Olaya amaneció con una gran sonrisa en su rostro. Después de lo ocurrido en la oficina de Nader, con la mosquita muerta que supuestamente iba a reemplazarla, ya no tenía que preocuparse por una segunda mujer tan cerca de su ingeniero.
Ella pasaría a ser su asistente personal, la que lo acompañaría a todas partes, a los viajes de negocios y fiestas repletas de lujos con personas ricas y famosas. Todo era perfecto, pero la idea de saber que otra mujer entraría en el mismo puesto que fue el camino que la llevó a la cama de Nader no le agradaba y no soportaba saber que él pasaría a ser el protector de esa niñita.
Olaya nació en una familia pobre musulmana, pero abandonó todo para buscar su sueño de casarse con un hombre adinerado y vivir lejos de las viejas tradiciones. Estaba a nada de alcanzar su mayor objetivo y nada iba interponerse entre ella, su hombre perfecto y la gran fortuna que poseía.
La mujer echó un vistazo a su reflejo en el espejo del salón. Llevaba una carísima lencería de color blanco, había preparado un delicioso desayuno para despertar a Nader, que después de varias copas decidió pasar la noche con ella y deseaba que el amanecer fuera perfecto.
Olaya echó sus cabellos hacia atrás para realzar su busto, tomó la bandeja con el desayuno, se dirigió a la habitación para despertar a su ingeniero como solo ella sabía hacerlo, pero nada más entrar lo encontró de pie delante de la ventana, ajustando la corbata de su traje.
—¿Vas a marcharte? —preguntó desconcertada, después de haber pasado toda la mañana planeando un día romántico con Nader.
El giró el rostro para verla terminando de apretar el nudo de su corbata, después tomó sus gemelos que estaban sobre la mesa y se los puso con total tranquilidad.
—Tengo asuntos que resolver, Olaya, por favor no empieces con tus dramas. —masculló poniendo los ojos en blanco.
—Pero yo pensé que pasarías el día conmigo. —escupió Olaya soltando la bandeja sobre la cama, derramando todo lo que había preparado sobre las sábanas. —No tienes ninguna reunión programada para hoy, estarás libre todo el día y podrías aprovecharlo para estar conmigo.
—Ya estoy contigo casi las veinte cuatro horas del día, Olaya… no me castigues con más para tener que soportar tus desplantes innecesarios o me veré obligado a una buscar persona para sustituirte. —le advirtió Nader tomando la chaqueta de su traje que estaba colgada encima del espejo.
—¡No puedes estar hablando en serio Nader! —replicó Olaya incrédula. —Llevo dos años a tu lado, no serás capaz de poner a otra mujer en mi lugar… ¡Jamás aceptaré tal cosa!
Nader dio unos pasos hacia a ella y levantó su barbilla con la mano para mirarla a los ojos.
—Te dije que no soy partidario de mezclar el sexo con el trabajo. Cada vez pareces entender menos eso. Posiblemente lo mejor sea buscar a alguien capacitado para reemplazarte, ya que no puedes controlar tus impulsos. —contestó con un tono suave. Nader no quería hacerle daño y valoraba todo el esfuerzo que Olaya había hecho durante esos años trabajando juntos, pero solamente la veía como su amante y estar a su lado tantas horas comenzaba a provocar cierta confusión en su secretaria que buscaba algo más. —Tú y yo no tenemos una relación, es solo sexo… te lo dejé claro el día que decidiste meterte en mi cama, pero si no vas a entender…
—Sí, sí lo haré. —respondió Olaya con anticipo. Ella prefería darle el gusto y hacerle creer que aceptaba sus condiciones, antes que perder el único lugar que tenía realmente garantizado en su vida. Ser su asistente personal era el mejor camino para llegar a su corazón y algún día ser su esposa, o eso pensaba. —No hace falta que busques a otra persona, te prometo que no volveré a agobiarte… es solo que, bueno… me gustaría estar más tiempo contigo. —confesó haciendo un puchero y con la voz rota para dar pena.
—Esta noche volveré para verte, pero ahora tengo que irme. —contestó el ingeniero dirigiéndose a la puerta, pero Olaya lo tomó del brazo.
