Noche de fiesta

2325 Words
Aquella prometía ser la peor noche de mi vida, pero el destino quiso que esa fuera lo noche en que conocí a Silvia. Llevaba varias copas encima, pero no iba mareado, sólo con una sensación achispada de calor y a la vez de excitación. Justo cuando mis amigos decidieron que ya había sido juerga suficiente y decidieron irse a su casa, aunque por cómo iban, más que dormir parecía que iban a echarse un polvo. No lo voy a negar, me daban envidia, pero decidí quedarme para disfrutar de la fiesta. Intenté dejar ir aquella sensación moviéndome por la pista, descargando energía moviéndome a mis anchas con los ojos cerrados. Y entonces sin querer la empujé y me tiró lo que quedaba de copa encima. -Oh, vaya perdona... -Dijo su voz por encima de la música alta. -No es nada, te he empujado yo... -Hasta entonces no me había fijado en ella, pero en cuanto lo hice, mi polla se despertó. Tenía una melena rubia larga con ojos claros, unos labios carnosos irresistibles de besar. Y su cuerpo era delgado con un escote que dejaba atisbar unos pechos turgentes, con un culo y unas piernas impresionantes que apenas se ocultaban bajo su vestido n***o muy corto y ceñido. Ella al parecer también se había tomado un tiempo para mirarme de arriba a abajo, pero finalmente sus miradas se cruzaron, ella rió. -Lo siento. -Dijo señalando mi camisa. -¿Puedo invitarte a una copa? -¡Claro! -Nos abrimos paso entre la multitud y llegamos al bar. Allí al menos la música se oía más tenue, ella le pasó un billete al camarero y enseguida nos trajo unos cócteles. -¿Cómo te llamas? -Daniel. -Yo Silvia. -Brindamos juntos, ella parecía muerta de sed porque enseguida terminó lo que quedaba. Yo sólo tomé un sorbo con cautela pero seguía siendo alcohol. -Dime Daniel... ¿Estás sólo? -¿Yo? Sí, mis amigos se acaban de ir... -Pues.... Necesito... Pedirte un favor.... -Ella se inclinó un poco y mis ojos se fueron de nuevo a sus tetas, no es que fueran enormes pero parecían echas de gelatina, se bamboleaban de la forma más sensual que había podido ver. Intenté desviar la mirada cuando me susurró al oído. -Verás sé que me estás comiendo con la mirada, pero por desgracia tengo novio y está en esta fiesta. -Casi me atraganto escuchando eso. Pero inmediatamente ella me tranquilizó. -Pero quiero acabar con él sabiendo que me está engañando. Quiero verle sufrir, que sienta lo mismo que sentí yo, y ya que tengo la oportunidad perfecta... -Sentí cómo posaba su mano encima de la mía acariciando mis dedos, un movimiento que mi instinto decía que escondía algo más. Y aunque esa petición me parecía perfecta, le aparté la mano. -Mira... Suena estupendo... Pero no quiero problemas... -Me tapó la boca con el dedo. -No habrá problemas, te lo prometo. En cuanto nos vea nos iremos a otro sitio ¿Vale? -Yo finalmente asentí, no pude resistirme su petición. -De acuerdo Silvia. -Sonreí chocando las copas y acabando el último trago. No sé porqué acepté pero creí ver en ese momento la lujuria en sus ojos. Finalmente tiró de la manga de mi camisa y me llevó a la pista de baile mientras reía de mi torpeza debido a la última copa. De repente pusieron otra canción y ella empezó a moverse, haciendo resaltar sus caderas y sus piernas. Por un momento quise cogerla de la cintura y darle una vuelta. Aquello le arrancó una carcajada y después pegó su espalda contra mí. Movía su culo contra mi entrepierna y me estaba calentando mucho, pero me sentía incómodo pensar que notaría fácilmente el duro bulto que se estaba formando en mis pantalones. Hasta que llegó un punto que no podía evitarlo, era imposible que no lo notara, mi polla estaba completamente empalmada. -Hey. -Ella se dio la vuelta apoyando sus tetas contra mí con mis manos en su cintura. -Relájate. -Aquello fue lo que me terminó de confirmar lo que estaba ocurriendo entre nosotros. Ella era plenamente consciente de lo que me pasaba, y debió de pensar que era lo suficientemente caballeroso como para hacer algo sin su consentimiento. Estaba tratando de ponerme cachondo, y había funcionado. Entonces decidí seguirla el juego, no iba a quedarme como un tonto sin hacer nada. Se dio la vuelta, y en uno de sus movimientos de cadera, en vez echarme hacia atrás como venía haciendo, sujeté su cadera y la presioné con mi polla. Quedó