. Y para él, Jinian era su rey, no le importaba cumplir cualquier capricho del hermoso hombre castaño claro mientras este siguiera sonriendo hacia él. Había sido gracias a Jinian, que él trabajara en el respetable club y no en uno de mala muerte y con asquerosa paga como había estado a punto de hacerlo. —Bailar es una de mis pasiones y más cuando descubrí el baile en barra. La sensación de adrenalina que siento al estar en lo más alto para luego dejarme caer... —sonrió verdaderamente hasta que sus ojos fueron dos finas líneas, una sonrisa que podría considerarse inocente e infantil. Nail abrió su boca pero el sonido de su móvil le interrumpió. Jinian observó con un puchero como su pareja se disculpaba y salía un momento de la habitación privada de Sam. —Dime ¿los demás siguen estando celosos de que Nail te diera una sala solo para ti? —pregunto el castaño claro alzando una ceja. Todavía estaba algo irritado de lo infantiles que podrían ser algunas personas, era increíble como los celos podían cambiar a uno. —Bueno, de que siguen celosos... Siguen pero —suspira—, al menos ahora que tengo mi propia habitación donde le puedo colocar seguro no rompen mis vestuarios o intentan robar el dinero. La puerta se volvió a abrir y Nail entró mostrando sus encantadores hoyuelos que distraían considerablemente a su pareja. —Amor, los demás están esperando para que les ayudes con el maquillaje —aviso el rubio. —Aish, lo había olvidado —pronunció arrugando su nariz. Resignado, comenzó a salir de la habitación deteniéndose un momento al lado de su pareja por un beso. Observando a su amigo, Sam se cambió de pantalones para colocarse otro igual de apretados jeans. —¿Qué pasó? —pregunto el pelirosa. Nail esperó a que su pareja estuviera lo suficientemente lejos antes de recargarse en la puerta y observar a Sam, torciendo su boca en una mueca. —Siguen insistiendo para arrendar completamente el club solo para un grupo de personas —respondió. —¿Cuáles personas? —preguntó suspicaz—. ¿Esas personas? O ¿Las personas? —cuestionó haciendo énfasis en "las". Muchos se confundían con esas palabras pensando que era lo mismo, pero no para ellos dos. —Si fueran unas personas cualquiera sabes que no me haría problema pero... Traer algo de mis oscuros negocios al club limpio y diseñado especialmente para Jinian... —chasqueó su lengua con amargura. Sam terminó de acomodarse la camiseta negra y observó al rubio. —Sabes que Jinian tarde o temprano se tendrá que enterar de que no todos tus negocios son limpios Nail, te aconsejo como amigo que le digas antes de que se entere por otras personas o lo averigüe por sí mismo —expresó—. Sabes cómo es él, Jinian te quiere sin importar tu trabajo... Y tampoco es como si mataras gente realmente. —No, no las mato pero si les vendo droga y algunas veces armas —pronunció serio, golpeando su cabeza contra la puerta. El pelirosa pastel suspiro cruzando sus brazos sobre su pecho. Había descubierto poco después de entrar al club en lo que verdaderamente trabajaba Nail por un descuido, pero como no era asunto suyo no le dio importancia. Cuando Nail le había amenazado de no decir nada, rápidamente le había expresado que no le importaba, lo cual les había hecho más unidos. Y de vez en cuando, por una paga extra, Sam ayudaba en los otros clubes haciendo de reemplazo. Entendía que Nail quisiera ocultar este lado oscuro de su trabajo y vida a su pareja, después de todo Jinian era tan cálido que era difícil verlo envuelto en algo como lo que hacía Nail, Jinian probablemente se asustaría. Sam sabía que Nail había creado este club especialmente para Jinian, ya que era el sueño de este y también le servía como una tapadera, pero ciertamente nunca pensó que su club sería tan famoso y todo por el esfuerzo de su pareja, por lo que había decidido que sus negocios turbios y oscuros estaban fuera del club de Jinian. —Olvidando el tema que un día de estos Jinian se puede enterar de aquello... —pronuncio y el rubio lo fulminó con la mirada. Sam se encogió de hombros—. El otro día me mencionó que tal vez haría un rápido viaje para ir a ver a sus padres, ¿por qué no aprovechas esos días para arrendar el club y dejas en claro que eso nunca más volverá a ocurrir? —propuso. Nail lo pensó por unos segundos y luego asintió con la cabeza con pesar. Él había querido ir con su linda pareja a visitar a sus suegros, pero si esos dos días le servían para alejar aquellos peces gordos y oscuros de este lugar sano, lo haría. —Tú eres mi atracción principal aquí Sam, no te puedes ir esos días —aunque su voz era dura, Sam pudo reconocer el favor que pedía a través de sus ojos. —Esos días sabes que no los trabajo, son especiales —hizo una mueca. —Te daré mañana libre pero tienes que venir el sábado —propuso. —Sabes que simplemente no puedo —negó. —Te daré más dinero, por favor, Sam —suplicó ahora realmente preocupado. El chico de cabello rosa pastel suspiró—. Bien, el dinero no es necesario, es un favor —sonrió ladino, logrando que el contrario se quejara. —Ugh... Tus favores siempre son caros o