—¿No me vas a decir a dónde vas? — inquirió loca por saber por qué se había levantado tan temprano después de todas las copas que tomó anoche. —Deberías descansar y relajarte un poco.
—Necesito ir a un lugar importante para cumplir con mi palabra. —contó Nader con cansancio y ella arrugó el ceño con incomprensión. —Tengo las llaves de este piso, no me esperes despierta.
—Está bien, pero te esperaré en la cama desnuda como tanto te gusta. —aseguró Olaya con picardía y Nader solo respondió a su ofrecimiento con una media sonrisa que no se reflejó en sus ojos.
Olaya se preguntó si esa salida repentina de Nader tenía algo que ver con la mosquita muerta que los encontró teniendo sexo en su oficina, y deseó que no fuera así, pues demasiado tenía con tener que lidiar con otras amantes del ingeniero, no iba a soportar también a una protegida.
En su Audi, lejos de la mirada especulativa de Olaya, Nader puso las manos sobre el volante pensando en cómo iba a hacer para hablar con Aisha, después de la escena que la muchacha presenció y recordó su conversación con el príncipe acerca del futuro de la chiquilla inocente que él debía proteger.
FLASHBACK
—¿Quieres qué sea el protector de Aisha? —preguntó Nader sorprendido por aquel pedido de su príncipe y gran amigo. —Por favor Karim, llevo toda la vida centrado únicamente en mi vida, en cuidar de mis asuntos y…
—Y vivir tu libertad como te salga de los huevos, lo sé. —se adelantó el príncipe interrumpiendo el ingeniero. —También tengo claro que el único compromiso que tienes en tu vida es el trabajo, que nada más te importa.
—Lo dices de una manera como si fuera algo malo, no creo que sea difícil entender que lo más normal es que ponga mi atención en lo único que me sale bien en esta vida, construir plataforma petrolíferas. —se justificó Nader exasperado. —Casi no tengo trato con mis padres, no sé lo que es tener una familia y ahora me salen con esto. ¡No tengo ni idea de cómo cuidar de esa chica!
—Tampoco te estoy pidiendo que te cases con ella, Nader. —replicó Karim recostado en su silla, observando detenidamente al hombre en el que estaba depositando su confianza. —Llevo un par de años siendo el protector de Aisha desde que su padre falleció y ella se quedó sola con su madre y sus hermanas, pero esa niña se merece mucho más que un puesto de empleada en el hogar de mi familia. Quiero que Aisha vuelva a estudiar, que tenga un mejor trabajo y creo que como tu secretaria sería un buen inicio.
—Ya tengo a Olaya, no necesito otra secretaria. —refutó Nader con cansancio. —Ya tengo demasiado con una mujer, no podría tener a a otra más.
—Olaya también es tu amante, por eso es un problema, Aisha jamás lo será. Es una chica inocente, es muy pura. Ella no es una mujer para divertirse. Por lo tanto, no deberías preocuparte por ver a Aisha como mujer, solo cuidar de ella y velar por sus intereses hasta que conozca a un buen hombre y se case con él.
Nader resopló con fastidio y le echó una mirada asesina a su amigo, independientemente de que fuera el príncipe heredero de Arabia Saudí seguían siendo muy cercanos. En ciertos momentos hablaban con total confianza.
—¿Me estás pidiendo qué cuide de una mujer para otro hombre? —inquirió molesto. —¿Y si tarda en conseguir un marido o si decide qué no quiere casarse que hago con ella?
El príncipe suspiró con cansancio, a veces su amigo era una persona difícil de lidiar, pero sabía que en el fondo era un buen hombre.
—Será solo hasta que encuentre el amor o que cambie ciertas leyes para que Aisha pueda estar tranquila con su familia, con o sin un hombre a su lado. —Karim se puso de pie, se acercó a su amigo y puso la mano sobre su hombro. Nader giró los ojos viendo ante su mirada suplicante. —Sabes que ahora mismo tengo muchos asuntos que resolver, no puedo estar pendiente de Aisha y tampoco deseo dejarla desprotegida. Eres la única persona que la que confío en este país para cuidar de ella. Su inocencia es hermosa, pero también es un peligro y no soportaría que alguien se aprovechara de su virtud para hacerle daño. —el príncipe lo miró a los ojos y pidió. —Por favor Nader, toma a Aisha como tu protegida, cuida de ella como si fuera tu hermana pequeña y mantenla a salvo.
