Capitulo IV

1423 Words
-dices complacer al diablo pero lo único que haces es temblar- el diablo se apartó de sus piernas tomó su mano y nuevamente sentó a Alda. -yo…lo siento- bajó su mirada, estaba apenada. Era consiente del temblor de su cuerpo pero no podía impedirlo, si bien lo que hacía en sus piernas era extraño y de algún modo satisfactorio, no podía dejar de pensar en que aquel hombre iba a romper su pureza. -¿que sientes?, entregarte a mi- posó su mano en su pecho y comenzó a masajearlo. -yo…- -si deseas puedo hacer que te acuestes con unos de los hombres de este bar- no iba a dejarla hacer aquello, pero hay veces en que una mentira es reconfortante. Alda negó, no podía dejar que su primera vez fuera con un hombre sucio de aquel bar; un hombre que si la trataría como un objeto. -yo no quiero eso- logró decir. Dio un gran suspiro y llevó sus manos al botón de los pantalones del Diablo, bajó su cierre y allí se encontraba lo que tanto temía. Su masculinidad aun era cubierta por su bóxer, pero aun así se veía grande. -lo quieres en tu boca- Alda no entendió sus palabras, el diablo vio la duda en la joven. -al parecer no- llevó su mano a la entrepierna de Alda y su dedo empezó a tocar aquel lugar, daba pequeñas pasadas por la extensión de esta. Sus ojos estaban fijos en el rostro enrojecido de Alda y no perdía las muecas que hacía. Sus caricias eras lentas, sus dedos se mojaban por los fluidos que expulsaba su escultural cuerpo. -mira como te mojas por una simple caricia florecita- Alda no podía resistir el cosquilleo que sentía en su parte intima, era una tortura. -mira como mi dedo se pierde dentro- un dedo ingresó en el cuerpo de la joven, un rastro de incomodidad le generó aquello, era extraño. -o tal vez dos- cuando el segundo dedo ingresó esta vez si hizo una mueca de incomodidad, colocó su mano encima de la del Diablo y lo detuvo. -puedo preguntarte algo- el hombre ahora un poco enojado observaba a la mujer. -adelante- -cuando vayamos a hacerlo podría ser en una cama, este lugar me es un poco incomodo- no quería hacerlo encima de un escritorio o de un mueble o peor aun en el piso, si iba a perder aquello que sea por lo menos en una cama. El diablo quiso burlarse en su cara, ¿en una cama?, llevar a esta próxima prostituta a una cama y coger allí. Le pareció muy estúpido. -solo las mujeres respetables merecen tener sexo en una cama, las que son de un momento cualquier lugar es bueno- soy la del momento, aquella palabras fueron crueles y dolorosas. Esto es lo que voy a ser de ahora en adelante “la mujer del momento”. Tengo que irme acostumbrando de eso pensó Alda. -esta bien- sus palabras se quedaron atoradas en su garganta- tengo tres opciones, verdad- -el piso, este escritorio y aquel mueble- -el piso- la alfombra del piso era un poco gruesa, pensaré que una cama matrimonial y que este hombre es mi pareja. Se bajó de aquel frio escritorio y posó su cuerpo en aquel duro piso. El diablo quitó su pantalón y se recostó encima del cuerpo de la joven. Alda por temor cerro sus ojos y su mente recreaba una suite de hotel, el lugar lleno de pétalos de rosa, sábanas blancas y suaves. El diablo observaba a la mujer desnuda que tenia enfrente, no tan colaboradora como le gustaba, no lo tocaba, parecía un ser inerte y aquello de algún modo le molestó. Reparó su rostro y mas aun sus labios, era de un color rosa, eran pequeños y finos. Quería probarlos, se veían apetecibles. El no besaba mientras tenia sexo, aquello era secundario para él -por qué cierras tus ojos- poco a poco se colocó en medio de las piernas de Alda. -eso le molesta- -no- -entonces los mantendré cerrados- -los abrirás cuando te penetre- Alda se tensó por esas palabras. Era un sucio, qué persona va por la vida diciendo esas palabras. Caruso dejó un beso en su mentón, sus manos tocaban el cuerpo de la joven. -ella es dulce- pensó, su cuerpo tenia una fragancia deliciosa que lo incitaba a morder su cuerpo y eso es lo que hacía, lamia su cuello, chupaba sus senos, mordía su vientre. Era como una manzana roja, lista para devorarla. Gemidos escapaban de los labios de Alda, gemidos que alentaban mas al diablo a probar y deleitarse con el cuerpo de aquella mujer. Las respiraciones de ambos eran descontroladas, el sudor resbalaba de la espalda del hombre, sudor que palpaba Alda cuando tocaba aquel lugar. El diablo quitó su ultima prenda y se aplastó con el centro de Alda. -por favor..