Después de que Anna se fuera, Louis y yo tuvimos uno de los fines de semana más relajados y alegres en mucho tiempo. Sin embargo, mi mente a veces volaba hacia la noche anterior. Anna, su cuerpo, su pelo anaranjado, sus labios carnosos y sus ojos marrones mirándome con ganas. Deseaba volver a verla, morder esos labios y tener otra de las mejores noches de mi vida. Antes de levantarme el viernes, estaba mirando i********: en mi móvil, cuando vi una foto suya que acababa de publicar. Estaba en la misma lencería negra que había usado aquella noche, un sujetador de encaje que apenas tapaba sus pezones y un tanga que se ocultaba por la raja de su culo tan redondo y duro. Estaba sentada en la cama de espaldas a la cámara, con la las sábanas revueltas de fondo... Sentí una punzada de celos al