Se vio en un hospital, una cama estaba alada de él y sujetaba con firmeza una pálida mano, agudizó la vista y enfocó sus ojos azules en la figura demacrada y cadavérica.
–¿Holly? ¿Mi amor, que pasó?! –le cuestionó desesperado. Ella no contestó, al parecer, estaba en un profundo sueño.
–Se acabó su tiempo, por favor, necesito que salga de la habitación –le exclamó con autoridad una enfermera con una mirada inquisidora.
–¿Qué tiene? ¿Se pondrá mejor? – la enfermera ladeó la mirada. –¡Contésteme por favor! –chilló estresado mientras la tomaba de los hombros y le gritaba en busca de respuestas inmediatas.
–Yo le explicaré –exclamó una voz masculina que sujetó con fuerza su hombro. Devon giró la mirada. –Soy el doctor James, sígame por favor –caminaba detrás del médico, mientras observaba e