Nader no podía negarse ante ese pedido. Karim era un gran amigo, estaba pasando por un momento difícil y cualquier ayuda era bienvenida, entonces por esa amistad que tenían y por lo fiel que era a su príncipe, dijo.
—Está bien, seré el protector de Aisha. Cuidaré de ella con mi vida si es necesario. —aseguró sin estar seguro de si iba a poder verla como una hermana, así como el príncipe había sugerido, pero sí iba a cuidar de ella.
FIN FLASHBACK.
Nader apretó el volante de su auto y lo puso en marcha. Había hecho una promesa y estaba determinado a cumplirla, aunque Aisha se negara a verlo iba a ser su protector.
La chica vivía a las afueras de la ciudad de Riad, en un pequeño pueblo ya prácticamente consumido por la arena del desierto.
Nader manejaba con cuidado entre aquellas calles en mal estado, dándose cuenta de lo deterioradas que se veían algunas casas, los niños que corrían de un lado a otro, cabras, perros y otros animales desnutridos que también ocupaban su lugar en aquel triste paisaje.
Entonces se detuvo delante de una casa baja, con el tejado lleno de arena por alguna tormenta que había pasado por allí.
Nader miró su imagen en el espejo retrovisor, cerró la chaqueta de su traje y infló su pecho antes de salir del auto.
La puerta de la casa estaba abierta, revelando que era un lugar humilde, pero muy limpio y bonito. Se notaba que el príncipe había hecho mejoras en aquel lugar. Aunque la madre de Aisha era una mujer orgullosa y después de la muerte de su esposo, se negaba a aceptar la ayuda de cualquier otro hombre, por miedo a contraer alguna deuda que podría arriesgar la seguridad de sus tres hijas, ya que con haber recibido la ayuda de un hombre importante de su pueblo tenía suficientes problemas, algo que el ingeniero no tardó en descubrir.
Nader entró en la casa de su protegida, sin ser invitado, al escuchar voces que venían de la parte trasera. Cuando llegó al pequeño patio, donde solo un árbol decoraba el lugar, encontró a Aisha cubriendo parte de su rostro, con sus hermanas pequeñas detrás de ella agarradas a su cuerpo. La chica claramente las mantenía alejadas de los tres hombres que estaban delante de ella hablándole con un tono demasiado alto para el gusto del ingeniero.
—Váyanse de mi casa, mi madre no está aquí y no tengo absolutamente nada que tratar con ustedes. —exigió Aisha enfrentándolos, pero los tres hombres se reían de ella.
—Tu madre lleva meses cogiendo agua de nuestros pozos para daros de beber a ti y a tus hermanas sin pagarme nada, ya tenéis una deuda muy alta que pagar a mi familia. —contestó uno de los hombres que se veía mayor que los otros dos. —Es hora de que empiecen a darme algo que quiero o las consecuencias serán graves.
—Usted le ofreció a mi madre uno de los pozos después de la muerte de mi padre y nos garantizó que lo hacía para ayudarnos, que no tenía la intención de cobrarnos ni una sola gota de agua. —refutó Aisha indignada protegiendo a sus hermanas de cinco y quince años.
—Pues he cambiado de idea, empiezo a creer que ya sé lo que quiero de ustedes. —declaró el viejo mirando a Aisha con lascivia. —Tengo una esposa que ya está muy vieja, es el momento de buscar a una segunda mujer y tú serás perfecta para servirme, niñita.
—¡Jamás me venderé a un anciano repulsivo como usted! —lo enfrentó Aisha con vehemencia. —Fui la prometida de su hermano y todas las mañanas agradezco a Alá por haber disminuido sus días, librándome del compromiso que fui obligada a aceptar siendo aún una niña. No me libré de un cerdo para casarme con otro.
El hombre dio un paso adelante, apuntando a la chica con el dedo y una mirada amenazante en su rostro.
