Aisha se encontraba anonadada con esa lluvia de atención repentina viniendo de su protector y de un hombre que no tenía papas en la lengua. Nader no volvió a soltar su brazo, ignorando sus protestas, pues el león que la acechaba estaba cada vez más cerca y no tenía intención de marcharse. Leo no terminaba de entender en que instante el lado protector de Nader había despertado. Su primo siempre había sido el típico hombre que miraba a las mujeres como si fueran objeto y no era para más, ya que eso le había enseñado su maravillosa madre. Pero con Aisha ocurría algo diferente, aunque estaba claro que no tenían ninguna relación íntima con la muchacha. De todas formas, a Leo le costaba centrar su atención e interpretar la actitud de su primo, pues la belleza tan exquisita de Aisha lo habí