Era ya muy tarde cuando Arturo se despidió de sus hijos, esa noche durmió en su cama de nuevo, sentía una inmensa alegría y al otro día se levantó muy temprano, Inés lo escucho cantar, mientras tomaba su café y llegó a la oficina saludando a todos, enterandose de que su hijo mayor se había ocupado de cuadrar las citas para retomar el orden en sus negocios. Todo el día estuvo con una sonrisa en su rostro algo que sorprendió a su secretaria. —Señor Castillo, ¿se encuentra usted bien? —Si Susanita, cómo no estarlo si mi hija está viva y mis hijos se preocupan por mi. Sin entender los dicho por su jefe, pues siempre ha pensado que tiene una familia que vive en armonía, Susana retoma sus labores, tienen mucho por poner al día. Los contratos de los modelos de los comerciales pendientes ya