paralizada, sorprendida de mi cambio. Pero lejos de dejar aquel juego picante, ambos comenzamos un movimiento de acuerdo a la música en el que ella se restregaba contra mí y yo comenzaba a meterle mano. Pellizcando su culo, duro y redondito en los que apenas podía notar los pliegues de un tanga finísimo. Mientras ella se contoneaba moviendo sus caderas y su culo dando vueltas y apegándose contra mí. Finalmente se dio la vuelta y me besó metiendo su lengua en mi boca, yo le devolví ese beso jugando con su lengua apretando y mordiendo sus labios. De repente se separó y me volvió a susurrar. -Nos ha visto. -Lejos de ponerme nervioso, asentí volviendo a besarla, en cierta forma quería dejar bien claro a aquel tipo que ahora ella era mía. -¿Y a dónde vamos? -Ella me miró con una sonrisa perversa y me cogió de la mano llevándome a la salida. Nada más cruzar la puerta la pegué contra la pared y comencé a besarla, atrapándola con mi entrepierna restregándola contra ella. Gimió de placer y abrió más las piernas. -¿Y si te vienes conmigo? -Ella me miró algo dudosa. -Tengo mi casa cerca de aquí, ¿quieres venir? -Ella asintió ruborizada. -Vale. -Dijo con voz agitada y sonrió. Me cogió del brazo y caminamos por la calle un tanto mareados, y aunque la distancia era corta se me hizo eterno el trayecto. Cuando nos metimos en el ascensor la atraje hacia mí y observé con mayor detención el color verde de sus ojos que me hipnotizaban con su expresión sensual y sus labios rosados. -¿Ocurre algo? -Preguntó de repente desconcertada. -No, nada... Que eres preciosa. -Le sonreí, ella se sonrojó de improvisto. -Yo... -¡Perdona! ¡Perdona! -Respondí igualmente rojo. -No pretendía... Cortarte el rollo ni nada... Es sólo que... -¡No! No... No es nada, pocos chicos suelen ponerse románticos en situaciones así... -Yo... Lo siento... He bebido demasiado... -Las puertas del ascensor se abrieron y abrí la puerta de mi piso. La miré antes de entrar. -Si no quieres pasar lo entiendo... -No... Sí que quiero... -Entró en casa con una sonrisa y me besó tirando de mi chaqueta. -Al principio sólo quería una noche de sexo... Pero no me importaría darte mi número. -Y se lanzó hacia mí dándome otro de esos besos que me calentaban tanto. Su cuerpo entró en contacto con el mío de forma que notaba sus pechos blandos y la forma de sus caderas moviéndose en torno a mi entrepierna lo cual volvió a encenderme. Sin dudarlo la cogí del culo para que se subiera encima de mí, ella de un salto entrelazó sus piernas en mi espalda y siguió besándome soltando pequeños gemidos moviéndose alrededor de mi polla. Aquello me volvía loco, no podía dejar de besarla mientras amasaba su culo y mis manos se aventuraban por debajo del vestido. Finalmente solté sus labios y me dirigí hacia la cama. La coloqué con suavidad y pasé mi lengua desde su escote pasando por el cuello hasta su oreja. Ella jadeó excitada y buscó quitarme los botones de la camisa, le hice un pequeño chupetón en el cuello que le arrancó un gemido más fuerte y terminé de quitarme la chaqueta y la camisa. Mientras me desabrochaba también los pantalones, ella bajó la cremallera de su vestido quedándose en ropa interior dejándome estupefacto. -Guau. -Solté mientras delineaba con la mirada su cuerpo. -¿Te gusta? -No sabía si se refería a la lencería o a su cuerpo pero igualmente me acerqué a desabrocharlo. -Estás increíble. Pero creo que me gustará más sin esto. -Finalmente se oyó el clic, y lo separé observando sus pechos turgentes al descubierto. Eran tan redondos y bamboleantes con los pezones expuestos por la excitación que me llevé uno de ellos a la boca para lamerlo sin preguntar. Ella gimió con sorpresa mientras yo lo chupaba y lo lamía con ganas sintiendo como se endurecía mientras masajeaba el otro entre mis dedos. Poco a poco me fui colocando en su entrada, a modo de permiso, levanté la mirada hacia Silvia. Ella asintió entre jadeos y se quitó las bragas con impaciencia, mientras yo me terminaba de quitar los pantalones y los calzoncillos, mi polla saltó nada más ser liberada. No me avergonzaba que fuera del tamaño medio o que pudiera incluso parecerle pequeña, en ese momento se veía dura y mojada, de la excitación hasta se marcaban las venas. Silvia no la perdía de vista, iba a decir algo cuando vi que se agachaba