CATORCE
“Ese es Bruachan”, dijo Bradan. “Él te trajo de vuelta”.
Melcorka se sentó. “Ahora recuerdo. Mi madre estuvo aquí. Y Bradan. Gracias, Bruachan”.
El druida retiró la mano. “Mantendré mi muñeca intacta, creo. No mucha gente podría sobrevivir al mal que Erik puso en ti, Melcorka. ¿Qué piensas ahora?”
Cuando Melcorka tocó la empuñadura de Defender, volvió la vieja y familiar emoción. “Primero lavaré este sudor de mi cuerpo y luego cazaré a Erik”, dijo.
“¿Por venganza?” Bruachan preguntó.
“No. Para quitar el mal de Alba”. Melcorka se puso de pie, se balanceó y aceptó la mano de apoyo de Bradan. “Si fuera por venganza, Defender no funcionaría para mí”.
Bruachan esbozó una leve sonrisa. “Tu Defender es virtualmente imbatible contra cualquier arma fabricada en su propio tiempo, ya q
