Narra Paola
Me duermo y me despierto a la brillante luz del sol. El apartamento todavía está en silencio, lo que significa que todavía estoy sola. Una mirada rápida a la cama sin dormir de Marisela confirma que sí, lo que significa que pasó la noche con un chico. Suspiro y niego con la cabeza.
Son las siete, así que me ducho, me preparo y salgo rezando para no desvanecerme cuando veo a Javier.Me dirijo directamente a la sala de conferencias y entro cuando las puertas están abiertas. Javier está junto a su escritorio hablando con Amanda y Patricia. Lo han amado desde el primer año. No comenzamos a tener clases con él hasta nuestro segundo año, pero es el tipo de persona que no extrañarías por eso. Me mira cuando entro.
no digo nada, y tampoco lo miro. Tomo asiento en la parte de atrás y abro uno de mis libros de texto. Entra el resto de los alumnos, llenando el salón, y comienza la sesión.
—Buenos días a todos, bienvenidos a su primera clase de derecho empresarial. Soy el profesor Javier Mendoza. Por favor, llámenme Javier— comienza.
Lo miro fijamente, pero mientras miro, me obligo a no verlo. Es como una zonificación avanzada— .Este año espero mucho de ustedes. Si han tenido una clase conmigo antes, saben cómo trabajo— me mira cuando dice eso, y endurezco mi mirada.Comienza a hablar sobre el plan de estudios y yo escucho, tomando notas. Estoy en piloto automático completo, escuchando y escribiendo, asegurándome de no perderme nada, pero realmente estoy ansiosa. Me pongo más ansiosa a medida que pasa el tiempo y es hora de que él me vea sola.
Todo el mundo nos deja, y en el momento en que lo hacen, deja de actuar como profesor. Tiene el mismo aspecto que anoche. Como un chico con el que podrías haberte encontrado en el parque, o si eres yo... en un club de sexo.
Se acerca a mí, agarra una de las sillas libres y se sienta al revés.
Él suspira y me mira, pareciendo contemplar lo que quiere decir.
—Olvidé tu chaqueta. Lo traeré mañana —empiezo, rompiendo el silencio.
—Quédatela—responde—. Paola, no puedes trabajar en el club—me enderezo y niego con la cabeza hacia él.
— Te agradezco que me digas eso, pero voy a trabajar donde quiera—no le diré que necesito el dinero. Siempre he sido así. Mamá me crió para que nunca pareciera desesperada, incluso cuando estaba al borde de la muerte. Mantenerme fuerte con la barbilla en alto y hacer lo que tengo que hacer para sobrevivir. Eso es lo que estoy haciendo ahora.
—No es el lugar adecuado para que trabajes. Allí pasan cosas y tienes que hacer cosas que quizás no quieras hacer. Los hombres que van allí tienen expectativas.
—Oh, ¿como tú y tus amigos anoche? Tú lo organizaste. Vi la reserva, y yo era todo lo que querías. Si no me conocieras, no me habrías enviado a casa —digo, aunque mi cuerpo traicionero me hace preguntarme cómo habría terminado la noche si él no lo hubiera hecho.La repentina chispa de deseo en sus ojos me captura pero al mismo tiempo me saca de quicio. Estoy en lo cierto. Vi la forma en que me miró antes de que se diera cuenta de que era yo. En esa fracción de segundo cuando pensó que yo era solo una de las chicas, me miró como si me deseara.Todos estaban allí por sexo. Estaba desempacando condones, nerviosa como el infierno y temblando, aterrorizada por lo que podría traer la noche. Aterrorizada de tener que tener sexo con un extraño y cómo me sentiría después. No estoy segura de si me siento peor ahora por la vergüenza, porque él debe saber los pormenores de cómo funciona mucho más que yo.
—Paola, ¿estás en algún tipo de problema?— pregunta, yendo al grano. Prácticamente puedo ver su mente trabajando, tratando de averiguar qué está pasando conmigo.
—No—miento y me pongo de pie lista para irme. No puedo hablar de esto.
—Entonces, ¿por qué trabajarías en el club? Estás en tu último año, un año en el que la mayoría de las personas dan de baja del trabajo para poder concentrarse en sus estudios.
—Bueno, no soy tan afortunada como la mayoría de la gente— respondo.