Nader que escuchaba todo se puso en alerta, no iba a permitir que nadie le hiciera daño a su protegida.
—En esta casa hay cuatro mujeres solas sin un hombre que las proteja, niña contestona. — rebatió el viejo mientras sus hijos miraban a las tres hermanas con malicia. —Tu familia tiene una deuda conmigo y te estoy ofreciendo un lugar digno en mi casa como mi segunda esposa. —se acercó a Aisha y levantó la mano para tocar su rostro, pero ella se apartó haciendo una mueca de asco. —Pero si no aceptas mi propuesta, podría venir aquí cada noche con mis hijos y convertir a ti y a esa hermanita tuya en mis odaliscas. Tengo muchas en este pueblo y me encantaría agregarte a mi colección.
—Me das asco. —respondió Aisha con la voz firme mirándolo con fiereza. —No permitiré que te acerques a mis hermanas, y olvida la idea absurda de tenerme como esposa… ¡Antes muerta!
El hombre la tomó del brazo apretándola con fuerza intencionalmente y la juntó a él lo suficiente para mirar dentro de sus grandes y hermosos ojos.
—Puedo hacer contigo lo que se me pegue la gana y reclamarte si así lo deseo, porque no hay un hombre bajo este techo.
—¡Yo soy el hombre de esta casa! —rugió Nader sorprendiendo a los hombres que amenazaban a las chicas. —¡Aléjese de ella si no desea conocer mi furia, porque le juró que no me va temblar la mano y no tendré en cuenta su edad a la hora de hacerle pagar por ponerle un dedo encima.
Uno de los hombres, el más joven de los tres, increpó al ingeniero que atravesó el pequeño patio con pasos firmes y seguros.
—¿Quién eres tú?
—El único hombre en la vida de esta mujer, el que responde por ella y por su familia a partir de ahora. —respondió Nader con tono autoritario. —Mi nombre es Nader Khalil, y soy el protector de Aisha.
—¿Nader Khalil? —preguntó el viejo arrugando el entrecejo. —¿El ingeniero hijo del jeque Murad Khalil?
—¡El mismo! —afirmó Nader colocándose delante de las tres chicas y la más pequeña lo miró como si fuera un héroe, mientras que Aisha temblaba de los pies a la cabeza por su presencia. —Si sabe quién soy le recomiendo que no se vuelva a cruzar mi camino o me veré obligado a ponerlo en su lugar. Esta mujer ya no está sola, y sus hermanas tampoco. Ahora velaré por ellas y por sus intereses.
El viejo lo miró con desagrado, pero sin atreverse a enfrentarlo. No estaba loco como para buscar problemas con una familia tan poderosa como la del ingeniero. Pero lo cierto es que no pensaba irse con las manos vacías.
El hombre mayor bajo un poco la mirada, buscando controlar su ira y la frustración que sentía por perder la oportunidad de poner las manos encima de la hija mayor de la familia Assiri, pero no pensaba marcharse sin nada.
—Señor Khalil, lejos de mí buscar problemas con un hombre tan importante como usted, pero estas mujeres me deben mucho dinero. Ellas han contraído una deuda con mi familia y alguien debe responder por esa suma…
Nader miró a Aisha directamente a los ojos y vio lo apenada que estaba. Entonces tocó su rostro con cariño, un gesto simple que la hizo estremecerse y al sentir su reacción se apartó de ella por miedo a asustarla. Luego el ingeniero vestido con su traje de diseñador y la mirada de un depredador se dirigió al anciano.
—Esta misma tarde recibirá la llamada de mis abogados y le advierto que empiece a preparar las maletas…
—¿¡Qué!? —se escandalizó el hombre con su advertencia, pero se calló cuando Nader lo encaró. —No solamente tendrá el dinero que le deben, sino que hoy mismo me haré con su residencia y con ese mediocre campo de pozos de agua que tendrá en esta región. —continuó Nader, su voz sonaba amenazante y segura. —No voy a parar hasta que su familia esté lo más alejada posible de mi protegida. Le aseguró que si se acerca a ella otra vez acabaré con usted y con todo lo que le rodea.—escupió echando una mirada fulminante a los hijos del viejo.