- titubeo Alda. -por favor qué…- danzaba su punta en la entrada de la joven. -se suave, por..favor..- -no te comportes como una puritana, solo es el m*embro de un hombre que te va atravesar- rugió Caruso- abre tus ojos- tomó su mandíbula e infringió un poco de dolor. Alda lentamente abrió sus ojos, su mirada se cruzó con la del hombre que tenia frente a ella, sentía que sus ojos atravesaban su alma. -así me gusta, que me miren mientras me cojo a mi presa- se puso de rodillas abrió las piernas de la joven y sin una pizca de delicadeza atravesó su cuerpo. -¡ahh!- el grito que expulsó la joven sentenciaba dolor, se sentía desgarrada por dentro. No lo quería dentro, dolía, dolía mucho. Caruso solo pudo observar la unión de sus cuerpos, se movió un poco y sintió la estrechez de su cuerpo, notó como un poco de sangre bañaba su m*embro. Vio a la joven retorcerse en su lugar, su espalda estaba arqueada y lágrimas escurrían de su rostro. -una virgen- pudo decir. Salió de ella y se puso de pie, el cuerpo de Alda estaba inerte en el suelo, bañado en sudor. Caruso tomó el cuerpo de la joven en sus brazos, presionó uno de los botones en su despacho y una puerta secreta fue abierta. Alda no podía ver nada, sus ojos aun estaban cerrados solo sentía como el hombre la cargaba, la incomodidad de la invasión del hombre aun estaba intacta en su interior. El diablo depositó el cuerpo de la joven en su cama, una que jamás habia compartido con alguna, las sabanas blancas fueron manchadas con un podo de la sangre de la joven. -por qué una virgen vino a este lugar- se cruzo de brazos. -necesitaba saber de mi hermana- Alda se acostó de lado dándole la espalda al diablo. -y tanto es el amor que le tienes que no te importa abrírtele de piernas a un mafioso- negó -ella es como una madre para mi- -entonces demuestra el amor que le tienes y termina lo que empezamos- tocó su m*embro- veamos cuanto dura el amor que le tienes- Volteo el cuerpo de la joven y se puso nuevamente encima de ella. -le vendiste tu alma al diablo florecita- abrió sus piernas e ingresó en ella, esta vez de una forma un poco mas delicada. -le vendí mi cuerpo al diablo- respondió ella- mi alma y mi amor lo tendré encerrado muy dentro de mi- las embestidas eran lentas pero aun así ocasionaban cierta molestia en su centro. -aun así te vendiste, y me importa una mierda lo que sientas- se sentó en la cama y llevó el cuerpo de la joven con él, aquella posición era incomoda y ahora si sentía que estaba siendo desgarrada por dentro. Caruso llevo las manos a la cintura de la joven y controlaba las embestidas. -duele- el cuerpo de Alma saltaba y el sonido que emitían sus cuerpos abarcaba toda la habitación. -mas te va a doler cuando no me tengas dentro florecita- presionaba sus senos y tiraba de sus pezones que generaban dolor. -yo…- Alda llevó las manos al pecho del hombre y rasguñaba aquel lugar. -te gusta como estas siendo atravesada- sus piernas estaban entumecidas y su respiración era irregular. -duele… duele…duele…- -pero te gusta como te duele florecita- una sonora palmada en el trasero de Alda quitó el sueño que estaba sintiendo. -eeress un..- idiota quiso decir pero los labios de Caruso no la dejaron terminar El diablo no besaba, el diablo no llevaba a mujeres a su cama, el diablo no era delicado. El diablo no sabe amar…..
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