NUEVE Erik se sentó en una roca redondeada dentro de las murallas del antiguo fuerte de la colina, con los cuervos rodeándolo en espirales cada vez mayores. Afiló Legbiter sobre una piedra lisa, con pases largos y uniformes a lo largo de la espada. Con cada pase, la hoja oscura vibraba, creando una música sombría. A diez pasos de Erik, el hombre de gris estaba de pie, sin sonreír, con el rostro impasible, y la bolsa gris colgada del hombro. “Es un precio difícil de pagar”, dijo Erik, levantando la vista de su tarea. “Es el trato que acordaste”, dijo el hombre gris sin mover los labios, los pensamientos se transfirieron de su mente a la de Erik en un instante. “Es un trato más difícil de lo que deseaba”. “Es el trato que acordaste”, reiteró el hombre gris. Erik continuó afilando Legbi