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Camino a Casa
“Mientras el primer copo de nieve caía, susurraba secretos de un cuento invernal esperando desplegarse”
Esas palabras pasaron por la mente de Tanwen Lee, sentada en el frío suelo de la cabaña de cazadores en la que estaba escondida.
- Me estoy volviendo loca. - murmuró riéndose de sí misma mirando a su alrededor. Estaba desvariando con las palabras que su madre utilizaba cuando era pequeña y le contaba cuentos para dormir antes de irse a trabajar como camarera en una parada de camioneros en las afueras de la ciudad de Night Wind donde vivieron después de que ella nació. Lejos de los abuelos que echaron a su madre y de todo lo que le recordara a su pasado.
La cabaña donde se ocultaba ahora estaba bien cuidada con dos baúles grandes metálicos que tenían en su interior mantas y otras cosas necesarias para pasar la noche. Estaba construida en medio del bosque para albergar a cazadores que no pudieran regresar a la ciudad mientras era la temporada de caza ya sea por una nevada o que se les hubiese hecho tarde para regresar al camino principal. Las había visto cuando era niña, acompañando a los guardabosques y estaba agradecida por eso. De lo contrario ya se hubiese convertido en una paleta o habría muerto congelada.
Había registrado las alacenas estaba bien surtida con comida enlatada y con cubiertos manejables, como los que se usaban de acampar, había una litera y una chimenea, pero no se atrevía a encenderla para no alertar a la unidad de seguimiento que la estaba siguiendo.
Se envolvió en la manta temblando de frío y suspiró desalentada. Llevaba seis meses escondiéndose del grupo de rastreo y captura de la Cúpula y estaba muy cansada. Había escapado del domo donde estaba entrenando como Esper para poder ver a su madre enferma antes de que muriera y nada había resultado como esperaba. Primero hizo solicitudes formales a la Cúpula y al encargado del domo donde vivía explicando la situación y lo importante que era poder ver a su madre antes de que la enfermedad avanzara para poder despedirse. Su solicitud fue denegada por no tener un guía asignado.
Esa no era su culpa, había maldecido miles de veces. Cuando ingresó a la base al cumplir quince años para encontrar a un guía compatible, no hubo coincidencia y así fue cada año cuando los nuevos guías que terminaban su formación eran pareados con ella. Ahora, con dieciocho años, estaba harta de esperar que su esper apareciera y tampoco estaba dispuesta a perder la oportunidad de ver a su madre antes de morir. Sólo estaban ellas ya que el hombre que había sido su pareja era un bastardo que se fue a la primera oportunidad después de enterarse que su novia de la escuela había quedado embarazada. "Como si se hubiera embarazado del aire", pensó molesta. El acostarse con alguien sin protección tenía una alta probabilidad de resultar en embarazo y el imbécil creyó que a él no le iba a pasar. También su madre había sido muy inocente en creer sus palabras y no cuidar su propio cuerpo.
Y aquí estaba ella, producto de esas malas decisiones y que, al final, debía cargar con ellas. Su madre la había criado sola ya que sus padres la echaron de su casa cuando supieron que estaba embarazada esforzándose mucho para sacarlas adelante. Eso se lo agradecía, nunca le faltó nada, fue a una buena escuela y tenía amigos hasta el día de su evaluación a los doce años, donde se convirtió en un esper. Por lo menos no se había preocupado por su madre a causa del bono vitalicio que le entregaba la Cúpula y que aliviaría sus gastos ya que sólo debería mantenerse a sí misma. Eso fue así hasta que hace diez meses cuando su madre le había informado que estaba enferma y que debía internarse en un hospital para el tratamiento.
Todos los intentos de poder ir a verla no resultaron porque no tenía un guía para controlar sus habilidades. Se preguntaba por qué los guías si podían salir y convivir con los Norm una vez que terminaban el entrenamiento individual de tres años, aunque no tuvieran compatibilidad con un esper. Desde los quince eran designados a labores de apoyo conforme a sus habilidades en la cúpula o en los domos de todo el mundo quienes coordinaban con instituciones Norm como hospitales, escuelas, etc. donde pudieran usar sus habilidades psicobiológicas y empáticas para ayudar a los demás. Si en ese intertanto, Selene informaba que había compatibilidad con un esper, estos regresaban a los domos para cumplir con el entrenamiento de tres meses donde convivían y entrenaban juntos hasta que el esper cumplía el nivel noventa convirtiéndose en un Fénix. Conocía a varios esper que, una vez que lograban el nivel y se les ponía el implante, llevaban vidas independientes sirviendo en la milicia, en construcción y en diferentes empresas que necesitaran de sus atributos y también conocía a otros donde el vínculo con sus guías había sido tan intenso y profundo que los sentimientos superaron al SICOM convirtiéndose en pareja de por vida.
Activó su poder en sus manos donde una flama brotó de sus dedos. Su atributo era el fuego. Qué irónico pensó al haber nacido y sido criada en una ciudad que estaba 365 días del año cubierta de nieve como si fuera una ciudad perdida en el tiempo. Los periodos de invierno eran noches largas con mucho frío y oscuridad, lo que nunca le gustó y los dos meses de “verano” solo ayudaban a descongelar un poco alargando los días, pero para ella siempre estaba helado. El sol parecía no calentar lo suficiente. Miró la flama bailar en la punta de sus dedos por un momento, pero la desvaneció con rapidez por miedo a que la luz alertara al grupo de búsqueda. Estaba aún a miles de millas de distancia para llegar a su destino, pero estar rodeada de nieve le dijo que por lo menos cada día estaba un poco más cerca de poder ver a su madre.
- Mantente despierta Wen. - se dijo en voz alta - Si te duermes, te congelarás. Sólo aguanta. Tú puedes.
Miró hacia afuera, la noche oscura la abrazaba.
No podía darse por vencida ahora…