—No puede hacernos esto, soy un empresario respetable y tengo muchos contactos. —replicó el viejo furioso.
Nader solo curvó sus labios en una sonrisa indescifrable, tomó la mano de Aisha, que se derritió con su gesto protector, después miró al hombre como si fuera una mota de polvo a su lado.
—Esto es solamente una pizca del poder que tengo en este país, no querrá conocer el peso de mi ira, se lo aseguro.—Nader habló con autoridad, pero con un tono calmado y bajo. No necesitaba gritar para demostrar el hombre que era. —Váyase, reúna a su familia y marcherse de estas tierras o de los contrario yo mismo lo sacaré de aquí como el animal que es.
Sin soltar de la mano de su protegida Nader vio como los tres hombres se iban de la casa de Aisha para nunca más regresar, luego se dio la vuelta para ver a las tres chicas que estaba protegiendo como la fiera que era.
Aisha no pudo sostener la mirada de ese hombre que provocaba tantos sentimientos dentro de ella, emociones que no podía explicar. Entonces soltó su mano para romper aquella fuerte conexión que estaba teniendo con el calor de la piel del ingeniero.
Nader a su vez la miró avergonzado, sabía que no tenía derecho a estar en su presencia después de lo ocurrido en su oficina, pero tenía que cuidar de ella y solo podía hacerlo estando cerca.
Cuando Aisha soltó su mano, Nader sintió un extraño vacío en su corazón, como si ella le hubiera robado algo. Para sacar esa exquisita sensación de su cabeza se centró en las niñas que se escondían detrás de Aisha y las observó con ternura.
—¿Están bien… esos hombres les han hecho algún daño?—preguntó preocupado.
—Estamos bien señor Khalil, puede estar tranquilo. No tengo como agradecerle por proteger a mis hermanas y a mí. —dijo Aisha cubriéndose con el velo y Nader la miró ensimismado, era increíble ver cómo escondía sus cabellos de la visión de un hombre.
—Tuve mucho miedo, pensé que iban a hacernos algo malo. —susurró la pequeña Melissa, era como una copia de su hermana mayor, pero sus ojos eran verdes.
Nader se derritió con tanta dulzura e hincó la rodilla en el suelo delante de la niña para estar a la altura de sus ojos, viendo que se agarraba a Aisha como si fuera su puerto seguro.
—Nunca más volverás a verlos, princesa. —aseguró Nader y levantó el rostro para ver Aisha con una mirada suplicante. —Lo único que quiero es que estén a salvo. No soy un hombre ejemplar, pero estoy dispuesto a darles lo mejor de mí. Solo tienes que aceptarme como tu protector Aisha, déjame estar a tu lado y ser el hombre que cuidará de ti.
Melissa y Kalah, la hermana mediana, observaron de reojo como Aisha parecía perderse en los ojos del ingeniero, que estaba de rodillas delante de ella como si fuera una reina y él su súbdito.
—Dame una oportunidad Aisha, prometo que no voy a fallarte… a ninguna de ustedes. — habló el ingeniero mirando a las tres jovencitas, pero con el corazón en la mano esperando una respuesta de aquella dulce chiquilla, que sin previo aviso y sin que se diera cuenta estaba robando una pequeña parte de su alma.
—Por favor Aisha, permite que cuide de nosotras. —pidió Melissa tirando del vestido de su hermana para llamar su atención.
—Melissa, tú no conoces a este señor. —replicó Aisha con tristeza, porque ella sí ya había visto las dos versiones del caballero que estaba a sus pies.
—Pero gracias a él ya no estoy asustada. —contestó Melissa haciendo un puchero. —No quiero volver a tener miedo, acéptalo Aisha.
La chica miró al ingeniero volviendo a sentir que esos ojos la penetraban de una manera inexplicable.
—Solo dime que sí Aisha… es lo único que necesito escuchar de tus labios, un sí. —insistió Nader. —Acéptame como tu protector y nunca más volverás a estar sola.
Aisha le dio la mano, aceptando su protección sin saber que también iba entregarle no solamente una parte, sino que algún día todo su corazón llegaría a pertenecer a su protector.