peligrosos pero no importa, ahora tengo que arreglarlo y convencer a mi amor de que surgió algo importante —sonrió al pensar en su castaño claro. —Iugh, ya pusiste cara de idiota —se burló Sam antes de abrir un recipiente con comida que Jinian personalmente le había preparado. —Cállate, soy tu jefe —le recordó divertido Nail, abriendo la puerta y saliendo del camarín de su amigo. Contempló con curiosidad a su pareja volver por el pasillo con un ramo de rosas rojas entre sus manos antes de alejarse en el sentido contrario. Jinian alzó una ceja y entró de nuevo en la habitación de su amigo, observó a Sam comer algo que él mismo le había preparado sentado frente al tocador lleno de maquillaje. —Ustedes dos... —Sam lo observó con sus mejillas llenas de comida, similar a una ardilla—. ¿Me están engañando? —preguntó repentinamente. Sam tosió atragantándose con la comida ante la sorpresiva e inesperada pregunta. Asustado, Jinian se olvidó del ramo de rosas lanzándolas al sofá y corrió para golpear suavemente la pequeña espalda de su amigo mientras este trataba de respirar. Tragando su comida, Sam limpió las lágrimas que brotaron por el esfuerzo cuando finalmente pudo respirar sin toser en el proceso. Tomó algo de su botella de agua y observó a Jinian curioso. —¿De dónde sacas esa estupidez? —pregunto logrando que el contrario se sonrojara—. Jinian, Nail es un amigo al igual que tú y él está locamente enamorado de ti y no por tu gran culo como otros hombres. —Tú... No metas a mi trasero en esto —exclamó—. Esto es serio. —se quejó sintiendo el calor en sus mejillas aumentando. —Jinian es en serio, Nail te ama a ti y él es como un hermano mayor para mí al igual que tú. Ahora dime, ¿de dónde sacas eso? —preguntó. Observando su sofá, caminó hasta él y se inclinó para recoger el ramo de rosas. —Bueno, hay momentos en los que ustedes se quedan hablando cuando yo me voy o yo llego cuando ustedes están hablando y de repente se callan —hace una mueca—. Sabes que soy algo inseguro y más cuando mi ex me engañó prácticamente por un año con mi ex mejor amigo —le recordó. Sam dejó de observar las rosas y contempló a Jinian, él no sabía lo que eran en verdad las inseguridades por lo que no podía comprender del todo. Suspirando, buscó una forma de distraer a su amigo y no delatar al otro. —Bien... No lo quería decir realmente pero no me estás dejando opciones —anunció. —¿¡Me están engañando!? —se alteró el castaño claro, abriendo exageradamente sus ojos de forma dramática. —Estaba ayudando a Nail con una sorpresa —mintió observando como el alivio pasaba por el rostro de su amigo y luego el pánico. Ahora tendría que decirle a Nail que tenía que comprarle un regalo a Jinian. —Dios, no le digas a Nail que me contaste esto —exclamó preocupado. —Pero lo hice, así que aunque él siga ya no será una sorpresa, te conoce y sabes cuando finges algo —se encoge de hombres. — No sé de qué me hablas, nosotros estábamos en que tu admirador secreto te volvió a dejar doce rosas perfectamente rojas y cuidadas —cambio de tema descaradamente. —¿No lo viste? —pregunto permitiendo el cambio de tema, buscando alguna nota entre el ramo pero como siempre, no había nada. —Sabes que no, solo deja las rosas en la mesa más apartada y oscura pidiéndole al camarero que te las entregue —le recordó—. ¿Te las llevarás? —Sí, no quiero usar mi dinero para comprar más cuando tengo aquí entre mis manos —pronunció observándolas fijamente, incluso las espinas habían sido removidas. —No creo que a tu admirador secreto le gustaría saber que la primera vez que te llevas sus rosas son para eso —pronunció arrugando su nariz. —No es como si él se fuera a enterar de algo, siempre que deja las rosas se va —le resto importancia agarrando su chaqueta y mochila—. Te llamo o envío un mensaje cuando llegue a mi departamento —se despidió—. Por favor cierra cuando salgas. Agitando las rosas en forma de despedida, salió del camarín dejando a Jinian dentro sin darle oportunidad de decirle algo. Caminando por el pasillo, se detuvo cuando paso por al lado de la oficina de Nail. Apenas tocando, entró sin esperar respuesta. Como si le hubiese estado esperando, Nail señaló el dinero sobre su escritorio. Dejando las rosas sobre el escritorio un momento, guardó bien el dinero después de contarlo y cerró su mochila volviendo a tomar su ramo. —¿Un admirador? —preguntó y Sam asintió sin importancia dirigiéndose nuevamente hacia la puerta. —Cierto —volvió a observar al rubio—. Jinian piensa o al menos pensó que lo estábamos engañando porque siempre que hablamos de tu otro trabajo callamos cuando él aparece, le dije que era por que le planeabas dar una sorpresa así que te recomiendo que le compres ese collar que tanto quiere y a ti no te gusta —aconsejo—. Tiene inseguridad así que dale mucho amor, sobre una cama, y desnudos —asintió con la cabeza—. Sí, eso sería perfecto para ustedes dos. —Gracias —pronunció Nail con una gran sonrisa antes de que el pelirosa pastel desapareciera de su vista.  
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