—Entonces, ¿estás ahí por el dinero? Paola, hay una razón por la cual la paga es tan alta— argumenta.
—Estoy al tanto del trabajo—decido hacerle un comentario sarcástico porque no hay forma de salir de esto para mí. La única manera me ve perdiendo todo, y no puedo permitir que eso suceda—.No me conoces, y como dije, mis negocios fuera de clase son míos.
Aprieta los dientes y me mira. Me alejo, pero él me llama y me detengo antes de llegar a la puerta.
—Paola, esta sesión es obligatoria. Tienes que volver—me vuelvo para enfrentarlo—.Homicidio corporativo. Eso es lo que estoy haciendo para mi tesis.
—No. Este año estoy repartiendo temas. Quiero que hagas fraude de valores. Ahora, vuelve aquí, toma asiento y hablemos— ordena.
Contengo el aliento y siento que se me encoge el corazón. Quiero irme lejos y recuperarme de esto. Tómate un trago o algo.Apenas podía pensar en sentarme con él y hablar sobre mi tesis antes de que ocurriera anoche. Ahora que lo ha hecho, me siento como una mierda.
Vuelvo a mi asiento y me siento, sacando mi libreta y bolígrafo.
Lo miro y veo que ya está mirando. El tic en su mandíbula revela su molestia. Está molesto por lo de anoche y mi terquedad, pero me pregunto si recuerda haber sido el hombre que me besó.
No parece haber ningún rastro de ese tipo en ninguna parte.
Pero, ¿qué esperaba después de dos años? Fue un estúpido beso inapropiado que fue instigado por mí. No debería haberlo hecho. Es hora de dejar de avergonzarme frente a este hombre—.Paola, te lo voy a preguntar de nuevo… ¿estás en problemas?
—¿Por qué tengo que estar en problemas para trabajar en el club? ¿No puedo ser simplemente una mujer que aprecia ganar un buen dinero?
—Esa no eres tu.
—Suenas como si me conocieras.
—Sé lo suficiente sobre ti para saber que no eres el tipo de mujer que trabaja en un club de sexo. Si necesitas dinero, déjame ayudarte…—lo interrumpo antes de que pueda decir algo más.
—No. No necesito ninguna ayuda.
—Entonces no trabajes allí. Encuentra otra cosa que hacer si no estás en problemas.
—Javier... con el debido respeto, no puedes decirme qué hacer con mi vida.
—No quiero que trabajes allí—dice rápidamente y con más insistencia.
Mis labios se separan cuando su mirada se aferra a la mía. Reconozco sus palabras por lo que son. No quiere que trabaje allí. De repente, nos sentimos como esas personas que se vieron en el bar hace dos años. Nos sentimos como esas personas que se besaron y cruzaron la línea. Sin embargo, en lo que a mí respecta, no hay ninguna parte de nuestra relación que le dé ningún tipo de derecho a decirme eso.
No creo que pueda expresar lo dolida que estaba cuando me dijo que no podíamos cruzar esa línea de nuevo. Si bien mi respuesta fue que entendía, mi corazón no. Fue sólo un beso, pero algo en él significó más para mí.
—Paola—dice y alcanza mi mano, pero me alejo antes de que pueda tocarme.
—No. Perdiste cualquier tipo de derecho a decirme tal cosa hace dos años—el dolor llena sus ojos cuando las palabras salen de mis labios, y me pregunto si podría haber sentido algo por mí. Sin embargo, el hecho de que me tropecé con él en los lugares más inverosímiles me hace dudarlo.
Lo miro, es precioso. Siempre ha sido la comidilla de la clase, ya sea que haya tenido una clase con él o no. Anoche demostré que no lo conozco, y no importa lo que sienta, debemos mantenerlo así—.Se supone que debemos estar hablando de mi tesis—le recuerdo, y él abre su cuaderno.
Preparo mi pluma para escribir, y la furia vuelve a sus ojos.
Furia que ignoro. Las dos cosas que más me preocupaban esta semana se fueron al infierno. Mi primera noche de trabajo y este encuentro con él.En este punto, ya no me importa lo que le pase a mi orgullo. Todavía necesito hacer lo que tengo que hacer, así que no importa lo que piensen los demás.
No puedo perder a mi madre, y no puedo perder mis sueños. Seré decidida y terca hasta el final.