hacia ella y lamió la gota que comenzaba a salir. Aquello era tan excitante que gemía sólo de sentir su lengua, y comenzó a chupar todo mi falo con mucha delicadeza. Era tan jodidamente placentero su forma de succionarme que al arquear mi espalda hacia atrás que perdí un poco el equilibrio y me apoyé en la cama para no caerme. Silvia se giró hacia mí con deseo, una mirada viciosa que me retaba mientras de su boca aún se le escapaban pequeños hilillos. Una imagen tan perversa que parecía sacada de una peli porno. Entonces sujeté su cabeza y empujé mi cadera, para que entrara toda mi polla en su boca hasta la garganta. Cuando solté su cabeza, ella cogió mi mano y la volvió a poner allí, pidiéndome que volviera a hacerlo en silencio. Sonreí con malicia, la cogí de la cabeza de nuevo y volví a empujarla contra mi polla sin ser muy brusco pero con rapidez. Su gemido se apagó mientras la chupaba con ganas y yo movía mis caderas follándome su boca de una forma que no había hecho nunca. -Aaaah ¡Silvia aaah...! -Comencé a dar más rápido cuando sentí que estaba a punto de correrme. Silvia no paraba de soltar pequeños gemiditos con los ojos en lágrimas. Pero apretaba los labios con decisión. - ¡¡Me corro Silvia!! -Y finalmente llegué al orgasmo cuando sentí su lengua en la cabeza de la polla. Grité con fuerza expulsando una buena cantidad de leche que acabó toda en su boca. De pronto soltó mi polla y se llevó una mano a la boca. Pero tragó con fuerza y comenzó a respirar con dificultad. -¿Estás bien? ¿Te has atragantado? -Estoy bien, no me esperaba... que fuera tanto, ha sido increíble. -Tú eres increíble. -Se abalanzó a besarme, el sabor de su boca era entre salado y amargo pero me encantaba. La forma en que me había hecho esa felación me había hecho temblar del placer. Volví a colocarla de espaldas a la cama mientras la besaba. -¿Qué haces? -Preguntó entre risas. -Iba a comerte el coño si te parece bien. -¿En serio? Nunca me han hecho ese favor. -Jamás podría dejar a una chica tan sexy que me ha hecho disfrutar tanto, sin un orgasmo. Sería de mala educación ¿No crees? -Me coloqué entre sus piernas y la sonreí de nuevo con malicia. Pasé mi lengua por la zona externa que ya estaba muy mojada y gruñó con fuerza. Empecé a explorar cada recoveco de aquella raja tan suave y deliciosa. Me cogió de la cabeza agarrando mi pelo, recalcando el movimiento de sus caderas con mi boca para que apretara más fuerte en el clítoris y obedecí. Sus movimientos comenzaron a ser cada vez más rápidos y yo la seguí lamiendo con fuerza, metí la lengua dentro de ella y pegó un grito agudo. Debía estar a punto de llegar al orgasmo, así que comencé a frotar el clítoris con mis dedos mientras metía mi lengua aumentando el ritmo. -Joder... Aaaah... ¡Aaah!... ¡Joder! -No paraba de mover las caderas con tanto ímpetu que me puse cachondo sólo de verla sudar, gemir y moverse de aquella forma tan salvaje. -¿Quieres más? -¡SÍ! ¡Aaaah! ¡Metemela por favor! ¡Aaah! -Sin dudarlo saqué mi lengua y le metí la polla con fuerza. -¡AAH! ¡JODEER! -Empecé a follar duro como a mí me gustaba, sintiendo cómo me apretaba en su interior, gritando a pleno pulmón. -¡DIOOOOS! -¡SIGUE ASÍ QUE ME CORRO! -¡Y YOOO! -Sentí como mis músculos se contraían y descargaban todo mi semen dentro de ella y grité. Silvia arañó mi espalda, gritó y su cuerpo se contrajo al sentirlo. Nuestros cuerpos se abrazaron temblando del placer, poco a poco recuperando el aliento con una sensación de somnolencia que me hizo quedarme dormido de inmediato. A la mañana siguiente, temí que Silvia se hubiera ido pero el sonido de la ducha me indicó lo contrario. -Buenos días. -Dijo con una sonrisa envuelta en mi toalla con su pelo rubio sedoso ya seco. -Buenos días. -La saludé algo atontado. - Pensé que te habías ido. -La verdad, me sentí muy cómoda ayer, me apetecía quedarme un poco más... -De repente sonó su móvil. Ella lo miró y se rió enseñándome qué ponía: Silvia ¿Quién era el tipo que te besó? Nena volvamos juntos, siento lo que hice. -¿Y qué vas a responder? -Había terminado de vestirse. -Nada. No le debo explicaciones. Y menos ahora que te tengo a ti. -Me dio un beso y cogió su móvil. - Te dejo mi número para otro día guapo. -Se fue guiñándome un ojo.
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